España

De "colgar de los pies" al presidente a salvar el decreto de fondos europeos: Vox, el balón de oxígeno de Sánchez

A medida que se aceleran los órdagos de Vox, se asienta también la posición del PP. El resultado augura una oposición fragmentada en dos estrategias y una rivalidad constante por llevar la voz cantante en la pugna contra el Gobierno

Última polémica de Vox que ha escandalizado al PP y a toda la clase política. Este lunes, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha tenido que apagar los fuegos declarativos del presidente de Vox, Santiago Abascal, al a vaticinar que llegará un momento en el que el pueblo querrá "colgar de los pies" a Pedro Sánchez, en evidente referencia al tétrico final que tuvo Mussolini. Feijóo ha condenado las palabras de Abascal, al que ha acusado de hacerle un "gran juego" al presidente del Gobierno al "dividir" con sus proclamas.

No es la primera vez que Vox pone en un atolladero al PP y genera una situación de la que el PSOE saca rédito. Hace un mes, Génova rebajaba el discurso sobre la inmigración de Vox ante vocablos como "invasión" o "efecto llamada", desmarcándose de esos términos tras la crisis de los cayucos, aún abierta, en Canarias. La línea del PP sigue desmarcándose de Vox en medio de las tensiones que está generando la actuación de los de Santiago Abascal, como con los apoyos encendidos a las manifestaciones de Ferraz, como se pudo ver con la actuación del secretario general de Vox, Javier Ortega Smith.

El rumbo de Vox está obligando continuamente al PP a asentar su línea y a no dejarse marcar la agenda. Vox, además, sigue asentándose a nivel internacional, con Buxadé en las instituciones europeas y estrechando la mano a Viktor Orbán, el presidente de Hungría, con vistas a las elecciones europeas de junio. "España y Hungría unidas por un futuro de respeto y firmeza en la defensa y promoción de los valores y derechos fundamentales", declaraba Santiago Abascal tras reunirse con el presidente húngaro en la toma de poder de Javier Milei en Argentina.

El escenario del Congreso

Se trata de un juego que da rédito al PSOE a la hora de debatir con la oposición y permite a Pedro Sánchez recomponerse de ciertas operaciones políticas escabrosas rayanas en la temeridad, especialmente aquellas que conciernen a la seguridad nacional. Sin embargo, la bronca en el bloque de la derecha también se extiende en el juego que tiene Vox con su peso en la Cámara Baja, y que le ha llevado a desarrollar su propio juego. Solo hay que recordar cuando la abstención de los de Abascal logró salvar el decreto del Gobierno de los fondos europeos que regulaba la ejecución millonaria en la pandemia.

Las alianzas de PP y Vox en Extremadura, Castilla y León, Aragón y Comunidad Valenciana son la cantinela perfecta de Pedro Sánchez para expandir la sombra del miedo a la ultraderecha, argumentando que el PP es un partido camuflado. Sin embargo, la lectura del PP después de las generales es clara: Feijóo ya analizó que la fragmentación de la centroderecha era lo que había permitido a Sánchez gobernar con los partidos nacionalistas.

A medida que se aceleran los órdagos de Vox, se asienta también la posición del PP. El resultado augura una oposición fragmentada en dos estrategias y una rivalidad constante por llevar la voz cantante en la labor de confrontación con el Gobierno. De hecho, Vox ya ha cortado la relación con la cúpula del PP por "no unificar posturas" contra la amnistía y los pactos con el independentismo e incluye, cada vez más, en su agenda política el pulso con el PP para atraer al electorado más desencantado.

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