El caos en Rodalies se ha convertido en costumbre en Cataluña. Sin embargo, una cadena de averías ocurrida la semana pasada, que interrumpió seis líneas simultáneamente y provoco retrasos masivos durante horas, dejó una imagen que movió a la indignación ciudadana: la de un millar de pasajeros obligados a saltar a las vías e ir caminando por ellas un kilómetro hasta la siguiente estación. Previamente, habían permanecido una hora a oscuras en un vagón abarrotado, lo que lo ocasionó episodios de angustia. La estampa movilizó a la ciudadanía y a las fuerzas políticas, que han exigido al 'president' Illa un pleno monográfico sobre la cuestión y acelerar la transferencia del servicio íntegramente a la Generalitat, cesión en la que el catalanismo cifra la solución al problema.
Sin embargo, esa lectura presenta varios flecos. En primer lugar, el nacionalismo y la izquierda catalana achacan que las cercanías catalanas sufren este colapso a la histórica falta de inversión estatal en la red ferroviaria catalana. Pero, tal y como recordó esta semana el ministro de Transportes, Óscar Puente, solo el año pasado el Estado inyectó en Rodalies 650 millones, y un total de 2.000 desde que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa. A este respecto, conviene resaltar que en la Comunidad de Madrid —donde las incidencias en el servicio no alcanzan las cotas catalanas— el Ministerio invirtió 819 millones en el mismo periodo, lo que desmiente el agravio comparativo enarbolado por el separatismo.
De otra parte, el supuesto de que la transferencia de Rodalies a la Generalitat solventará la crisis queda en entredicho al recordar que la gestión y la coordinación del servicio se encuentra en sus manos desde 2010 —quedando únicamente pendiente el control de las infraestructuras—. Pero el nacionalismo siempre ha argumentado que la eficacia de los Ferrocarriles de la Generalitat (FGC), que sí opera totalmente el Govern, avala sus tesis. No obstante, al margen de la menor envergadura y complejidad de los FGC, es reseñable que la Generalitat no informa a los usuarios de las incidencias que tienen lugar en sus ferrocarriles, mientras sí lo hace, y de manera profusa, sobre los que acontecen en Renfe —una política de comunicación que denunció 'El Triangle'—.
Robos de cobre y sabotajes
Siendo así, ¿cuál es el factor diferencial que explica el caos catalán? Uno de ellos —pues son múltiples— reside alto número de robos y sabotajes en sus infraestructuras, sin parangón en el resto de España. Cataluña concentra el 42% de las sustracciones de todo el país, sufriendo de media sustracciones de este material cada dos días—lo que provoca una parte sustancial de las averías—. Por otra parte, los sabotajes que padecen sus instalaciones representan el 30% de las incidencias que afectan al servicio. Entre ellas, figuran el lanzamiento de piedras a los trenes y la colocación de objetos en las vías. Sin olvidar la proliferación de grafitis en estaciones y vagones, cuya limpieza suponen un gasto que ronda los 12 millones de euros anuales. En ambos casos, sus operarios culpan de las incidencias a la falta de vallados y cámaras de vigilancia.
Otro de los grandes problemas es el intrincado acceso ferroviario a Barcelona. El aumento de tráfico en los túneles, sumado a la antigüedad de estos, genera embotellamientos para los que hace años se reclama una solución. Para muchos, ésta pasa por la construcción de un nuevo túnel que descongestione el embudo, pero las Administraciones implicadas no logran alcanzar un acuerdo para ponerlo en marcha. A ello se le añade que, para muchos usuarios de Rodalies, los autobuses interurbanos no representan una alternativa eficaz —en Cataluña, la red de autobuses es blanco de críticas por su escasa capacidad y baja frecuencia de paso—. Lo que redunda en una masificación de los trenes que entorpece aún más su funcionamiento.
Mismos trenes para más población
Finalmente, la población catalana ha crecido de manera significativa en los últimos años debido a la inmigración extranjera. A mediados de 2024, Cataluña alcanzó los 8 millones de habitantes, incorporando a 100.000 personas con respecto al año anterior. Lo que, lógicamente, ha disparado el número de potenciales usuarios de Rodalies. Según el Observatorio del Tren en España, en la Estación de Sants, en Barcelona, los viajeros pasaron de 21 millones en 2019 a 15 en 2022. Un crecimiento que no se ha correspondido con un aumento en el número de trenes, que permanece invariable —de hecho, la Generalitat mantiene que incluso se han reducido en algunos puntos—.
Sea como sea, su portavoz, la socialista Sílvia Paneque, ha avisado a los usuarios que tendrán que esperar "dos años" hasta que se noten las mejorías debidas a su gestión. Sin duda, un plazo que pondrá a prueba la paciencia de los afectados.
lepanto2012
16/03/2025 13:03
Qu ascazo da esta gentuza catanazi en general