España

Una joven tarda 4 meses en conseguir cita tras intentar suicidarse: "Sólo se curan los ricos"

Cuando ya estaba fuera de peligro, los médicos la enviaron a Psiquiatría del sistema público con parte de tratamiento urgente. Su sorpresa fue mayúscula cuando su primera cita se la dieron cuatro meses después de que intentara suicidarse

  • Une mujer con varias pastillas contra la depresión -

Esther (nombre ficticio para el artículo) intentó suicidarse hace dos semanas, con 34 años de edad. Una recaída fuerte de la depresión que sufre desde hace años le llevó a tomar, sin deseo real, la decisión de intentar quitarse la vida. Una sobredosis de pastillas, unos cuantos cortes y una bañera llena de agua fueron el cóctel que podría haber acabado en tragedia. "Gracias a Dios, la encontramos a tiempo", asegura su marido, Diego.

Esther le agradece eternamente su lucidez. "No sé cómo ni por qué, consideró que yo estaba mal; el primer sitio donde se le ocurrió mirar fue en el cuarto de baño de la casa de mi madre, que estaba vacía desde que falleció hace dos años. Si no hubiese sido por él, la situación ahora sería muy diferente", explica, con emoción y admiración Esther.

Cuando físicamente todo estaba controlado y ella ya estaba fuera de peligro, los médicos que la trataron la enviaron a Psiquiatría del sistema público con parte de tratamiento urgente. Su sorpresa fue mayúscula cuando su primera cita se la dieron el 26 de septiembre. Cuatro meses después de que intentara suicidarse.

"¿Cómo es posible que me atiendan tan tarde, cuando es un asunto tan importante?", denuncia Esther, que considera que en el tema de la salud mental hay mucha "hipocresía" por parte de los dirigentes políticos, "que se llenan la boca de decir que apuestan por la psicología y psiquiatría pública", pero que a la hora de la verdad, el sistema está desbordado porque no hay médicos especializados.

Evitar suicidarse, "solo por privado"

Hasta este momento, Esther siempre había tratado su depresión a través de un psicólogo privado, porque por la sanidad pública era "lento y no se podía hacer seguimiento". "Era un gasto de dinero, pero era necesario para mí. Ojalá hubiera más médicos de psiquiatría y psicología en el sistema público, más aún hoy en día, cuando las enfermedades de este tipo están a la orden del día. Actualmente, la manera más rápida y eficaz para tratar este tipo de enfermedades y abordar los posibles suicidios es hacerlo a través de lo privado", apunta la protagonista. Al psiquiatra sí que acudía por la vía pública, pero lo hacía de "pascuas a ramos", cuando le daban cita.

Aunque era consciente del problema sanitario, no ha sido hasta ahora que se ha dado cuenta de la realidad tan dura a la que tienen que hacer frente los profesionales de la salud mental y este tipo de enfermos, que en la gran mayoría de casos además, "se sienten profundamente estigmatizados"

Los sanitarios están tan saturados que no pueden atender las necesidades reales de la sociedad. "Cuando vi que, estando como estaba, me daban cita para tan tarde, me sentí totalmente impotente. Los discursos políticos no sirven para nada si no llevan a políticas reales. Estando el sistema como está, solo se pueden curar los ricos", se queja Esther. 

Los sanitarios de este área sanitaria ya han denunciado en muchas ocasiones su situación. "No damos abasto", "Necesitamos más apoyo", "Somos muy pocos", son algunas de las frases que, de tanto repetirse en el sector, ya hacemos oídos sordos. Pero la realidad sigue ahí. Y los pacientes también. "Cuando te ocurren estas cosas, te sientes impotente y abandonada por los políticos, que no atienden de verdad un problema muy grave".

Los datos de la salud mental

No son informaciones nuevas, pero conviene recordarlo. Según publica Eurostat, en España, en base a datos del 2018 recopilados en agosto del 2020, hay 11 psiquiatras por 100.000 habitantes trabajando en hospitales. Lógicamente, esto hace imposible que se puedan abordar todos los problemas de salud mental que existen hoy en día, especialmente disparados tras la pandemia. 

Los casos de depresión, ansiedad y otro tipo de enfermedades mentales están más disparados que nunca. En España, a mediados de 2020, había 2,1 millones de personas con un cuadro depresivo, el 5,25 % de la población mayor de 15 años de todo el país, según la Encuesta europea de salud, cuyos datos difundió el Instituto Nacional de Estadística (INE). De todas ellas, 230.000 personas sufrían una depresión grave. La pandemia tampoco ha ayudado: durante los meses más duro de la enfermedad los casos de depresión y ansiedad en España aumentaron más de un 25%.

España lidera, junto a Grecia, los países de la Unión Europea con más prevalencia en depresión. En el caso de España, registró en el 2019 5.714 casos por cada 100.000 habitantes, según datos recopilados por la fundación Civio basándose en datos de Global Burden of Desease, Institute for Health Metrics and Evaluation.

La salud de los jóvenes también es un problema grave: dos de cada diez adolescentes españoles entre 10 y 19 años padecían problemas de salud mental en 2019, el porcentaje más elevado de los 33 países europeos analizados por Unicef en su informe Estado Mundial de la Infancia 2021.

Además, el teléfono contra el suicidio, habilitado por el Gobierno el 10 de mayo, atendió cerca de 15.000 llamadas e identificó 290 suicidios en curso durante su primer mes en funcionamiento.

Como Esther hay otros cientos de casos, tanto en la Comunidad de Madrid, donde ella se trata, como en el resto de España. Hay una dejación política real.

Óscar tiene ahora 19 años. Hace dos, cuando todavía era menor, cayó en una adicción fuerte a las apuestas. A sus padres les costó "un ojo de la cara" ayudarle a salir de ahí, porque el sistema público no era ni rápido ni eficaz. María sufre un trastorno de la alimentación, y asegura que solo le hacen caso cuando está muy grave. Si no, "todo es lento y nada productivo". Y Luis está diagnosticado de bipolaridad, una enfermedad que le limita mucho en su día a día. Aunque ha mejorado mucho gracias a la medicación, no consigue curarse del todo porque el seguimiento psiquiátrico público es prácticamente "imposible".

No son historias ajenas a nadie: probablemente todos nos hayamos cruzado alguna vez con alguien que por mucho que necesite urgentemente un psiquiatra, no puede acceder a él si no es de manera privada porque no hay personal. Aunque el problema de la saturación es generalizada en todo el sistema sanitario, en este ámbito la situación es peor, por el estigma y la poca inversión que se ha hecho a lo largo del tiempo.

Soluciones del Gobierno

El Gobierno es cada vez más consciente de que este es un problema real y grave. Y está haciendo mucho esfuerzo para intentar afrontarlo. Anunció la creación de una especialidad médica para psiquiatría infantojuvenil. También prometió, aunque sin fechas ni cantidades concretas, "un incremento gradual" de plazas.

El 10 de mayo también creó la Línea de Atención a la Conducta Suicida (024). Se impulsó con intención de rebajar las cifras de suicidio y también las tentativas, que llegaron a crecer un 30% durante la pandemia. El tiempo medio de atención está en torno a los 14 y 20 minutos, aunque hay algunas llamadas que requieren mucho más tiempo, sobre todo en el caso de que el interlocutor esté en riesgo inminente de quitarse la vida.

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