Cataluña

El constitucionalismo lamenta que el PSC mantenga la “liturgia” nacionalista de la Diada pese a la ruptura del separatismo

El PP catalán y entidades como Sociedad Civil Catalana reclaman una festividad que no excluya a los catalanes contrarios a la secesión

Dos de los lemas más populares esgrimidos por el secesionismo durante el procés fueron Els carrers serán sempre nostres y Un sol poble. Pues bien, las marchas que tuvieron lugar ayer en Cataluña parecieron refutar ambas consignas. En primer lugar, los pronósticos que auguraban un Onze de setembre sin respaldo popular -las últimas manifestaciones de la Diada han seguido una trayectoria menguante- se confirmaron. La marcha que recorrió Barcelona, que sigue considerándose el termómetro del movimiento pese a que este año se incorporaron manifestaciones en otras cuatro ciudades, arrojó un saldo más exiguo que nunca: 60.000 personas (70.000 en toda Cataluña). Lejos, pues, del millón de sus años de gloria.

En cuanto a la unidad que el separatismo mostró aquellos días, ésta ha saltado en pedazos. La guerra sucia desatada esta semana en Esquerra Republicana entre roviristas y junqueristas, de ribetes cuasi personales, se suma a su ya conocida pugna con Junts por la hegemonía del independentismo. Y es éste último partido el que mantiene el apego de los más exaltados. Los pactos con los socialistas le valieron ayer a los republicanos ser increpados en el homenaje a Rafael Casanova, en el Fossar de les Moreres y en su acto central, que un grupo de radicales reventó con bombas de humo y al grito de “Libertad Abel” -un independentista en prisión por lanzar por las escaleras del metro a un hombre que portaba la bandera española-. Pero también se enzarzaron a golpes los ultras de la CUP y de Aliança catalana, cuya trifulca disolvieron los Mossos.

Este clima de violencia y desbandada ha reforzado al constitucionalismo en su convicción de que la Diada debe refundarse para incluir a todos los catalanes. En este sentido, el PP comandado por Alejandro Fernández recriminó a Illa que mantenga una "liturgia nacionalista que sólo representa a una parte de la sociedad”. Fernández abogó por un 11S sin “catalanes de primera y de segunda” en lugar del actual, en el que “sólo se sienten cómodos aquellos que comparten los símbolos nacionalistas”. Además, recordó al nuevo Ejecutivo que “multar e imponer” perjudica al bilingüismo y que “ningún supuesto derecho colectivo o identitario” está por encima de los derechos individuales.

Mientras, Sociedad Civil Catalana, responsable de las masivas manifestaciones constitucionalistas que en 2017 quebraron el espejismo secesionista, reivindicó el 23 de abril, Sant Jordi, como fiesta de Cataluña por su “carácter plural”. “La Diada no nos representa. Es una celebración nacionalista, excluyente, basada en hechos falseados”, señaló la entidad. Y como prueba de su rechazo al “día grande” del nacionalismo, su junta Directiva lo celebró de manera alternativa visitando el buque de la Armada Juan Sebastián Elcano, anclado estos días en Barcelona e icono para el colectivo de “nuestra historia común” .

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