Miradas perdidas, drogadictos deambulando por las calles en búsqueda de monedas que puedan dar los pocos transeúntes que se mueven la Rambla de El Raval. Un grupo numeroso de jóvenes monta su asamblea matutina entre la esquina con la calle Hospital. Todos ellos de nacionalidad marroquí, algunos traen bicicletas "nuevas" -recién robadas de alguna otra parte de Barcelona-.
A simple vista, es una calle muy poco frecuentada pese a tener uno de los hoteles más grandes de Barcelona en el centro de la calle, justo delante de la imponente sede de UGT. Al otro lado se encuentran las dos peores calles de Barcelona Santa Paciá y Aurora, de apenas 100 metros, respectivamente.
Los comerciantes de las calles cercanas a ambas vías denuncian un fuerte deterioro de la zona. La caída de la facturación ronda aún entre el 50% y el 75% en este mes de agosto respecto al pasado verano. "No remontamos. El turismo ha dejado de venir", han señalado. La delincuencia en la zona era habitual desde hace años, pero no con la violencia actual. "Es más agresiva que nunca", ha zanjado una de las comerciantes de El Raval. "No es un simple robo. Es robo con violencia, con navajas grandes, machetes... Llegar a estos niveles crea alarma", ha apuntado.
Ambas son muy estrechas, donde dos personas que se crucen tienen que ponerse de perfil para poder permitir el paso, sin invadir la calzada, utilizada también para caminar. Por esta vía tan solo cabe un vehículo, siempre que no tenga grandes dimensiones. Los comercios son prácticamente inexistentes en ambas. Tan solo una tienda de alimentación y un garaje utilizado únicamente como almacén de antigüedades, que hace esquina junto a un edificio identificado con un 'narcopiso', del que salen y entran drogadictos para consumir su dosis. Los edificios son viejos, algunos de ellos derruidos y otros en construcción de una nueva promoción de apartamentos, destinados sobre todo a 'hipsters' venidos de otras partes de Europa, principalmente italianos, que son ya un numeroso grupo en la zona.
"En El Raval encuentran la droga más barata que en el resto de Europa", ha admitido uno de los vecinos afectados. En su edificio convivía hasta hace poco con tres de estas viviendas, ahora cerradas por la actuación policial. En la calle Aurora continúa aún el trasiego de los drogadictos, aunque la mayoría se traslada ahora a la zona de La Mina.
Del resto de edificios apenas aparecen vecinos, pese a la ropa tendida y expuesta públicamente. Los pocos que salen de los portales van "con prisas" y todos ellos son extranjeros, venidos principalmente de Marruecos, Pakistán y Bangladesh. Entre ambas calles se cruzan la Riereta y Carretes. En estas confluencias se reúnen grupos de seis o siete jóvenes cada día en la última semana. Algunos alzan la mirada durante unos largos segundos. Acaban de pasar dos parejas de turistas que portaban bolsas de mano y mostrando móviles. Uno de ellos se acerca a quienes vienen a conocer Barcelona, pero desiste al percatarse de las luces de una patrulla de la Guardia Urbana, que viene acompañado de una ambulancia.
Para los trabajadores de reparto se trata de un callejón sin salida. La velocidad máxima que se puede llegar a coger en estas dos calles es muy reducida, los giros de 90 grados en calles estrellas no permite más. Pese a las redadas de finales del pasado año en esas mismas calles, los vecinos continúan denunciando 'narcopisos' activos -viviendas 'okupadas' y custodiadas por drogadictos, que a cambio reciben su dosis diaria- incrementando así la sensación de inseguridad. Para los vecinos, los drogadictos no son el problema. Se trata de "enfermos" que están sufriendo las consecuencias de este consumo. "Tan solo piden por las calles", ha afirmado Marisa (nombre ficticio), una vecina de la zona. "El problema son los menores", ha considerado.
Los vecinos que pueden y quienes tienen hijos se marchan
Con carrito de la compra y acompañada de su hija y su nieta, Clara (nombre ficticio) se posiciona en la misma línea. "Desde hace tres años el ambiente es irrespirable en la zona, pero se ha agravado desde este verano", ha puntualizado. "La sensación de inseguridad ha ido en aumento y ya no salgo sola de casa por miedo. Nunca antes había pasado esto. Ni siquiera cuando comenzaron los problemas de la plaza de Salvador Seguí", responde apresuradamente. Su hija también muestra su preocupación por el problema de inseguridad en esta zona conflictiva de Barcelona. "Nos hemos tenido que mudar. No se puede criar a un hijo en estas condiciones y pagamos los mismos impuestos que en la zona alta de Barcelona. No nos merecemos esto", ha lamentado. "El barrio no es seguro desde la llegada de Colau", ha denunciado.
"Ni el '92 ni la década de los '80 no había ocurrido lo que está pasando. No existían navajazos", contesta Miguel. "Hemos llegado a asesinatos, con récord incluido", ha enfatizado y faltan tres meses para cerrar el año. A pesar de las quejas de los vecinos, Barcelona se ha convertido en una ciudad en la que no se puede andar tranquilo. "Las vecinas van con miedo porque no saben si las van a atracar", ha comentado.
Todos ellos responsabilizan de este problema a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y a la Generalitat de Cataluña. "Colau ha permitido todo. Lo que ha hecho en cuatro años es una auténtica desidia", ha asegurado. "Los vecinos no podemos con esta situación y la Generalitat se ha olvidado de hacer gobierno por el tema del 'procés'", mientras "ha ido entrando lo peor". El problema en sí no son los 'menas', sino la mafia que hay detrás de estos menores no acompañados.
Anna va más allá y asegura que ya no invita a ningún familiar o amigos a su vivienda, cercana a la la Rambla de El Raval. Los robos, la prostitución, la violenta delincuencia y los 'yonkis' forman parte de su día a día. "Llegar a casa es un suplicio", ha contado. Las vistas desde su domicilio muestran el crudo día a día desde la ventana: prostitutas, una mujer que las controla, viviendas okupadas, trapicheos, y de vez en cuando un coche de la Guardia Urbana o una furgoneta de los Mossos d'Esquadra cruzan rápidamente la calle, sin detenerse, sin luces, sin sonido.
Colau cierra la Oficina de Vivienda de El Raval
Al otro lado, el panorama es desolador: tres 'jonkis' se concentran en una esquina, junto a la Filmoteca de Cataluña y una oficina de vivienda, ahora cerrada con la excusa de las reformas del antiguo parque infantil donde se encontraban jeringuillas. "Los propios servicios Salud entregaban estas jeringuillas a los 'yonkis'. "Servicio a domicilio", resume con un toque de ironía.
Según ha asegurado, los propios trabajadores de esta oficina habían trasladado su preocupación por la inseguridad al Ayuntamiento, pese a que éste oficialmente niega esta realidad diaria. "Se trata de un cierre temporal por reformas", ha afirmado el Consistorio ante los vecinos. Éstos han preguntado directamente a los trabajadores. "No es un cierre temporal. Nos vamos. Estamos preocupados por la inseguridad de la zona".
"Si no son los 'yonkis', es un delincuente ya conocido por los mossos con numerosos antecedentes o los menores no acompañados o las peleas entre las prostitutas por controlar su 'territorio'". "Con este escenario cómo voy a traer a gente a mi casa", reflexiona, mientras muestra un espray de pimienta tras haber sufrido cinco intentos de robo. "No lo he utilizado nunca, pero al menos me da más seguridad cuando regreso a casa y tengo que cruzarme con todo esto", ha indicado.
"Ya no es solo El Raval, sino que el problema afecta a otros barrios", ha asegurado Anna. En este sentido, se centra en Ciutat Vella, La Verneda y El Besòs. Aún así, "la zona más conflictiva es El Raval". "Se ha incrementado el consumo de heroína, con jeringuillas por todo el barrio". "En la zona de Salvador Seguí hay campamentos montados", pese a estar en plena remodelación. Ahora acuden de nuevo a parques infantiles, ha afirmado esta vecina de El Raval.
"La sensación es casi 'ciudad sin ley', sin apenas presencia policial", ha destacado respecto a las anteriores políticas realizadas a Colau. Con la llegada de la exlíder de la PAH, "los agentes de la Guardia Urbana han perdido poder de persuasión sobre los delincuentes", ha admitido, produciéndose así "un efecto llamada".
Paz sopesa vender su vivienda de protección oficial, aunque no es nada fácil debido a los trámites burocráticos. Esta vecina ha mostrado su preocupación ya no solo para ella y su esposo, sino también por su hijo. "La situación es insostenible", ha aseverado, y está estudiando seriamente abandonar la zona debido a los problemas de inseguridad.
"Estoy indignada", ha afirmado, aunque en los últimos días admite que hay una mayor presencia policial. "Antes eran agentes cívicos -en referencia a la Urbana-, pero siempre han venido cuando se les ha llamado", ha asegurado, mientras otros vecinos de la zona de la Aurora han asegurado que "la policía llega tarde siempre, cuando ya ha pasado todo el follón".
"Colau siempre ha dicho que era una percepción que teníamos los vecinos, pero en lo que llevamos de año me han intentado robar cinco veces", ha apuntado.
Indignación de los vecinos
Los vecinos de la zona no achacan únicamente el problema a Colau sino también al consejero de la Generalitat, Miquel Buch. La falta de protección ha creado una situación de miedo en toda la zona y se está trasladando el problema a otros barrios.
Desde el Ayuntamiento, el primer teniente de alcalde, Jaume Collboni, aseguraba que la situación tardaría "un año" en revertirse, pero la paciencia se ha agotado. Buscan soluciones inmediatas y llegan a organizarse entre ellos para mover patrullas ciudadanas, con el peligro añadido que conlleva, como tomarse la justicia por su mano.
"Numerosos vecinos de toda la vida se han ido del barrio. Unos se han mudado a las cercanías,pero otros incluso se han marchado de Barcelona", han señalado ante la falta de soluciones políticas los vecinos consultados. Ellos, por contra, han decidido quedarse y organizarse, rechazando las denominadas "patrullas ciudadanas". "No se puede tomar la justicia por su mano", ha alertado Miguel. Según ha lamentado, no son pocas las voces vecinales que proponen actuar con violencia contra los violentos.
"Así no es la forma. No hay que salirse del marco legal", ha indicado, al tiempo que ha asegurado que marchará en la gran manifestación vecinal junto con vecinos de otros 18 barrios el próximo 14 de septiembre, todos ellos pertenecientes a la plataforma 'Tsunami Vecinal'.
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