Comunidad Valenciana

COMUNIDAD VALENCIANA

El Gobierno de Puig fracasa sin las ayudas extra por el Covid y triplica el déficit en 2022

La falta de financiación autonómica lastra el futuro de la región y la subida de tipos de interés amenaza al próximo Ejecutivo autonómico que podría verse obligado a contener el gasto o a subir aún más la presión fiscal

Sánchez busca a la desesperada una foto con Elon Musk en plena campaña electoral
El presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez Europa Press

El Gobierno valenciano que encabeza Ximo Puig ha certificado un fracaso económico en el ejercicio cerrado de 2022 y, ya sin las ayudas extra para la contención del Covid 19, ha triplicado el déficit de la Generalitat. La escalada ha sido significativa y preocupante por lo que tiene de estructural en la última década y porque es un lastre para el futuro de la Comunidad Valenciana.

En 2021, con una inyección de 2.835 millones de euros del Estado, el Ejecutivo autonómico fue capaz de aguantar el tirón y moderar el déficit que se situaba en 1.292 millones de euros, lo que representaba el 1,1% del Producto Interior Bruto (PIB) regional.

No eran cifras para lanzar cohetes pero permitía mantener una cierta cordura presupuestaria. En 2022, según los datos del Banco de España y del Ministerio de Hacienda –ya sin la respiración asistida de los fondos extra para recuperar la normalidad tras la pandemia– ese déficit se ha disparado. El desfase entre ingresos y gastos se ha triplicado respecto al año anterior y Puig ha cerrado el ejercicio con una cifra negativa de 3.847 millones de euros.

La imposibilidad de mantener un mínimo de equilibrio en las cuentas se ha acentuado significativamente y esa cifra equivale ya al 3,11 del PIB de la Comunidad Valenciana. Los datos son muy preocupantes, aunque no sean novedosos en la última década.

Puig criticaba el 'despilfarro' del PP

La última etapa de gobiernos del PP ya demostró que la falta de una financiación autonómica adecuada impedía alcanzar el equilibrio presupuestario que tenían otras Comunidades Autónomas. Esa fue una de las críticas que, al margen de la corrupción, le valió a Ximo Puig para llegar a la Presidencia de la Generalitat.

La realidad, sin embargo, se ha impuesto y lo que antes Puig califica de 'despilfarro' de los dirigentes populares se ha convertido ahora en un gasto 'necesario' para mantener la calidad de los servicios públicos.

El bucle de déficit en el que han entrado los gobiernos del bloque de izquierda durante los últimos 8 años no ha contenido la deuda sino que la ha disparado a niveles impensables al principio de siglo. La Comunidad Valenciana ha elevado este capítulo hasta los 55.032 millones de euros, según los datos oficiales.

Deuda: 15.000 millones más en 8 años

Los dos mandatos de Puig se han concretado con un aumento de la deuda de 15.000 millones de euros respecto a la que heredaron de los gobiernos autonómicos sustentados por el PP . Ello, además, sin que haya habido unas inversiones en infraestructuras viarias, educativas y sanitarias tan elevadas como las que se produjeron en aquellos años.

Con el déficit fuera de control y la Comunidad Valenciana liderando la clasificación de todas las autonomías atendiendo a este desfase entre ingresos y gastos, la mirada de la Generalitat se vuelve hacia la infrafinanciación. El modelo alumbrado por José Luis Rodríguez Zapatero se ha revelado dañino para los intereses de los valencianos y ningún Gobierno posterior ha corregido los desajustes y tan sólo han puesto parches para cubrir de manera coyuntural el agujero presupuestario vía Fondo de Liquidez Autonómica (FLA).

Sánchez, continuista

Puig comenzó su primer mandato asegurando que cambiarían el modelo en cuanto el PSOE llegara a la Moncloa. La presencia de Pedro Sánchez ha aportado en ocasiones más ayudas coyunturales que en épocas pasadas pero el modelo sigue sin reformarse. En junio de 2022 Puig afirmó que salían "muy contentos" de la reunión del Consejo de Política Fiscal porque empezaban a "aceptarse las tesis de la Generalitat" en cuanto a sus necesidades.

Ese optimismo se ha visto rebajado por las cifras que, al cierre del pasado año, se han constatado. A poco más de mes y medio para el 28-M, la mejora del modelo de financiación autonómica va a entrar de nuevo en campaña pero el próximo gobierno se encontrará con la negativa del Gobierno catalán a reformar el reparto (ni siquiera acuden a las últimas reuniones del Consejo de Política Fiscal) porque la discrecionalidad siempre le ha beneficiado.

Previsible bajada recaudatoria

El contexto para 2023 no es mejor que el pasado porque la subida de los tipos de interés va a elevar los gastos de financiación de la elevada deuda de la Generalitat de manera significativa. Y la recaudación va a bajar tanto en impuestos directos como indirectos, ya que la contención de la inflación provocará esa bajada en los ingresos del Gobierno autonómico valenciano.

Si a ello se suma los gastos comprometidos a última hora para 'apuntalar' la campaña electoral del actual Ejecutivo de Ximo Puig, el panorama para el siguiente presidente puede resultar desolador. La vía de la subida de impuestos parece difícil, ya que la Comunidad Valenciana triplica la media de las Autonomías en la presión fiscal a sus ciudadanos.

La reforma del modelo de financiación se presenta así como el único salvavidas para la Generalitat que le pueda ofrecer a futuro un equilibrio presupuestario y cierta autonomía financiera. Hay que recordar que el Gobierno valenciano depende del FLA ante la imposibilidad de acudir a los mercados para financiar su deuda debido a su situación de quiebra técnica, si se aplica a cualquier empresa o economía particular.

Si esa premisa no se cumple, los retrasos en los pagos (como ya ha sucedido con profesores y sanitarios en esta legislatura) se pueden disparar y atendiendo a los números oficiales, la herencia de los valencianos en los próximos años será la de tener menos oportunidades que la media de los ciudadanos españoles.
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