España

El PP podría perder 30 escaños sólo por la ascendencia de los nuevos partidos

La emergencia de Podemos y, sobre todo, de Ciudadanos puede hacer mucho más daño de lo esperado al PP, que podría incluso quedarse sin la tradicional ventaja que le brindaba la Ley D'Hont en las circunscripciones pequeñas. El funcionamiento del sistema electoral podría determinar que en las próximas generales el PP pierda más escaños que lo que pierda en votos.

Las alarmas han sonado. La debacle del PP en las próximas elecciones generales podría alcanzar dimensiones mayores de lo previsto. Y no sólo por los votos que pueda perder. Según los analistas consultados, también podría quedarse sin buena parte de la ventaja que tradicionalmente le brindaba el sistema electoral, que suele favorecer mucho a los dos grandes partidos en las circunscripciones pequeñas. Hasta el punto de que varios expertos consultados calculan que los populares podrían perder incluso 30 diputados sólo por ese efecto...

En la actualidad, los populares mantienen un 56 por ciento de los escaños pese a haber obtenido tan sólo un 44 por ciento de los sufragios. Sin embargo, esa ventaja o premio que les concede la combinación de la Ley D'Hont con circunscripciones pequeñas bien podría fulminarse en las próximas generales, de forma que la representación del PP acabe ciñéndose mucho más al voto realmente cosechado. O lo que es lo mismo, el funcionamiento de la fórmula electoral podría hacer que en los próximos comicios el PP pierda más escaños que lo que pierda en votos.

Los populares mantienen un 56 por ciento de los escaños pese a haber obtenido tan sólo un 44 por ciento de los sufragios

A poco que se confirmen las encuestas, el ascenso de Podemos y Ciudadanos alterará sustancialmente la traslación de votos a escaños que suele hacer el sistema. Lo explicamos:

Como ya hemos apuntado, ahora mismo el PP presenta un 56 por ciento de los diputados en el Congreso pese a que sólo consiguió un 44 por ciento de las papeletas. Y eso es algo absolutamente normal. Se debe a que la legislación electoral está ideada para dar un premio a las principales formaciones, tal y como se hace prácticamente en todos los países del mundo. Se trata de una corrección que se establece de manera habitual para asegurar la estabilidad de los Gobiernos. Es más, de hecho ningún país del mundo cuenta con un sistema puramente proporcional salvo dos raras excepciones, Italia e Israel. Y los transalpinos ya se han visto obligados a cambiarlo hace poco porque las coaliciones formadas por una plétora de partidos acababan implosionando rápidamente y dando lugar a una media de, al menos, un Ejecutivo por curso. Curiosamente, tras la reforma parece que el sistema político italiano camina hacia una suerte de bipartidismo. Por tanto, el único caso que resta es Israel, cuyos gobiernos siempre parecen un cóctel de formaciones harto difíciles de gestionar.

¿Y en qué consiste ese elemento de corrección que suele brindar un premio al ganador? Pues en la combinación de la Ley D'Hont con las circunscripciones pequeñas. En los distritos electorales grandes como Madrid, hay muchos asientos en juego y el sistema resulta prácticamente proporcional. De ahí que en el PP lograse retener el poder en la Comunidad pactando con Ciudadanos. Sin embargo, allá donde las demarcaciones electorales son pequeñas y se reparten muy pocos escaños, la cosa pinta muy distinta.

Pongamos como ejemplo el caso de Zamora, una provincia en la que sólo hay tres diputados. La Ley D'Hont determina que se dividan los votos que consigue cada partido por uno, dos, tres... hasta el número de escaños que haya en liza. Y a renglón seguido, los escaños se distribuyen entre los mayores saldos que salgan de esas divisiones. Así, en un supuesto como el de Zamora con tres asientos en disputa, el PP se llevaría el primer escaño. Luego el PSOE el siguiente. Y lo normal era que el PP recogiese el tercero porque ningún otro partido alcanzase la mitad de votos que los populares. De tal suerte que en las anteriores generales el PP obtuvo en Zamora dos tercios de la representación con sólo la mitad de los sufragios. Hete ahí la prima que el PP iba recogiendo en una circunscripción pequeña tras otra. Sin embargo, en esta ocasión la formación liderada por Mariano Rajoy puede perder mucho voto entre los que se abstengan o los que voten a Ciudadanos. De tal forma que podría darse el caso de que Podemos se hiciese con ese tercer escaño arrebatándoselo al PP. Es decir, sometido a una suerte de sandwich entre Podemos y Ciudadanos, los populares podrían ver como se volatilizan uno tras otro todos los premios que acumularon en las pasadas generales. Hasta el extremo de que según algunos cálculos facilitados a Vozpópuli, sólo por ese efecto el PP podría quedarse sin unos 30 diputados y la izquierda sería la que esta vez se beneficiaría de ese esquema de reparto, un poco como sucedió con Cospedal en Castilla-La Mancha.

"El principal fenómeno que se está observando es que el PP está perdiendo el centro sociológico. Eso es lo verdaderamente determinante", comenta Galindo

Si bien no todos los expertos consultados dan tanta importancia a este efecto. El miembro de Politikon e investigador de la Universidad de Ginebra, Jorge Galindo, considera que todavía hace falta comprobar si el voto de Podemos y Ciudadanos tiene una presencia homogénea a lo largo y ancho del territorio. De lo visto en las autonómicas y en las europeas, parece que el partido de Pablo Iglesias sí que ha registrado una cierta homogeneidad. Y todavía está por ver cuál es la mancha de aceite que consigue dejar la formación de Albert Rivera. "Habrá que esperar a las primeras encuestas provinciales para poder concluir algo", comenta Galindo.

Dicho esto, a juicio de Galindo este impacto fruto del sistema electoral no es lo fundamental. "El principal fenómeno que se está observando es que el PP está perdiendo el centro sociológico. Eso es lo verdaderamente determinante, porque sin el centro no se ganan mayorías absolutas y, por extensión, elecciones", explica.

En cualquier caso, de acuerdo con las encuestas del CIS, aproximadamente la mitad de los votantes de Ciudadanos brindaron su papeleta al PP en anteriores elecciones. En Génova consideran que un buen número de esos electores asume que el giro se antoja inocuo, pues el voto luego se plasmaría más o menos proporcionalmente en escaños. Es decir, castigaría al PP pero no alteraría sustancialmente el statu quo porque al final Ciudadanos pactaría con los populares. Sin embargo, a la luz de los datos eso dista mucho de ser así y la cúpula de la formación buscará en los próximos meses trasladar el mensaje de que el voto a Ciudadanos puede no dar el resultado que algunos de esos votantes quieren sino un frente de izquierdas. Con un porcentaje de indecisos muy elevado y muchos electores decidiendo a quién respaldan en los últimos días, la cosa se presenta más abierta que nunca.

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