Los diferentes condimentos empleados en su cocina por las empresas de opinión hacen que el 25 de noviembre pasado Metroscopia situara en 0.1 puntos la ventaja del PP sobre el PSOE y solo dos días antes otra firma, Invymark, realizara por encargo de La Sexta una encuesta en la que esta distancia se estiraba hasta los 8 puntos. La media de los últimos 30 sondeos publicados en el último mes colocan esta diferencia en 4,8 puntos a favor de Mariano Rajoy, espacio que podría crecer o, por el contrario, reducirse, dependiendo del lugar que finalmente ocupen en el nuevo mapa electoral las dos fuerzas emergentes y, sobre todo, Ciudadanos.
El empuje de Ciudadanos introduce un factor de incertidumbre sobre los pronósticos de la mayoría de los sondeos
Según los expertos que trabajan para los dos grandes partidos, los barómetros del CIS son, tanto por la muestra empleada como por la metodología aplicada, los referentes más fiables para poder anticipar los resultados del 20-D. La última encuesta de este Centro, conocida la semana pasada, sitúa al PP a casi 8 puntos de ventaja de los socialistas con el 28,6% de los votos, muy cerca de ese 30% que, gracias a las reglas de la ley D´Hont, servirían a Mariano Rajoy para gestionar la XI legislatura con 140 escaños, escenario a partir del cual en el PP se considera que podría gobernarse de forma holgada con Ciudadanos o con otras fuerzas políticas menores, un mandato que, según el presidente, necesitará de grandes pactos de Estado sobre empleo, cohesión territorial y pensiones.
Lo que revelan, en todo caso, las encuestas es que los resultados del 20-D siguen muy abiertos. Si bien en anteriores elecciones generales, el PP y el PSOE se repartían los escaños de la mayor parte de provincias por debajo de los nueve diputados y los asientos en disputa solían requerir altas variaciones en el porcentaje de voto de cada uno para provocar que cambiaran de partido, ahora la irrupción de las formaciones que lideran Albert Rivera y Pablo Iglesias hace que variaciones porcentuales pequeñas alteren los resultados finales. De hecho, la mayoría de los estudios demoscópicos conducen a la conclusión de que hay 25 provincias en las que una subida de los dos nuevos partidos provocaría movimientos en una treintena de diputados. Como es lógico, el mayor baile puede producirse el día 20 en las circunscripciones que aportan mayor número de diputados al Congreso, como es el caso de Andalucía, Madrid, la comunidad valenciana y Cataluña.
Lo que anticipa también la mayoría de los sondeos publicados, incluido el del CIS, es que ninguno de los dos grandes partidos consiguen mantener el nivel de votos de 2011, en el caso del PP por el desgaste sufrido por el Gobierno y en el del PSOE por su incapacidad para hacer olvidar la etapa Zapatero y frenar la sangría sufrida a manos de Podemos, formación que obtiene las mejores notas en aquellos territorios donde comparece a estas elecciones en alianza con otras fuerzas, como ocurre en Galicia con Marea, en Cataluña con En Comú o en la comunidad valenciana con Compromís.
La incapacidad para borrar de la memoria la etapa de Zapatero y la sangría de votos a favor de Podemos y Ciudadanos castigan al PSOE
Los sondeos revelan que el PP puede aguantar bien a Ciudadanos en las dos Castillas y en Galicia, todo lo contrario que en Cataluña, la cuna política de Rivera, Madrid, comunidad en la que está permitiendo al PP gestionar el Gobierno regional, y la comunidad valenciana, donde la alianza de los socialistas con el nacionalismo radical podría acabar pasando factura a Pedro Sánchez en las elecciones generales.
El debilitamiento del bipartidismo es una constante en la mayoría de los sondeos publicados, análisis que parte de la referencia de 2011, comicios en los que el PP y el PSOE concentraron el 73% de los votos-cuatro años antes había sido el 84%- cuando todavía el movimiento de los indignados no estaba canalizado políticamente y Ciudadanos seguía limitando a Cataluña el centro de su actividad política. Esta desafección hacia las dos grandes formaciones se reconoce en el hecho de que el 40% de sus votantes, aproximadamente, expresa su intención de emigrar a otro partido o, cuando menos, sus dudas sobre en quien confiar el próximo día 20.
Tanto en el PP como en el PSOE, aunque públicamente no lo reconozcan, se da por despejado quien será la fuerza más votada en las legislativas, salvo que los debates pendientes, sobre todo el cara a cara de Rajoy y Sánchez en la televisión pública, depare grandes sorpresas. Hay varias claves en el último CIS que, según los expertos, así lo anticipan. Por una parte, los socialistas se derrumban en tres de las circunscripciones más voluminosas como son la valenciana, la catalana y la madrileña, sin que el desplome sea compensado por Andalucía. En segundo lugar, más del 52% de los españoles opina que ganará el Partido Popular. Por último, la mayoría ve a esta formación como la más capacitada para afrontar la mejora de la economía, a casi siete puntos de distancia del PSOE, cuando el 20-D es probable que un porcentaje elevado de ciudadanos que vote con el bolsillo.
Más del 50% de los españoles opina que el día 20 ganará el Partido Popular
De lo que nadie se atreve todavía a hablar con certeza es de la gobernabilidad, pues aunque la lógica apunta a que la suma del PP y de Ciudadanos daría una cómoda mayoría, éste es un campo en el que todavía queda mucho por jugar. De hecho, los socialistas no descartan ninguna hipótesis, incluso la de gobernar con mayoría simple si Ciudadanos concluyera que un pacto con el PP significaría para Albert Rivera algo parecido a morir por el abrazo del oso.
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