Las víctimas del epsiodio de lluvias torrenciales que se registraron ayer en la provincia de Valencia tuvieron un demoninador común como fue el de encontrarse los vecinos con una 'ola' que viajaba a gran velocidad y que subió de nivel súbitamente sin dar apenas opción a quienes se encontraban expuestos a ella.
La mayoría de las víctimas confirmadas hasta primera hora de la tarde se encontraban en Paiporta, el municipio del área metropolitana de Valencia donde más de 35 personas han perdido la vida. La velocidad de arrastre de las aguas que bajaban por el barranco del Poyo fue "tremenda" y "nunca antes vista", según los testigos consultados por Vozpópuli.
Enorme altura
En zonas de esta localidad la altura de esa 'ola' destructora alcanzó casi los tres metros (un segundo piso) como en la pedanía de La Torre en Valencia y en otras poblaciones como Pedralba. En muchos sitios 'escaló' un metro más que en la riada de 1957 que dejó 81 personas fallecidas.
El patrón ha sido similar en la treintena de municipios más afectados por las inundaciones. En unos casos como en Utiel y Requena por el desbordamiento del río Magro que arrastró a vecinos en sus vehículos y a varias personas de avanzada edad que no pudieron hacer frente al agua que entró en sus casas.
Aguas abajo, este río y el barranco del Poyo, que se nutrió de los casi 500 litros caídos en la localidad de Chiva, conformaron un cóctel letal difícil de imaginar por su fuerza desatada.
Trampas mortales
Paiporta, Picanya, y municipios como Sedaví, Benetússer, Alfafar, Silla, y muchos otros del área metropolitana de Valencia en su zona sur fueron auténticas trampas mortales. Miles de atrapados en sus vehículos trataron de salir por las ventanas y subir al techo pero la fuerte presión del agua les impidió abrir las puertas o ventanas. Muchos han sido encontrados sin vida dentro de sus vehículos, algunos de ellos bebés.
Los garajes también han sido un elemento generalizado de conflicto al tratar las víctimas de sacar sus coches y perecer en el interior de los mismos o al salir con el vehículo y ser arrastrrados con ellos. En Massanassa un vecino fallecía en el ascensor que se quedó bloqueado en el garaje previamente inundado.
Polígonos y plantas bajas
Más al sur, en la comarca de la Ribera, el río Magro se desbordaba y en su confluencia con el Júcar aumentaba el caudal inundando varias poblaciones y dejando a miles de vecinos aislados. Las plantas bajas, los bajos comerciales y los polígonos industriales se convirtieron en refugios inicialmente que para muchas personas resultaron letales.
Alejados de esta tipología destructiva, un edificio de cuatro alturas se derrumbaba en Sot de Chera por la fuerza de las aguas desbocadas del río Turia (que recibía los más de 450 litros por metro cuadrado caídos en Pedralba). Un niño de 4 años perdía la vida al desplomarse el inmueble mientras contemplaba la riada desde la ventana, junto a su padre, que se encuentra desaparecido.
Y muchos habitantes de las zonas afectadas también fueron, simplemente, arrastrados por la fuerza de las aguas cuando caminaban por sus municipios (en algunos de ellos apenas había llovido y no podían imaginar lo que se les acercaba) sin que pudieran agarrarse a árboles, farolas, coches o rejas de los ventanales que han salvado la vida de centenares de valencianos.
Son algunas de las tragedias a las que se va poniendo cara con el paso de las horas y que muestra la crueldad de un episodio de lluvias anunciado pero que ni siquiera en su pico más alto contemplaba cantidades tan elevadas y, sobre todo, nunca tan hacia el interior de la provincia.
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