Comunidad Valenciana

Incendios, derrumbes y problemas pulmonares: los efectos secundarios de la riada en Valencia

Dos grandes incendios en solares habilitados para almacenamiento provisional de enseres y vehículos vuelve a revelar la falta de efectivos para su retirada

Los peligros para los vecinos de los 78 municipios afectados por la riada del 29 de octubre son múltiples después de 50 días de la bajada de las aguas. Los incendios, el estado ruinoso de numerosos inmuebles y las enfermedades pulmonares están entre los principales riesgos que afrontan miles de valencianos.

Sólo esta semana (desde el pasado domingo por la noche) se han registrados dos incendios en solares habilitados para el almacenamiento provisional de enseres y vehículos. El primero se originó en una cantera de Alberic donse se apilan toneladas de enseres procedentes de las localidades desvastadas por la riada a la espera de su destrucción definitiva.

Desalojos

La nube humo tóxica ha obligado a desalojar la urbanización cercana de San Cristóbal y tres residencias de mayores. Problemas añadidos a los ya innumerables causados directamente por la tragedia.

Hay una intencionalidad detrás de este siniestro, según lo que han transmitido las autoridades, y pone de manifiesto la falta de seguridad en estos recintos y los escasos efectivos para su retirada y destrucción definitiva. La insuficiencia de los recursos es recurrente desde que la triple riada asoló la provincia de Valencia.

El segundo de los fuegos tuvo su origen en un solar de Catarroja donde se amontonan centenares de vehículos que contienen gasolina, gasoil y baterías eléctricas, por lo que habrá que hacer una descontaminación del área acotada.

Retirada más ágil

Este incendio que ya ha sido extinguido también revela que 50 días después los vecinos tienen que seguir conviviendo con una estampa cotidiana como es la de atravesar en su rutas diarias inmensas filas de coches destrozados por la furia del agua y que permanecen apilados en varias alturas.

Coches amontonados en Catarroja

Incrementar la seguridad de los recintos habilitados y aumentar los recursos de retirada para parece pues perentorio para solucionar esta situación que, de manera increible, se sigue prolongando en el tiempo.

En esta cuestión también hay una guerra abierta entre Gobierno y Generalitat. La delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé, pedía más rapidez al Ejecutivo autonómico en la retirada de vehículos, aunque la realidad es que el Gobierno decretó (semanas después de la riada) estos coches como residuos y la titularidad para su retirada es de los Ayuntamientos.

Así que el Consell lo que está haciendo es ayudar a los consistorios a esa retirada que es gigantesca, ya que se establecieron campas inicialmente para acumularlos, posteriormente se depositaron en puntos intermedios y ahora es de esos puntos de donde se están retirando hasta sus destinos definitivos de tratamiento.

Otra cuestión que preocupa a los vecinos y que afecta de lleno a su vida es el estado en el que han quedado sus inmuebles tras el paso del agua o el almacenamiento del líquido elemento en garajes y ascensores durante semanas.

Demoliciones e inhabitabilidad

El resultado es que a día de hoy hay ya 225 viviendas que han tenido que ser demolidas total o parcialmente, mientras que 220 han sido apuntaladas y casi 1.700 han sido declaradas como inhabitables. Otro número es el de 514 viviendas que mantienen a sus inquilinos fuera por sufrir graves daños, aunque en algunos casos sí podrán ser rehabilitadas.

Esta factura social es muy elevada por la necesidad de buscar alojamientos alternativos y a precios asequibles a familias que sufren el desarraigo añadido a la pérdida material de vehículos y negocios y, en muchos casos, de la vida de familiares o amigos.

Y los que sí tienen inmuebles con una solidez estructural que les permite seguir habitándolos se enfrentan a otros problemas más invisibles. La permanencia de la humedad en el interior hace que el moho y las bacterias proliferen, facilitando la aparición de enfermedades pulmonares o reumáticas y el riesgo para personas con enfermedades crónicas previas es mayor.

Vacunación

La campaña de vacunación contra la gripe y la Covid está registrando más afluencia que en años anteriores en las zonas afectadas por la riada, por la concienciación de sus vecinos de la necesidad de hacer frente a estos posibles brotes.

El agua estancada en el exterior también presenta otros peligros como es el riesgo de que heridas superficiales entren en contacto con estas aguas que han albergado animales muertos y se infecten.

El uso de la mascarilla está aconsejada por los expertos, especialmente la FFP2, y ya es habitual en muchas poblaciones hasta que no se consigan erradicar los focos de aguas estancadas y se sequen las paredes de las casas para permitir volver a pintar y acondicionar los inmuebles en condiciones sanitarias idóneas.

Estos retos se suman a la necesidad de mejorar la movilidad y la llegada de las ayudas para reestablecer el tejido económico gravemente afectado en todos sus sectores (industrial, pymes, servicios, agricultura y turístico, entre otros). Un largo camino por recorrer.

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