Ciudadanos ha cerrado el peor año de su historia y se enfrenta a una desaparición inevitable salvo milagro. Inés Arrimadas, que asumió las riendas del partido tras la debacle de Albert Rivera en las urnas, no ha podido reconducir una nave que sigue a la deriva y en riesgo de disolución inminente. El 2021 pasará a la historia naranja como el año de la ruinosa operación de Murcia.
La fallida moción de censura PSOE-Cs contra el PP provocó un efecto dominó cuya principal consecuencia fue la convocatoria del 4-M en Madrid y la desaparición de Ciudadanos como fuerza parlamentaria en la Comunidad. El final de año ha reservado un último sobresalto al partido con el adelanto de Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León.
Arrimadas empezó el año con Ciudadanos gobernando cuatro comunidades autónomas en coalición con el PP. Y lo ha cerrado con presencia institucional en solo una de ellas: Andalucía. El partido naranja ha salido de los gobiernos regionales de Murcia, Madrid y más recientemente Castilla y León, que irá a las urnas el 13 de febrero. En Cataluña, en las elecciones de febrero, Ciudadanos pasó de ser la primera fuerza política con 36 diputados en el Parlament a quedarse en seis. El 4-M en Madrid, la formación naranja se quedó sin representación tras haber obtenido solo dos años antes 26 diputados.
Ciudadanos se diluye en el PP
Ciudadanos ha perdido a más de la mitad de su militancia y a decenas de representantes, líderes y cargos públicos del partido que o bien se han pasado al PP, o bien han abandonado la formación naranja conservando sus actas como no adscritos en ayuntamientos y parlamentos. El PP da por conquistado ese espacio y quiere confirmarlo el 13 de febrero en Castilla y León en otro movimiento de su opa hostil tras expulsar a todos los consejeros naranjas del Ejecutivo autonómico antes de llamar a las urnas.
Ciudadanos está ante el abismo de la desaparición, que es injustamente imputar únicamente a Arrimadas o Murcia. El partido empezó su hundimiento hace dos años. Rivera obligó a pactar en todas las comunidades con el PP más débil de los últimos 25 años. Y las urnas castigaron severamente al líder naranja en la repetición de las generales el 10 de noviembre del 2019 por no saber explicar la posición de su partido ante la investidura de Pedro Sánchez. Sería el tercer naufragio de la tercera España, que vuelve a sucumbir como lo hicieron antes UCD o más recientemente UPyD.
La decisión de Arrimadas ha sido de momento "resistir". La líder naranja insiste en mantener su independencia de PP y PSOE, su grupo de nueve diputados en el Congreso, sostiene grandes ayuntamientos del PP como Madrid y Zaragoza, además del Ejecutivo andaluz. La comunidad andaluza irá a las urnas en 2022, pero antes Castilla y León dictará sentencia. Será una prueba de fuego, que probablemente marque el futuro inmediato del partido. El liderazgo de Arrimadas y el propio Ciudadanos tendrán difícil "resistir" si se repite otro golpe como el del 4-M.
El "pecado original" de Ciudadanos -en palabras de un miembro del partido- está en Murcia. El partido venía de un palo electoral en Cataluña, su comunidad de origen. Carlos Carrizosa cargó con una herencia imposible de sostener -la victoria de Arrimadas tras el procés-. El resultado fue peor de lo esperado. El PSC y Vox barrieron el voto naranja, que se quedó en seis diputados. Tenían 36.
La reacción no tardó en producirse. Menos de un mes después, Ciudadanos y el PSOE presentaron una moción de censura en Murcia contra Fernando López Miras, del PP. El movimiento resultó sorprendente, porque era una moción contra ellos mismos. El partido naranja estaba en el Gobierno autonómico. Es cierto que la convivencia de la coalición era mala, especialmente desde que se supo que el consejero de Sanidad (PP) se había vacunado contra el coronavirus antes de lo que indicaba el protocolo. Pero no dejaba de ser una moción contra ellos mismos. Ese mismo día, la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, echó de su Gobierno a los consejeros de Ciudadanos y convocó elecciones anticipadas el 4 de mayo.
Fiasco en Murcia, derrota en Madrid
Los seis diputados de Ciudadanos en Murcia firmaron aquella moción. Pero tres abandonaron el barco antes de que el debate llegase a la Asamblea regional. El palo fue histórico. Los días y semanas de marzo del 2021 se recordarán en la formación naranja como el principio de un fin que se intuía desde hace tiempo. Una figura resultó clave para tumbar la moción.
Y fue alguien de dentro. Fran Hervías, senador de Ciudadanos y exsecretario de Organización del partido, dimitió y se pasó al PP como mano derecha de su secretario general, Teodoro García Egea. Hervías fue clave en desmontar el grupo parlamentario en Murcia. Y su papel ha sido imprescindible en muchas de las deserciones que han venido después.
La operación de Murcia se saldó con la pérdida de dos gobiernos regionales, porque el partido naranja fue barrido de la Asamblea el 4-M. Ayuso se quedó con ese voto. El dirigente que pagó los platos rotos fue Carlos Cuadrado, fulminado de sus responsabilidades orgánicas ante el clamor de buena parte del partido.
Nada ha vuelto a ser igual desde entonces. El goteo de bajas ha sido incesante en todos los frentes y todas las Administraciones con casos sonados como el de Toni Cantó y otros. Arrimadas ha optado por rechazar una disolución pactada en el PP y resistir. Ciudadanos morirá con las botas puestas.
Última parada: Castilla y León
La ruptura del Gobierno de coalición en Castilla y León hace solo unos días es el penúltimo capítulo de esta batalla. El PP ha imitado a Ayuso, aunque esta vez la excusa para plantear el anticipo electoral no es demasiado sólida. Ciudadanos ya tumbó una moción de censura del PSOE en esta comunidad. Y los dos partidos estaban negociando los Presupuestos.
Sea como fuere, las urnas se pondrán el 13 de febrero y las perspectivas de Ciudadanos, sea víctima o no, son igual de malas. A diferencia de Madrid, los sondeos le conceden alguna opción de permanecer en las Cortes, pero como mucho con un diputado o a lo sumo dos. Castilla y León podría ser la tumba de Ciudadanos. Pero Arrimadas mantiene que resistirán.
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