El calvario de Carlos Dívar aún no ha terminado. El Tribunal Supremo emitió ayer a las tres de la tarde una fría nota de prensa con la que se daba por 'enterado' de la dimisión de su presidente tras celebrar por sorpresa dos horas antes una reunión "en ausencia de éste" de su Sala de Gobierno. De este modo, el Alto Tribunal daba con la puerta en las narices a Dívar, quien había manifestado en privado su intención de celebrar un último encuentro con los máximos representantes de este órgano judicial el próximo lunes para comunicarles personalmente su renuncia al cargo y despedirse de ellos.
En su fría nota, los magistrados del Alto Tribunal evitan agradecer a Dívar su labor al frente de la institución
Éste nuevo desaire se suma al que ya sufrió el ahora dimitido presidente del CGPJ por parte del Gobierno y de la propia Casa Real en los actos de conmemoración del Bicentenario del Tribunal Supremo celebrados el pasado lunes. Entonces, el rey excusó su ausencia con un viaje de última hora a Arabia Saudí, mientras los dos miembros del Ejecutivo que acudieron a la cita, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, evitaron cruzar una palabra con él durante el 'vino español' que se sirvió después. Ahora los magistrados del Alto Tribunal le espetan implícitamente que ya no hace falta que se reúna con ellos y, de este modo, vuelven a dar una muestra al que hasta ahora ha sido su máximo representante que no cuenta con ningún apoyo tras el escándalo de sus 32 viajes de fin de semana cargados al presupuesto del órgano de gobierno de los jueces.
La nota, en la que no se recoge ninguna muestra de agradecimiento expreso a Dívar por su trabajo durante estos tres últimos años al frente de este órgano judicial --algo que, por ejemplo, sí hicieron los 20 vocales del CGPJ por unanimidad tras el pleno de ayer en el que renunció a su cargo--, se limita a señalar que el Supremo "continúa ejerciendo sus funciones como hasta ahora, con toda normalidad" y que su relevo se producirá de "manera inmediata" tras la publicación en el BOE con "los mecanismos de sustitución" que prevé la ley. En este sentido, el texto insiste que el nuevo presidente del Alto Tribunal será "el presidente de Sala más antiguo", es decir, Juan Antonio Xiol Ríos.
Sustituto y aspirante
Xiol, de hecho, ya sustituyó a Dívar el pasado martes en un acto protocolario. Fue en Cádiz, con motivo de la celebración en esta ciudad de una nueva ceremonia conmemorativa del Bicentenario del Tribunal Supremo. Entonces, el magistrado pronunció un discurso repleto de referencias históricas, pero también con un claro mensaje dirigido al Gobierno, al que marcó las líneas rojas sobre cómo debe producirse el relevo de Dívar: sin injerencias políticas. Dicho mensaje, con idénticas palabras, lo volvió a repetir ayer en una intervención ante el Consejo General de Procuradores.
Un candidato a suceder a Dívar ha marcado públicamente al Gobierno las líneas rojas del relevo en dos ocasiones
En ambos discursos, Xiol recalcó que "es fundamental que por los poderes y por la opinión pública se acepte la autoridad del Derecho, se preserve nuestra independencia y se respete nuestra función y la autonomía de nuestros órganos de gobierno, tal como está concebida constitucionalmente". Además, el magistrado marco distancias con el escándalo provocado por su antecesor, al asegurar que "la crisis institucional" provocada "son ajenas a nuestro trabajo cotidiano [...] No podemos aceptar que estas crisis se traduzcan en la falta de confianza en nuestra función".
Sustituto interino de Dívar en el Supremo, Xiol es también uno de los dos candidatos con más opciones a ser elegido para ocupar dicho cargo y la presidencia del CGPJ en una futura elección. Jurista de enorme prestigio dentro de la judicatura, sin embargo tiene para el Gobierno el handicap de su perfil marcadamente progresista. El otro magistrado del Alto Tribunal que aspira al puesto es José Manuel Sieira, presidente de la Sala de lo Contencioso. De talante moderadamente progresista, fue uno de los siete que en marzo de 2011 votaron a favor de la legalización de Sortu como partido en el Supremo.
Un pleno breve
Pero para que esa situación se produzca, antes se tiene que publicar en el BOE la dimisión de Dívar. Ayer se dio el primer paso en el CGPJ, en un pleno que Dívar se esforzó en que fuera breve y, sobre todo, en el que no se produjera ninguna votación. Por ello, se adelantó al orden del día, en el que aparecía una propuesta para instarle a dimitir y otra para su remoción, presentando su renuncia al cargo. "Si hubiera dimitido, los vocales podríamos habersela aceptado o no, y entonces se hubiese visualizado en forma de intervenciones la práctica ausencia de apoyos con el que contaba", señala a este diario un miembro del Consejo.
Dívar renunció a su cargo antes de que los vocales le instarán a dimitir para evitar visualizar en una votación su falta de apoyos
Con la renuncia, Dívar esquivó esta situación y, además, evitó tener que escuchar nuevos reproches. En un primer momento, sólo habló él, en una intervención cargada de connotaciones "religiosas", según un vocal, en el que volvió a insistir en la posición que ha mantenido durante todas las semanas que ha durado el escándalo: negar ninguna irregularidad en los gastos de protocolo, insistir en que tenía la conciencia tránquila y remarcar que se iba para no perjudicar a la institución.
En su intervención, Dívar afirmó que "no guardaba rencor" ni a los periodistas que habían destapado el escándalo ni a los vocales que habían pedido su dimisión con insistencia. Muy tranquilo en todo momento, --"como si se estuviera quitando un peso de encima", según un miembro del Consejo--, el dimitido presidente del CGPJ se puso el traje de víctima y aseguró haber sufrido "una campaña cruel y despiadada desatada contra mi persona".
Poco después, dio por terminado el pleno, aunque el vicepresidente Fernando de Rosa, que será quien le sustituya interinamente en los próximos días, pidió tomar la palabra. Según uno de los vocales, se produjo un momento de confusión, con algunos miembros del Consejo ya levantados, y un Dívar que no entendía qué estaba pasando. Finalmente, el aún presidente pidió a todos que se sentaran para escuchar a De Rosa. Éste se limitó a agradecer a éste su trabajo durante los tres años que había estado al frente de la institución. Cuando terminó, Dívar se marchó rápidamente. Instantes después, antes incluso de que el vicepresidente compareciera ante los medios, abandonaba el edificio del Consejo. Creía que su calvario había terminado. Se equivocó. La fría nota del Supremo se lo ha prolongado.
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