España

"Dispersión y arraigo": las claves para saber si en España se producirán las mismas revueltas que en Francia

Tras los disturbios en Francia y después de que se disparasen las llegadas de pateras a Canarias un 64%, analizamos si en España puede ocurrir lo mismo dentro de una década

En Francia se están viviendo días complicados y convulsos. Imágenes de extrema violencia en las calles de gran parte del país por la muerte en Nanterre de Nahel, un joven de 17 años, a manos de un agente de la policía. Su muerte ha desencadenado, una vez más, fuertes revueltas en todo Francia, que están dejando miles de detenidos. Estos disturbios son un reflejo de un problema mucho mayor, que "tiene su origen en los años 50", tras la guerra, y que no tiene fácil solución: el de la integración de la inmigración en nuestro país vecino.

Estando la situación como está allí, sabiendo que se han disparado las llegadas de pateras a Canarias un 64% tras el 28-M y viviendo desde hace tiempo una compleja situación por los problemas derivados de la llegada masiva de inmigrantes ilegales, cabe preguntarse si en España puede ocurrir un problema parecido dentro de una década, tal y como plantea Vox.

Los expertos coinciden en una cosa: está claro que hay que tomar medidas para evitar que en un futuro la cosa se complique más todavía. Por ejemplo, el periodista y analista político Rubén Pulido explica que "es cuestión de tiempo": "Hay ciudades en las que están produciendo ya actos delictivos asociados a la inmigración ilegal con cada vez más frecuencia", explicó el periodista experto en inmigración en 'La Segunda Dosis'.

Pero la situación en España es bastante diferente, por lo que, si "las cosas se hacen bien" y "no se repiten los errores políticos" que han cometido los franceses, estamos "muy a tiempo" de que se pueda evitar, explica a Vozpópuli Manuel Torres Soriano, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla, y miembro del Consejo Académico del Instituto de Seguridad y Cultura.

En su caso, las diferencias entre España y Francia que hacen que por ahora se pueda descartar una situación tan límite como la de nuestro país vecino son principalmente dos: la dispersión territorial por toda España y el arraigo ("aunque suene extraño") de los inmigrantes al tratarse todavía de inmigrantes de primera generación. "Pero también hay que entender la complejidad y el origen del problema el Francia, que es mucho más grande que en España. Así que por ahora, no es trasladable", añade.

Revueltas en Francia
Varios agentes de Policía Nacional llevan a desalojados por el barrio de LavapiésEuropa Press

La primera diferencia hace referencia a la dispersión territorial. O para entenderlo mejor, su antónimo (que es lo que ocurre en Francia): la 'guetificación'. En el caso de España, los inmigrantes están dispersos no solo por toda España, sino también por todas las ciudades. No viven en guetos cerrados como ocurre en Francia. Aunque es cierto que en nuestro país hay alguna excepción de barrios con una alta mayoría de población inmigrante (como Lavapiés en Madrid o el Raval en Barcelona), la realidad es que, por lo general, están muy dispersos e interrelacionados con otras culturas.

Pero incluso en esos "guetos" de inmigración la realidad es distinta a los franceses, porque esos barrios más conflictivos se encuentran siempre en el centro de las ciudades y no en las periferias, como ocurre en Francia, haciendo que el aislamiento sea exponencialmente mayor.

El hecho de que en el país galo la inmigración esté tan llamativamente guetificada, en barrios de una única cultura, provoca que los habitantes se retroalimenten, que creen "una narrativa compartida", que no se sientan parte de Francia, y que, por tanto, se sientan unos extraños, incluso a pesar de que hayan nacido allí. Y también ocurre lo contrario. El resto de franceses no han "normalizado" la inmigración y les siguen viendo como unos "extraños" que además, no generan ninguna riqueza al país al vivir en barrios de mucha pobreza. En España en cambio, convivimos mucho más con ellos, por lo que la integración y la normalización es mucho mayor.

Y por otro lado, la otra diferencia que explica porque la situación entre Francia y España todavía no es comparable es el arraigo. Este punto tiene a su vez varias patas.

Por un lado, en España los inmigrantes son todavía de primera o segunda generación, por lo que todavía, en caso de no se integran en el país al que han emigrado, se sienten de su país de origen. En Francia, los inmigrantes son de cuarta o quinta generación. Y eso lleva a que no tengan ningún arraigo. Ni son del país del que vinieron sus bisabuelos, que no lo conocen, ni son del país donde han nacido, porque son señalados de extraños. "Pero efectivamente, en este punto hay que tener cuidado porque sino se hacen bien las cosas y se repiten errores, cuando nuestros inmigrantes sean de quinta generación, a lo mejor sí se produce este problema", agrega Torres Soriano.

Y la segunda pata, es que es un hecho probado que en España somos mucho más abiertos y acogedores. Esto lleva a la implicación en la sociedad sea mayor y por lo tanto, la convivencia mejore significativamente. Y eso incluso teniendo en cuenta que Francia tenía muy a su favor la integración y el mestizaje, debido a que Argelia fue durante décadas colonia francesa y compartían cultura y lengua. "Pero han fracasado en esa idea de conseguir una sociedad mestiza que conviviera en paz y en cambio se han convertido en el mayor ejemplo de segregación social".

Un hombre en bicicleta pasa junto a un centro dental, en Lavapiés, uno de los barrios más conflictivos
Un hombre en bicicleta pasea por Lavapiés, uno de los barrios más conflictivosEuropa Press

¿Cómo evitar las revueltas en España?

En último lugar, Torres Soriano destaca un hecho: el problema no es tanto de cultura sino de los círculos de miseria en los que se ven obligados a vivir los inmigrantes cuando llegan a un país: en Francia se crean sociedades aisladas, señaladas y pobres que hace que sus habitantes habiten en círculos viciosos de negatividad, crimen y miseria que llevan al rechazo de tu propia patria.

Así que "hay que evitar a toda costa reproducir los mismos males que cometieron los franceses y que ha llevado a esa situación". Para ello, es importante la acogida de la inmigración desde el punto de vista social (si hacen el país suyo, lo tratarán como tal), tratar de que no vivan en las periferias para evitar su aislamiento y que así, viviendo en el centro, tengan contacto con el ocio y el turismo. Y sobre el cierre de fronteras, "es cierto que es necesario un control, pero en ningún caso, el cierre drástico".

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