"Es la primera vez en dos años que las sensaciones no son desoladoras. Creo que vamos a resistir". Lo dice uno de los principales fontaneros de Ciudadanos en la etapa de Albert Rivera, que sigue vinculado al partido pero lejos del núcleo de poder. El partido de Inés Arrimadas se enfrenta a las elecciones de Castilla y León después del año más convulso de su historia por las consecuencias que desencadenó la fallida moción de censura en Murcia. Ciudadanos sigue en la UCI y en una situación crítica, pero fuentes de la formación naranja creen que la cita del domingo puede ser un punto de inflexión.
La expectativa realista de Ciudadanos es sacar un escaño el 13-F. Sería el de Francisco Igea por Valladolid. El partido lo da por seguro. Y la tendencia de sus encuestas es positiva. El entorno de Arrimadas considera que se puede pelear un segundo procurador en Valladolid y otros tres diputados por Palencia, Burgos y Salamanca. El sueño de los cinco diputados y el grupo parlamentario propio no es una quimera.
"Lo realista y lo más probable es que saquemos uno", explican desde Ciudadanos. "Dependerá de si logramos movilizar a la mayoría de los que se han sumado por simpatía este mes. Lo tenemos ahí, pero no es fácil. Es muy difícil sacar escaños en Castilla y León".
Un diputado, un éxito
Pero ese solitario diputado. El hecho de resistir en las Cortes de Castilla y León se considera por sí solo un éxito para Ciudadanos. Sobre todo porque rompe la sensación de que el espacio liberal que reivindica ha sido fagocitado por el PP y Vox. El PP aspiraba a repetir lo ocurrido en la Comunidad de Madrid el pasado 4 de mayo, cuando Ciudadanos se quedó sin representación en la Asamblea.
La principal diferencia es que Castilla y León no es Madrid. Pero hay otras. Igea ha resultado un candidato correoso, que desde el minuto uno -incluso confinado una semana por el coronavirus- se ha desmarcado de Alfonso Fernández Mañueco. La evolución de la campaña y de los sondeos también ha ayudado a Ciudadanos. El desplome del PP ha reforzado el discurso naranja de que la ruptura de la coalición antes de Navidad y el adelanto electoral de Mañueco no estaban justificados. Y que es absurdo cambiar un Gobierno con Ciudadanos por otro mucho más complicado con Vox.
Otra de las diferencias con respecto a Madrid es que Ciudadanos ha centrado su campaña en Igea. Y ha defendido su labor durante los dos años largos de Gobierno en la comunidad castellano y leonesa. En Madrid, se quitó al candidato Ignacio Aguado para colocar a Edmundo Bal, trasladando una sensación de culpabilidad. "Era como si Ayuso tuviera razón en adelantar las elecciones", decían entonces.
Arrimadas, cuya relación con Igea era más bien mala, le ha dado todo su apoyo. Y se ha creado una comunión dentro del partido que muchos no veían desde hace tiempo. El candidato ha recuperado en sus actos a algunos de los intelectuales que dieron la espalda a Ciudadanos después de Murcia. Ha sido sorprendente ver y escuchar a Andrés Trapiello defendiendo al partido naranja, cuando anunció que había votado por Ayuso hace menos de un año.
Ciudadanos esquiva a Hervías
Ciudadanos ha esquivado en esta campaña las maniobras de Fran Hervías y Génova. Ningún alto cargo digno de mención ha saltado al PP en los dos meses transcurridos desde que Mañueco llamó a las urnas. Ciudadanos ha aguantado como una piña.
Castilla y León es una de las comunidades en las que el partido naranja tiene más presencia en el territorio. Ciudadanos obtuvo 745 concejales en 2019, gobierna casi 50 municipios con mayoría absoluta y ostenta la alcaldía de una capital de provincia: Palencia. "En contra de lo que mucha gente cree, Castilla y León es una de las comunidades en las que Ciudadanos está más implantado", dicen fuentes de la formación liberal.
La solidez de la lista y la unidad de arriba a abajo en torno a Igea contrastan con la desbandada que se vivió el 4-M. Son los casos de Toni Cantó, aunque acabó resultando un fiasco, y la huida al PP de otros diputados como Marta Barbán y Sergio Brabezo. Los dos siguen en el grupo parlamentario popular en la Asamblea con más pena que gloria. A Cantó le colocaron en la oficina del español. Pero nadie sabe muy bien lo que hace.
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