Llevamos mucho tiempo esperándolo, y parece que poco a poco, siempre con precaución y con cuidado, vamos volviendo a la normalidad. Una de las cosas que vuelven son los campamentos. El año pasado fueron muy pocos los que se arriesgaron a hacer alguno, y si lo hicieron fue con medidas excepcionales.
Desde Vozpópuli nos hemos puesto en contacto con diferentes organizaciones que realizan este tipo de actividades lúdico-educativas para descubrir cómo se han adaptado a las circunstancias concretas de este año.
Tanto organizadores como padres y niños han puesto todo de su esfuerzo para evitar que este tipo de actividades de verano se convierta en focos de contagio.
Por su parte, el Ministerio de Sanidad, en vista de que comenzaba la época estival, hizo público en junio de este año un documento en el que se informaba sobre las medidas que se debían seguir en los campamentos para “minimizar el riesgo de contagio”.
Aparte de las medidas obvias, como el uso de mascarilla o el confinamiento si se presenta algún síntoma, Sanidad estableció una serie de recomendaciones excepcionales que garantizasen la seguridad. Entre ellas, facilitar la “devolución de importe cuando se presenten en las fechas previas al desarrollo de la actividad síntomas compatibles con la covid-19”, crear una bolsa de monitores suplentes por si alguno no puede asistir por causas sanitarias o informar a los padres de que limiten al mínimo sus contactos los días previos al inicio del campamento.
¿Es necesario presentar test negativo?
Una de las medidas que más ha llamado la atención es que Sanidad no obliga a presentar una prueba de diagnóstico negativa, salvo en las provincias en alerta 2 o superior. Muchos padres consideran que es bueno para la seguridad la obligatoriedad de presentar un test negativo. Pilar, madre de dos menores que han participado en un campamento, defiende que en estos casos los test deberían ser gratuitos, o al menos ser más baratas, porque las pruebas diagnósticas tienen “un precio elevado” y son claves para evitar la propagación.
Debido a que no es obligatorio presentar PCR negativa, algunos campamentos (los que menos) han decidido no hacerla. En cualquier caso, en todos se debía firmar “un papel en el que declaraban que la persona participante no había tenido síntomas compatibles con la covid-19 en los anteriores 14 días ni había tenido ningún contacto estrecho o indirecto con ninguna persona con coronavirus”, tal y como informaba Laura, monitora de un campamento de una institución religiosa.
Estudiar los protocolos
Para los organizadores ha sido todo un reto, porque tenían que realizar las actividades con grupos de tamaño reducido, no más de seis personas. Cristina Gil, organizadora de varios campamentos por toda España, ha explicado a Vozpópuli que este año han tenido que realizar un estudio previo de los protocolos de las comunidades a las que iban. “Da un poco más de trabajo pensar la logística y tener que comprobar que se cumplen las medidas, pero te haces a todo”, asegura.
Considera que ha sido fundamental la actitud de los menores, que “han sido muy conscientes y responsables”. Como dice Juan, un niño que ha participado en un campamento en Guadalajara, “tampoco cambia mucho a nuestro día a día en el cole; estamos acostumbrados a las mascarillas, al gel y a comer separados”.
Los monitores han tenido un papel fundamental en esta reactivación de las actividades de verano, ya que al fin y al cabo eran los que tenían el contacto diario con los menores. Laura y Álvaro son dos de esos monitores, y los dos han destacado la importancia de los “grupos burbuja”, con el objetivo de minimizar el contacto entre niños, tal y como establece el Ministerio de Sanidad.
Necesario para los niños
Cuando se les pregunta a los padres por qué han decidido que sus hijos vayan a campamentos, aseguran que “los niños necesitan estas actividades en las que aprenden y crecen en virtudes”. Además, confían en los monitores y organizadores, como señala Pilar.
Todos tenemos ganas de que acabe esta pandemia, incluidos los niños, pese a que hayan sido los grandes maestros durante la pandemia. Como dijo Álvaro, en los campamentos “se palpa en el ambiente las ganas de disfrutar cada segundo de los chavales”.
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