El cierre de la frontera de Marruecos terrestre con Ceuta y Melilla con motivo de la pandemia del coronavirus deja en el limbo a cientos de ciudadanos del país vecino que desde hace casi dos años permanecen atrapados en las ciudades autónomas. Se trata de los llamados transfronterizos, quienes mantienen su lugar de residencia en el reino alauí pero que a diario cruzan -o cruzaban- la divisoria para trabajar en territorio español. No hay solución a corto plazo para ellos, pero tratan de buscar la solución que les abra las puertas a regresar a sus casas y con sus familias. Fuentes de seguridad consultadas por Vozpópuli detallan las dificultades de habilitar una excepción que satisfaga sus peticiones y que la decisión pasa por las esferas diplomáticas.
La rutina de los transfronterizos estaba marcada por el paso diario de la frontera entre Marruecos y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Residían, tenían su familia y hacían su vida en su país de nacimiento, pero sus contratos laborales estaban en las localidades españolas. Ese es uno de los motivos por los que la divisoria entre ambas naciones sea una de las más transitadas del mundo.
Sin embargo, el cierre de la frontera decretado por Marruecos con motivo de la emergencia sanitaria ha dejado a esas personas atrapadas en Ceuta o Melilla. La decisión se tomó en marzo de 2020, hace casi dos años, y por el momento no hay visos de que se vaya a recuperar la normalidad a corto plazo. La reciente crisis diplomática que sacudió las relaciones entre Madrid y Rabat, marcada por el ingreso hospitalario del líder polisario Brahim Ghali en Logroño y la entrada de miles de personas en Ceuta por vías irregulares, no ha facilitado que se reabran las fronteras.
Las fuentes de seguridad consultadas por este diario señalan que los transfronterizos atrapados en Ceuta o Melilla serían cientos. Se les ha ofrecido la posibilidad de regresar a Marruecos, a sus lugares de residencia y junto a sus familias, pero sin garantías de mantener sus puestos de trabajo, que en muchos casos suponen el único sustento del núcleo de convivencia del que forman parte.
Los transfronterizos se han organizado en torno a un colectivo que articula sus reclamaciones tanto en Ceuta como en Melilla, tanto a las Delegaciones del Gobierno como a los Ayuntamientos o al Servicio Público de Empleo Estatal, sin encontrar hasta ahora una solución. Las mismas fuentes inciden en que la respuesta debe llegar desde esferas diplomáticas, reencauzando la relación que permita la reapertura del paso fronterizo.
La crisis Marruecos-España
Esa opción, no obstante, no parece próxima a alcanzarse, al menos a tenor de las últimas decisiones adoptadas desde el reino alauí. Marruecos anunció a finales de diciembre que no reanudaría sus vuelos con España por la "amenaza" sanitaria, a la que acusó de no cumplir los protocolos en plena crisis por la irrupción de la variante ómicron del coronavirus y su consecuente escalada de cifras de contagios en nuestro país.
La decisión y la valoración hecha desde Rabat fueron un jarro de agua fría en el marco de los esfuerzos gestionados en los últimos meses para retomar las relaciones entre España y Marruecos. Una crisis que desembocó en la destitución de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, y el posterior nombramiento de José Manuel Albares al frente de la diplomacia española. El actual titular de Exteriores destaca la importancia de mantener un contacto fluido entre ambas partes.
Pero varios gestos evidencian que esas relaciones aún están lejos de alcanzar su pulso habitual. La embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich, abandonó la legación el pasado mes de mayo y aún se encuentra en Rabat. Y la frontera terrestre que mantiene la divisoria entre el reino alauí y Ceuta y Melilla sigue sin restituirse, con todos los problemas que supone para los cientos de transfronterizos que permanecen atrapados en las ciudades autónomas desde hace casi dos años.
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