El día 19 se costituyen las Cortes. No habrá, en esta ocasión, concesiones, pactos ni maniobras extrañas. El Partido Popular pretende quedarse con la presidencia del Congreso de los Diputados. Los números del 26-J le resultan favorables. Con sus 137 escaños le corresponden cuatro sillones en la Mesa de la Cámara Baja. Al PSOE, dos y a Podemos, otros dos. Ciudadanos se queda fuera. De ahí, las insistentes especulaciones sobre trasiegos de sillas y acuerdos de pactos.
Rajoy considera imprescindible hacerse con el control de la presidencia del Congreso, tercer cargo en el orden institucional del Estado. Los seis meses bajo la tutela del socialista Patxi López resultaron polémicos y algo desastrosos, según coincidencia general entre parlamentarios de todos los colores. Se vivieron situaciones inéditas que se confabularon con una gestión entre atrabiliaria y defectuosa. El PP quiere el gran sillón ante la posibilidad de que le sea forzado gobernar con una mayoría parlamentaria muy escueta. Tan sólo un acuerdo entre PSOE y Podemos, con un candidato conjunto, podría obstaculizar los plantes de los populares. Se trata de un cargo mucho más que honorífico, como se pudo comprobar en estas largas semanas de trasiego de pactos y negociaciones.
Desbloquear el atasco institucional
Nadie habla ahora en el Partido Popular de nombres ni de aspirantes. El presidente en funciones ha pedido a los suyos que se centren en sacar los apoyos suficientes para desbloquear el camino hacia la investidura. Luego ya vendrá la formación de un Ejecutivo más o menos estable. Únicamente se tiene claro que la silla presidencia de la Cámara ha de ser para el PP. Diversos trascendidos sobre posible cesión de tan anhelado cargo a Ciudadanos a cambio de apoyos futuros en el gobierno han sido desmentidos por las fuentes de Vozpópuli. "De eso no hay nada y dudo que lo haya", comentan.
"Le sobran malos modos, carece de sutileza", comenta un compañero diputado sobre Celia Villalobos
En la interna del partido, sin embargo, se habla discretamente del asunto. Primero, porque se trata de un cargo muy goloso. Segundo, porque hay varios nombres que ya suenan, sordina mediante. El nombre más comentado es el de Celia Villalobos, vicesecretaria del Congreso en la fallida legislatura. Está en la Mesa de la Cámara desde 2008. "Le sobran malos modos, carece de sutileza", comenta un compañero diputado, nada partidario de las declaraciones intempestivas y las actitudes bizarras de Villalobos.
Esposa de Pedro Arriola, gran asesor de Aznar y de Rajoy, Celia Villalobos aspira abiertamente al cargo. Viene de conseguir un buen resultado en Málaga. Intentó ser cabeza de lista en las generales, le relegaron al número dos. El PP logró seis puntos y 30.000 votos más que en diciembre. No puede ella atribuirse esta victoria puesto que la jefa de filas malagueña ha sido Carolina España, figura de gran proyección en el PP andaluz. Aún así, Villalobos se siente victoriosa y con derecho a reclamar el cargo.
Uno de los rivales de la diputada andaluza puede ser el ministro de Exteriores en funciones, José Manuel García-Margallo. No por voluntad propia. Margallo, al decir de su entorno y de sus compañeros en el Ejecutivo, siempre ha aspirado a puestos de relevancia notoria. Nunca ha ocultado su deseo de ser vicepresidente del área económica. Una teoría casi imposible si se piensa en que, sus tensiones, pugnas y trifulcas con la actual vicepresidenta son un elemento sobradamente conocido. No se soportan. Margallo lo hace ostensible. Sáenz de Santamaría lo lleva con más prudencia, aunque en ocasiones ha tenido que recurrir al entorno más próximo de Rajoy para que le parase los pies a su viejo amigo de juventud.
Un candidato a su pesar
Margallo no ha pensado aspirar al alto sillón de la Cámara. Lo considera un puesto formal y aburrido. En su partido, sin embargo, hay ya algunos diputados y altos cargos que han empezado a hacer circular su nombre para que figure en el frontispicio del Hemiciclo. "Es una forma de quitarlo de en medio. Rajoy está harto. Se ignora si le ha perdonado aquel sonoro traspiés de cuando se candidateó subrepticiamente a una posible sucesión en tándem con el finiquitado Soria". Margallo vestiría bien el puesto, insisten estas fuentes. Viene de conseguir una sonora victoria como cabeza de cartel por Alicante, donde, pese a los escándalos de corrupción de la exalcaldesa Sonia Castedo, el PP ha logrado un escaño más, arrebatado al PSOE. "No es mérito de Margallo, que es un cunero típico, pero él se apunta todos los tantos", cuentan fuentes del PP alicantino.
Enviarlo al Congreso sería una solución para Rajoy, que lo quiere lejos, aseguran. Hay otros aspirantes al cargo como el propio Jesús Posada, el último titular del PP. O Jorge Fernández Díaz, que ya deslizó discretamente su candidatura antes del 20D. Achicharrado como titular de Interior por el asunto de las escuchas grabadas en su propio despacho, Fernández Díaz otea en estos días algunos horizontes para su futuro. Muy amigo de Rajoy, sabe que no le negará casi nada. Tiene apoyos mediáticos muy singulares y recurre a ellos con fruición, comentan algunos de sus colaboradores. No parece, sin embargo, que esté en disposición de situarse en el primer sillón del Congreso.
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