El Gobierno valenciano que encabeza Carlos Mazón quiere hacer unas cuentas "rigurosas" para 2024. Eso implica pasar por una travesía del desierto financiero-económica para cuadrar los números, ya que en el arranque de los Presupuestos para el próximo ejercicio el binomio PP-Vox contará con 1.700 millones menos de los que dispuso el Ejecutivo de Ximo Puig el pasado año.
La consellera de Hacienda, Ruth Merino, reconoce las "dificultades" que va a tener la elaboración de estos Presupuestos de la Generalitat, aunque asegura que "no habrá recortes de servicios públicos esenciales".
Sin perjudicar a los valencianos
Y es el gran objetivo de Mazón, que la ciudadanía no sufra los recortes iniciales de la partida de ingresos y se puedan conformar unas cuentas autonómicas más ajustadas a la realidad de la situación financiera y económica de la Comunidad Valenciana.
Los últimos Presupuestos del Gobierno sustentado por PSPV y Compromís se acercaron al balcón de los 30.000 millones de euros. La subida global se basó en una subida de los ingresos de tasas e impuestos autonómicos por la elevada inflación y también por partidas de ingresos presupuestadas a sabiendas de que no llegarían a las arcas de la Administración autonómica.
Ingresos ficticios
La primera partida que el Ejecutivo de Mazón no va a incluir en las cuentas de la Generalitat para el próximo ejercicio es la de los 1.336 millones de euros que el Gobierno valenciano ha incluido en los últimos 8 años reivindicando la infrafinanciación que sufre la región.
Mazón, compartiendo ese análisis en el que todos los expertos coinciden, no quiere que se incluyan en los Presupuestos porque contribuirían a aumentar el déficit y, por ende, la deuda de la Comunidad Valenciana. La deuda global supera los 55.000 millones de euros y cada valenciano adeuda ya 12.218 euros, situación a la que el presidente valenciano actual quiere poner freno.
Este reto no lo tendrá fácil porque hay otros condicionantes que dificultan poder cuadrar los Presupuestos. Uno de ellos es consecuencia de otra decisión de Mazón con la que concurrió a la campaña electoral, como es la rebaja de la presión fiscal.
En ese capítulo destaca la bonificación al 99% del impuesto de Sucesiones y Donaciones que en la práctica supone su casi total eliminación. La recaudación en 2022 era de 350 millones y para el actual ejercicio esas previsiones se elevaron hasta los 392 millones de euros.
Esta partida, sumada a la renuncia a reclamar al Gobierno vía Presupuestos (algo estéril) la infrafinanciación que sufren los valencianos, supone que la Generalitat parte con más de 1.700 millones de euros de desventaja sobre el anterior Ejecutivo.
Reactivación económica
La reactivación económica es la principal esperanza de Carlos Mazón para paliar esta merma de ingresos en el arranque de los Presupuestos, pero la incertidumbre en la Comunidad Valenciana es grande. La elevada inflación supone una presión para el bolsillo de los ciudadanos muy grande.
Los altos precios de los combustibles repercuten, más allá de la movilidad, en toda la cadena de precios en sectores básicos como el de la alimentación. Los efectos energéticos de la guerra entre Rusia y Ucrania también contribuyen a ese padecimiento de la población a la hora de poder llegar a final de mes.
La subida continua de los tipos de interés también han tirado al alza con fuerza del principal índice de referencia para las hipotecas como es el Euríbor, lo que ha agudizado la falta de ahorro de las familias y la escasa seguridad en que el ciclo del consumo mueva la rueda de económica en la Comunidad Valenciana.
Mazón, pese a todo, ha decidido mantener su política económica y reducir la presión fiscal en el territorio, ha rebajado también el gasto superfluo en la Administración y confía en que los números que le han ido pasando los diferentes expertos económicos para la elaboración del Presupuesto, se puedan cumplir.
Fin de las 'comisiones mixtas'
Las cuentas de la Generalitat, que irán cobrando forma a lo largo del próximo mes de octubre, no tendrán esta vez las tensiones que registraron los últimos 8 años con las denominadas 'comisiones mixtas' entre representantes del Gobierno valenciano pertenecientes a PSPV y Compromís.
Mazón tiene claro que "soy el presidente de todo el Gobierno", por lo que será la Conselleria de Hacienda liderada por Ruth Merino la que se encargue de las negociaciones con los diferentes departamentos del Ejecutivo, ya estén dirigidos por PP o por Vox, como se hacía tradicionalmente en la época de las mayorías absolutas de PP o PSOE.
Equilibrio presupuestario
Los Presupuestos de la Generalitat para 2024 contarán, además, con otro factor de clara presión respecto al pasado ejercicio. El objetivo de déficit establecido por el Programa de Estabilidad que España envió en abril a Bruselas es del 0%.
El equilibrio presupuestario es más exigente que el 0,3% reclamado para 2023, pero supone dar un margen de dos décimas respecto al Programa de Estabilidad anterior que fijó en un superávit del 0,2% la previsión para 2024.
Tampoco ayuda el hecho de que el Gobierno en funciones de Pedro Sánchez no haya comunicado aún a las Comunidades Autónomas las entregas a cuenta del sistema de financiación que son básicas para el gasto real de la Administración autonómica.
Esta circunstancia ha provocado que, como reconoce la consellera de Hacienda, Ruth Merino, "vayamos un poco a ciegas" y fiándose de previsiones expertos del mundo económico tanto en la Administración autonómica como estatal.
El 'factor' catalán
Y en el Consell también son conscientes de que el factor político puede jugar un papel muy importante en esta cuestión. Si Pedro Sánchez sigue al frente del Gobierno de España es muy probable que siga sin revisarse el modelo de financiación autonómico que es el talón de Aquiles de la deuda de la Comunidad Valenciana.
Además, la presión de los independentistas catalanes aumenta hacia el presidente en funciones y si consiguen inversiones y ayudas de manera bilateral, como están ya reclamando, es probable que esos fondos se tengan que detraer de los que podrían ir destinados a Autonomías como la murciana, la valenciana, la andaluza o la castellana-manchega que están en el furgón de cola del modelo que dejó como legado José Luis Rodríguez Zapatero.
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