Los neandertales que residían en la cueva Prado Vargas, localizada en Merindad de Sotoscueva (Burgos), fueron los primeros coleccionistas de la historia, al guardar fósiles de origen marino hace 46.000 años en este yacimiento del complejo kárstico del Monumento Natural Ojo Guareña.
Un estudio publicado en la revista internacional Quaternary demuestra que una especie diferente al Homo sapiens fue capaz de crear una primera colección de fósiles, en concreto, fósiles marinos del Cretácico que los neandertales trasladaban al interior de la cavidad, donde tenían su campamento, ha informado en nota de prensa el equipo de investigación.
El artículo científico ha sido coordinado por la profesora de la Universidad de Burgos Marta Navazo, en colaboración con investigadores de la institución académica, el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), la Universidad de Málaga y del Museo de la Evolución Humana.
El trabajo ha consistido en analizar los quince fósiles marinos que desde el año 2016 se han descubierto en la excavación sistemática del nivel 4 del yacimiento, que tiene una datación de 46.000 años.
El estudio taxonómico de los fósiles ha dado como resultado que todos ellos pertenecen al filo de los moluscos (Mollusca), excepto uno de ellos, que se corresponde con el filo en el que se engloban los erizos de mar (Echinodermata).
De los moluscos, la mitad pertenecen a la clase de los bivalvos (Bivalvia) y la otra mitad a la de los gasterópodos (Gastropoda), y dentro de los gasterópodos la familia mejor representada con seis especímenes es la de los tylostoma (Tylostomatidae).
Los tylostomas son fósiles que pertenecen a la misma clase que los caracoles actuales y que pueden alcanzar los 10 cm, poseen una concha holostomada, con varias espiras, la última de las cuales es de mayor tamaño.
Los fósiles de tylostomas hallados en la cueva de Prado Vargas fueron caracoles que habitaron sobre la superficie de fondos marinos poco profundos hace millones de años, cuya formación se produjo durante el Cretácico superior, entre los 100 y los 66 millones de años, en la época de los dinosaurios, muchos millones de años antes de la aparición de los primeros homininos.
Los neandertales de la cueva de Prado Vargas, en sus continuos recorridos por el territorio en busca de alimento, maderas para fabricar sus jabalinas o sílex para tallar sus herramientas, localizaron varios depósitos donde afloran estos fósiles, y los recogieron y trasladaron hasta la cueva, a entre dos y cuatro kilómetros de distancia de los afloramientos con fósiles.
Un fin simbólico
El equipo investigador ha planteado diferentes hipótesis para explicar este comportamiento, ya que salvo en uno de los casos, ninguno de los fósiles hallados presenta estigmas que indiquen que fue utilizado como percutor para fabricar herramientas en piedra, lo que apunta a un significado más simbólico.
Así, los investigadores plantean desde un coleccionismo por razones estéticas a otro que buscaba utilizar los fósiles para intercambiarlos dentro del grupo o con otros grupos de neandertales; también pudieron ser elementos de juego en el propio campamento, o ser coleccionados para reforzar la identidad cultural como elemento de cohesión social.
Además, el estudio plantea la posibilidad de que la recolección pudieran realizarla los niños del grupo, pues el coleccionismo es una práctica característica de la infancia entre los homínidos.
Con independencia del objetivo, el estudio deja patente que, si bien los neandertales de Prado Vargas pudieron encontrar los fósiles intencionalmente o por casualidad, su transporte hasta la cueva fue deliberado, sistemático y repetitivo, por lo que se constata su impulso e interés por recolectar estos fósiles.
De esta forma, los neandertales de esta cueva burgalesa se han convertido, hasta el día de hoy, en los primeros coleccionistas de fósiles de nuestro proceso evolutivo.
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