España

La curva no se aplana en el cementerio de la Almudena: realizan casi 50 exequias al día

El descenso en las cifras de fallecidos por coronavirus todavía no se ha trasladado a la principal necrópolis de Madrid, donde se ha multiplicado por cuatro el número de sepelios diarios que realizan 

Son las 13 horas del viernes 24 de abril. La cifra de fallecidos por coronavirus continúa descendiendo y la Comunidad de Madrid, la región más afectada por la pandemia, ha cerrado la morgue que se había habilitado en el Palacio de Hielo. Sin embargo, en el cementerio de la Almudena, la principal necrópolis de la capital, continúa imparable la actividad.

La tranquilidad en las calles, propia del estado de alarma, contrasta con el incesante ir y venir de familiares de fallecidos y de coches fúnebres en una de las entradas del cementerio, la del crematorio. Allí, nos cuentan, no dan abasto. Trabajan 24 horas e incluso así, la espera para recoger las cenizas se puede alargar una semana.

Santiago Pérez es diácono en el cementerio madrileño desde hace cuatro años. Nos recibe en la capilla, situada a escasos metros de la entrada principal de la necrópolis. En conversación con Vozpópuli cuenta que nunca tuvo tanto volumen de trabajo: antes de la crisis del coronavirus, en una jornada normal, realizaban entre ocho y diez exequias diarias; este pasado viernes tenían programadas 32 y lunes y miércoles llegaron a rozar las 50.

Santiago Pérez, diácono del cementerio de la Almudena.

Ceremonias en el exterior 

Mientras Santiago nos atiende durante su día libre en el despacho de la capilla, en la puerta de este edificio con más de 95 años de historia permanece Eduardo, otro diácono. Allí, a la entrada, tiene colocada una mesa con el acetre y el hisopo para bendecir el féretro, el ritual de exequias, la cruz de sobremesa y un pequeño cirio.

La forma de realizar los sepelios también ha cambiado con el coronavirus. Si antes la capilla del cementerio de la Almudena llegaba en muchas ocasiones a llenarse, ahora acuden un máximo de tres familiares del fallecido y la ceremonia tiene que llevarse a cabo en el exterior. “La voz, la palabra que consuela, sigue”, apunta Santiago sobre estas diferencias.

Eduardo durante un sepelio en el exterior de la capilla.

El diácono baja la mirada al hablar de la tragedia. Cree que el hecho de tener que afrontar la pérdida de un ser querido desde la distancia, sin poder despedirse, hace que el duelo se extienda en el tiempo, lo que provoca un gran dolor psicológico a las familias de los difuntos. "Todos tenemos algún familiar, algún amigo, algún vecino que ha pasado por esto", afirma.

Detrás de la mascarilla que cubre su nariz y su boca se intuye una sonrisa cuando hablamos de las diferentes muestras de solidaridad que se están viendo durante esta crisis. Pone como ejemplo el de una vecina de su madre que se ha ofrecido para hacerle la compra. También hace hincapié en la labor de Cáritas y otras organizaciones que ayudan a que los más necesitados puedan sobrellevar esta situación. 

Santiago Pérez en la capilla.

"Los políticos tienen que unirse"

Durante nuestra conversación Santiago envía un mensaje a los políticos: "Tienen que unirse". Considera que la pandemia también puede tomarse "como un aviso para todos, para ser mejores personas y rectificar en aquello que hemos errado"

Nos despedimos del diácono del cementerio de la Almudena hablando sobre la desescalada y la vuelta a la normalidad. "Hay ánimo y esperanza", apunta. Mientras bajamos las escaleras exteriores de la capilla, dos personas esperan la llegada del coche fúnebre para despedirse de su familiar de la única manera que el coronavirus les permite. 

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