Pablo Casado no teme realmente que el vicepresidente madrileño, Ignacio Aguado, encabece una moción de censura contra Isabel Díaz Ayuso, apoyado por PSM y Más Madrid, el partido de Íñigo Errejón, porque "si hace eso, no podría ni salir a la calle" del rechazo ciudadano que sufriría, auguran a Vozpópuli fuentes populares de absoluta solvencia. "Sería el fin de Ciudadanos y lo saben".
El líder del principal partido de la oposición observa, no obstante, con cierta preocupación y perplejidad al ruido que sale diariamente del Gobierno de la Comunidad desde que inició su andadura, hace ya un año, en contraste con la cohabitación civilizada que están protagonizando el alcalde de la capital y flamante nuevo portavoz de la Ejecutiva Nacional, José Luis Martínez Almeida, y la vicealcaldesa, Begoña Villacís, de Ciudadanos como Aguado.
Un ruido que esta semana ha sido ensordecedor en todos los medios de comunicación, incluso los más afines, y no precisamente por las habituales peleas entre Ayuso y Aguado sino por el "caos" que, reconocen en la sede de Génova, ha transmitido el Ejecutivo madrileño en su conjunto y la presidenta Isabel Díaz Ayuso "en particular".
Amenaza para Casado
Lo ocurrido es algo que "no nos podemos permitir", admiten las mismas fuentes, porque Madrid es la joya de la corona, el escaparate del proyecto liberal conservador para el resto de España desde hace 25 años, primero con Alberto Ruiz Gallardón y luego con Esperanza Aguirre, y perder la comunidad autónoma por otra moción de censura después de la que echó en 2018 a Mariano Rajoy de La Moncloa sería una catástrofe que amenazaría la supervivencia del propio Pablo Casado.
Ante la gravedad de la situación, el propio presidente del PP salió este viernes a realizar una declaración institucional, sin preguntas, en la cual responsabilizó una vez más a Pedro Sánchez de lo que está ocurriendo en Madrid y sin atisbo de crítica a Ayuso, su apuesta personal en las elecciones autonómicas de 2019 en lugar del entonces presidente de la comunidad y hoy diputado de Ciudadanos y consejero de Transportes, Ángel Garrido.
Muchos dentro y fuera del PP se sorprendieron de que la elegida para comandar una Comunidad que alberga 6,6 millones de habitantes y representa casi el 20% del PIB de toda España fuera alguien con una nula experiencia de gestión pública, pero, como demostró este viernes con gesto grave, sigue dispuesto a defenderla contra viento y marea frente a lo que considera una conspiración de la izquierda con Sánchez y Pablo Iglesias en la sombra para derribarla:
El Gobierno actúa frente a la 2ª oleada con una cobardía, irresponsabilidad y deslealtad que no ocurre en ningún país. Por mucho que pretenda derivar su negligencia a las CCAA donde gobernamos, las pandemias son de su responsabilidad según mandata la Ley 33/2011 de Salud Pública. pic.twitter.com/gj3mPP7lNT
— Pablo Casado Blanco (@pablocasado_) September 18, 2020
Empezó el lío con el viceconsejero de Sanidad, Antonio Zapatero, anunciando el miércoles por la mañana a bombo y platillo un "confinamiento selectivo" en el sur de Madrid que se habían limitado a trasladar a la jefa del gabinete minutos antes vía WhatsApp (sic), y terminó este viernes con una rueda de prensa de ella anunciada, primero, para las 11.30, luego para las 13.00 y finalmente retrasada hasta las 17.00 debido a tensiones internas entre los dos socios de gobierno y a las dudas jurídicas suscitadas.
"Begoña tiene mucho más tirón popular que Aguado y José Luis (Almeida) se dio cuenta enseguida que su punto fuerte era ese; por eso le dio protagonismo desde el primer día", explican las fuentes consultadas a modo de sugerencia a Isabel Díaz Ayuso para que nombre a alguien que haga lo mismo con su vicepresidente y acabe la Guerra de los Rose que se traen ambos, ocultándose hasta las agendas de trabajo para restar protagonismo al otro.
En la sede nacional de Génova no verían mal que Ayuso ascienda al consejero y portavoz del PP en asunto judiciales, Enrique López, para convertirle en interlocutor preferente del vicepresidente
Desde Génova se atreven incluso a darle un nombre a la presidenta: que ponga al todopoderoso consejero de Justicia e Interior y portavoz de la Ejecutiva Nacional del PP en asuntos judiciales, Enrique López, a gestionar las relaciones con Aguado para que presidenta y vicepresidente abandonen la fricción permanente. Casado está satisfecho respecto a cómo está llevando con el Gobierno la negociación del CGPJ y cree que podría ser una solución en la Puerta del Sol.
Este modelo, recuerdan, ya lo instauró el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, en la relación con el vicepresidente de la Junta, Juan Marín, de Ciudadanos, que tiene como interlocutor preferente al consejero de Presidencia y portavoz del PP andaluz, Elías Bendodo. Así Moreno se reserva un perfil más institucional alejado de las batallas del día a día.
Casado, sostienen las mismas fuentes, es absolutamente contrario a una posible disolución del Parlamento madrileño por parte de Ayuso para conjurar la amenaza de que Ignacio Aguado acabe escuchando los cantos sirena del PSM y de Más Madrid para derribarla con la excusa del caos en la gestión de la crisis de la covid-19.
Esos cantos de sirena fueron realmente fuertes hasta hace unos meses pero se han desinflado porque el PSOE cree que, hoy por hoy, es imposible que Ciudadanos acceda. Y no solo porque el propio Aguado haya descartado aceptar la oferta que le hizo el secretario general del PSM y delegado del Gobierno, José Manuel Franco, para encabezar ese gobierno alternativo a Ayuso por "higiene democrática".
Gabilondo pierde fuerza como candidato
El principal impulsor de la operación, el presidente del Gobierno, que llegó a reunirse este verano a solas con el líder socialista en la Asamblea, Ángel Gabilondo, para exigirle más "intensidad" en la oposición a Ayuso y luego reunió en Ferraz a toda la plana mayor del PSOE para oficializar el endurecimiento -de ahí salió el nombramiento de José Cepeda como portavoz adjunto del Grupo Socialista en la Asamblea-, parece que ha acabado por asumir que con Gabilondo es inviable la operación.
Algunas fuentes sostienen que tanto La Moncloa como Ferraz se han convencido definitivamente de que es necesario pasar al Plan B, que consiste en esperar a que Gabilondo salga de la escena política madrileña -va a ser nombrado en breve defensor del Pueblo- para elegir un nuevo portavoz, que se haga con las riendas del grupo parlamentario y use la moción de censura como instrumento para darse a conocer.
De momento, el presidente del Gobierno parece decidido a que se visibilice su implicación en la política madrileña, un autentico agujero negro para el PSOE y la izquierda desde hace un cuarto de siglo. En un gesto inusual, Sánchez va a acudir este lunes a la sede del Gobierno regional en la Puerta del Sol a verse con Ayuso para pactar las nuevas medidas de restricción de movilidad, en lugar de que sea ella quien acuda a La Moncloa.
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