Hace 20 años, el 13 de noviembre de 2002, el petróleo que transportaba el Prestige frente a la costa gallega acabó en el mar, generando una catástrofe medioambiental sin precedentes en nuestro país. Dos décadas de grandes avances en la seguridad marítima, precisamente por la presión que ejerció la sociedad, pero que insuficientes para evitar dos posibles escenarios: una reapertura del casco del Prestige o un nuevo vertido frente a las costas españolas.
Esto es algo que desde Nunca Máis llevan denunciando desde hace años. Pese a que esta asociación puede presumir de algunas "conquistas", como ellos mismos lo denominan, cree que aún hay mucho trabajo por hacer para conseguir una seguridad total en las costas gallegas, donde siguen apareciendo de vez en cuando aves petroleadas a consecuencia de vertidos, aunque ninguno de la dimensión del Prestige.
"Nadie ha bajado en 20 años a ver en qué estado están los restos del Prestige", denuncia Xaquín 'Xocas' Rubido, presidente de Nunca Maís. El barco, de dueños griegos y banderizo de Bahamas, se partió en dos trozos que hoy están en el fondo del mar y en los que todavía hay crudo almacenado. "De manera oficial, hay 700 toneladas en una parte y 400 en la otra", señala Rubido a este diario. Pese a ello, denuncia que nadie de la Xunta de Galicia o del Gobierno de España ha escuchado su petición de revisar el estado actual de la nave. "Hay que comprobar si hay que sellar más cosas" a causa de la corrosión y el paso del tiempo.
En 2003, Mariano Rajoy, que por entonces era vicepresidente primero del Gobierno de José María Aznar, prometió soluciones definitivas para que los restos del barco hundido no fuesen un problema futuro para las costas gallegas, pero esa fórmula mágica no llegó. José Luis Rodríguez Zapatero, el propio Rajoy como presidente o Pedro Sánchez tampoco han tratado de atajar el problema pese a que existen documentos del Instituto Español de Oceanografía que alertan de posibles fugas a través del casco del Prestige, según cuenta Rubido a este diario.
"La corrosión aumenta con el paso del tiempo", anuncia Xaquín Rubido, que pide poner a los científicos al frente para estudiar el estado del casco del Prestige y evitar una posible fuga de crudo.
El doble de barcos con bandera de conveniencia
Las naves con bandera de conveniencia son aquellos que están registrados en un país distinto al de la empresa o persona propietaria. Estos barcos suelen llevar la bandera de países donde las exigencias mecánicas son menores que en la Unión Europea, con unos tripulantes peor formados y un menor control burocrático. Además, según Xaquín Rubido, "no cumplen las normas de la convención del mar de la ONU".
Pese a que estos barcos no navegan en aguas españolas por temor a una inspección, sí lo hacen muy cerca de la costa, ya que lo hacen en aguas internacionales. Finisterre es el segundo punto con más tráfico de barcos de España, solo superado por Tarifa: cuando ocurrió la catástrofe del Prestige, se transportaban al año 400 millones de toneladas de mercancía en barcos de este tipo; ahora son 912 millones, según el último registro, fechado en 2021.
Por arrojar más cifras, el jefe del Centro de Control de Tráfico y Salvamento Marítimo de Fisterra, Manuel Capeáns, ha afirmado en una entrevista con EFE que su equipo ha monitorizado en estos 20 años "700.000 barcos navegando en las costas gallegas, un tercio de ellos cargando más de 4.000 millones de toneladas de mercancías peligrosas; y llevando a bordo 20 millones de personas, entre tripulantes y pasajeros". De todos ellos, "quinientos sufrieron incidentes en su navegación que obligaron a realizar un control exhaustivo de los mismos y/o a movilizar medios marítimos y aéreos para asistirlos".
Xaquín aporta el alto número de embarcaciones que transportan mercancía peligrosa cerca de Finisterre: "De cada 100 barcos que navegan al día, 35 transportan mercancías peligrosas y 5 son de bandera de conveniencia", señala. El control de estos barcos es insuficiente, tal y como denuncia Xaquín Rubido. Destaca que España solo cuenta con un avión para controlar posibles vertidos en España, el Rosalía de Castro, que es utilizado por Salvamento Marítimo. "Está muy bien dotado, pero tiene un radio de acción demasiado grande: va desde Portugal hasta Francia". Es decir, este avión debe supervisar que no hay vertidos en los 800 kilómetros de la costa cantábrica, así como en la costa atlántica gallega.
Para Xaquín Rubido, la clave es una supervisión disuasoria en el dispositivo de separación del tráfico en Finisterre. Pide el uso de nuevas tecnologías como drones para supervisar el estado y posibles vertidos de los barcos. "¿Cómo es posible que sigamos recogiendo aves petroleadas pese a todo el control que supuestamente hay?", se pregunta el portavoz gallego, que denuncia que existen "más medios, pero sin datos de que se usen adecuadamente", además de una "falta de transparencia" por parte de los distintos gobiernos que ha habido en La Moncloa desde la catástrofe.
Para lograr ese mayor control, pide el traslado del Centro de Prevención de Contaminación Marítima a Coruña, donde se iba a instalar inicialmente para después encontrar su ubicación final en Madrid y que esté liderado "por técnicos responsables ajenos a la política". La descentralización permitiría controlar desde un punto cercano a la costa gallega, por personas que conocen esas costas, todo lo que sucede en ellas.
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