Pedro Sánchez ya ha sido investido y Compromís ha llegado tarde a sus exigencias para que el presidente del Gobierno atienda las necesidades de los valencianos. La presión que ahora quieren ejercer contrasta con las firmas 'individualizadas' del PSOE con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Junts per Catalunya, Bildu, Partido Nacionalista Vasco (PNV), Bloque Nacionalista Gallego (BNG) y Coalición Canaria.
Todos y cada uno de esos partidos firmantes han conseguido mejoras significativas para sus territorios de referencia con carácter previo a la investidura de Sánchez.
Deseos y promesas
Compromís, enmarcado en el grupo de Sumar en el Congreso, también hizo una firma conjunta con el PSOE escenificada por Yolanda Díaz. Compromís vio cómo en ese acuerdo de Gobierno se establecían propuestas y deseos frente a las realidades y penalizaciones (que pueden costar el mandato a Pedro Sánchez si no se cumplen) de los independentistas vascos, catalanes, gallegos y de los regionalistas canarios.
La plataforma Compromís nació con el espíritu del nacionalismo valenciano en una de sus patas fundacionales (especialmente la de Compromís, antiguo Bloc). Esa estricta obediencia valenciana se ha esfumado en las negociaciones previas a la investidura.
Visita de Díaz y voces críticas
Yolanda Díaz, la vicepresidenta segunda, estuvo las semanas previas a la investidura dorando la píldora a sus compañeros de Compromís en el Congreso para que apoyasen a Sánchez y prometiendo mejoras en la financiación de la Comunidad Valenciana. Por escrito, apenas una referencia en el acuerdo de Gobierno PSOE-Sumar.
La presencia de Yolanda Díaz en Valencia junto a los referentes de Compromís en la Cámara Baja hacía pensar en otra cosa, pero hay muchas voces críticas en la coalición nacionalista, según ha podido comprobar Vozpópuli. "Hemos vuelto a demostrar el escaso poder valenciano", aseguran varios de los referentes a los que ha preguntado este medio.
Lógicamente, nadie quiere salir a la palestra a decirlo con excesiva fuerza y prefieren hacer "posibilisimo" y ver "qué se puede conseguir a lo largo de la legislatura".
Cuatro escaños, con matices
La realidad es que Compromís contaba con 2 escaños propios en la coalición con Sumar para la cita electora del 23-J: los de Àgueda Micó (Més Comprmís) y Alberto Ibáñez (Iniciativa del Poble Valencià). Los dos fueron elegidos diputados como números 1 y 2 por Valencia y no lograron una firma singular con Pedro Sánchez.
Tampoco el número 3 por Valencia, Nahuel González, de Gandia, y militante de Esquerra Unida. Antes de la cita electoral pedía la "mejora de la financiación y de las conexiones de transportes público (Cercanías, Corredor Mediterráneo...), como sus dos compañeros de lista. Pero no hubo exigencia a cambio de votar a Sánchez en la investidura.
Y mucho menos exigió tal condición (que sí hicieron los otros grupos nacionalistas y regionalistas) el cuarto diputado de la plataforma, y número 1 por Alicante, Txema Guijarro. Militante de Podemos, expulsado del partido, e integrado ahora en Sumar de la mano de Yolanda Díaz, que lo ha situado como secretario general de Sumar en el Congreso.
Su discurso antes de las elecciones se centraba en advertir que "los partidos independentistas, nacionalistas o regionalistas son fundamentales para garantizar la gobernabilidad de este país" y reclamaba un cambio en la fiscalidad con el aumento de los pagos de las grandes rentas. Después de ser elegido no ha habido exigencias en clave valenciana a cambio de su voto.
Misma debilidad que con Ximo Puig
Compromís se sumó a los acuerdos globales de Sumar con Sánchez pero olvidó la vía valenciana más allá de asegurar en público que pedirían una mejora de la financiación, o más inversión en infraestructuras como las Cercanías y otras cuestiones que ya recogían en su programa electoral.
Sin embargo, en los 8 años que compartieron Gobierno autonómico con Ximo Puig no fueron capaces de que Pedro Sánchez atendiera las necesidades más básicas de la región y que llevan años bloqueadas.
Nada cambiará
"¿Por qué ahora va a ser diferente?" comenta a Vozpópuli uno de los históricos de la coalición. Y esa pregunta parece acertada. Nada indica que la presión que ahora quiere realizar Águeda Micó para condicionar su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2024 a que se aplique la agenda valenciana vaya a ser efectiva.
Tras la investidura de Pedro Sánchez y sin una firma singularizada antes de ese hito, es mucho más complicado. Nada le compromete realmente y menos estando Compromís bajo el paraguas de Sumar en el Congreso.
Un frente común inexistente
Los pactos que el presidente valenciano, Carlos Mazón, quiere establecer con el PSOE valenciano, Compromís y Vox, para hacer fuerza de manera conjunta en las enmiendas para la confección de esos PGE están condenados al fracaso.
Esas sinergias no se van a producir tal y como ya han anunciado Ximo Puig y Joan Baldoví, mientras que en Vox tampoco son proclives a solucionar el tema de la deuda.
La reforma del modelo de financiación autonómica que necesita la Comunidad Valenciana; inversiones acordes a su peso territorial y poblacional; un calendario 'creíble' de pago de la deuda en materia de dependencia y del gasto sanitario de los desplazados; la postura común para lograr recuperar el Derecho Civil valenciano; y la garantía de los recursos hídricos menguantes de los valencianos, no han tenido ningún avance significativo y es difícil que lo tengan.
El resto, avanza
Mientras el 'lobby' valenciano se diluye una legislatura más, los 7 diputados de Junts (al margen de toda la agenda relacionada con la independencia) han logrado por escrito que Cataluña consiga la gestión del 100% de los tributos que se pagan en su territorio.
Los 7 diputados de ERC han logrado, también por escrito, que se condonen 15.000 millones de la deuda de la región, más el traspaso y financiación para el servicio de Cercanías, y los recursos económicos para incorporar a 3.739 Mossos d'Esquadra.
Los 6 diputados de Bildu pidieron la Alcaldía de Pamplona, como avanzó Vozpópuli (y más cuestiones que aún no han trascendido) como condición para la firma del acuerdo con Sánchez, mientras que los 5 del PNV lograron la cesión de las competencias en la gestión de las pensiones y un sinfín de beneficios fiscales y transferencia de competencias pendientes según establece el Estatuto de Guernika.
BNG y Coalición Canaria
El caso más sangrante para Compromís –por tener menos 'armas' para negociar que ellos– ha sido el del único diputado del BNG que ha logrado pactar con Sánchez una condonación de deuda para Galicia: la quita del 20% que supondría una reducción de 12.333 millones.
También ha conseguido rebajas en las autopistas AP-9 y AP-53 y la mejora e implantación del servicio ferroviario de Cercanías que se iniciará con los trayectos Vigo-Pontevedra y La Coruña -Ferrol. La creación de más juzgados de violencia de género y la mejora de las pensiones son los otros dos acuerdos destacados exhibidos por el nacionalista gallego.
La única diputada de Coalición Canaria, por su parte, también sacó beneficio de la pre-investidura de la que se 'borró' Compromís. Tiene firmado un documento, para continuar brindando su apoyo a Sánchez, por el que éste debe transferir recursos a las islas por valor de 3.500 millones de euros en 3 años.
Y el Gobierno que encabeza Sánchez también está obligado a ejecutar todas las enmiendas pactadas con Coalición Canaria en los PGE de este año como es el caso de la transferencia de 100 millones de euros para la recuperación de la isla de La Palma.
El desarrollo del Estatuto de Autonomía (mediante reuniones bilaterales) y transferir las competencias que en él se determinen son otras exigencias aceptadas por Sánchez.
En definitiva, Compromís no ha podido exprimir sus 4 escaños (y ha perdido su teórica posición de independencia respecto a proyectos políticos de ámbito nacional) en una legislatura en la que Pedro Sánchez ha garantizado a los partidos nacionalistas y regionalistas grandes sumas de dinero para los vecinos de sus territorios de referencia.
La alianza con Sumar ha sido fructífera para los nacionalistas valencianos a nivel de votos en las elecciones generales, pero, a la vez, le ha impedido marcar un acento propio y se ha diluido en esa plataforma tan heterogénea.
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