El compromiso del PP valenciano cuando concurrió a las elecciones de autonómicas y locales del pasado 28 de mayo era claro: "rehabilitar la imagen de Rita Barberá". Y en esa tarea se ha aplicado la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, quien ha culminado en el pleno de esta semana la agenda de desagravio que, por momentos, el propio PP propició contra la exprimera edil de la capital del Turia.
La aprobación del nombramiento como alcaldesa honoraria de Valencia a título póstumo y la rotulación del Puente de las Flores que ahora llevará el 'apéndice 'apellido' de 'Alcaldesa Rita Barberá", han sido las dos decisiones que han salido adelante en el plenario municipal con los votos de PP y Vox y con la negativa de la oposición: PSPV y Compromís.
Una nueva impronta
El título honorario para quien trabajó como alcaldesa de Valencia durante 24 años no parece discutible si se atiende a que la gran metamorfosis de la ciudad a finales del siglo pasado y principios del actual se produjo con Barberá al frente del Consistorio.
La culminación del espacio metropolitano de ocio en el antiguo cauce del río Turia; la Ciudad de las de Artes y las Ciencias; el espacio marítimo portuario de la Marina conquistado para los vecinos; la implantación de políticas de barrio con nuevas zonas verdes o equipamientos culturales, deportivos y otras de carácter más general como el Parque de Cabecera o el Bioparc le dieron un lavado de cara modernista a la ciudad.
Gran parte del efecto tractor turístico de Valencia llegó de la mano de algunas de esos grandes equipamientos y otros no son tan visibles pero la labor en el subsuelo redujo las inundaciones en la ciudad cuando los episodios de gota fría (hoy denominadas DANA) apretaban.
Hasta la movilidad actual con los carriles bici arranca bajo los gobiernos de Barberá en una gestión de 24 años con mucha luces (que permanecen hasta la fecha) y sombras como la difícil mejora de los barrios de la fachada marítima (que hoy sigue enquistada después de 8 años de Gobierno de Compromís y PSPV) y otras que quedan por dirimirse en los tribunales.
La que obtuvo el apelativo de 'alcaldesa de España' ya no podrá defender su nombre. Su fallecimiento el 23 de noviembre de 2016 lo impide. Y también su condena.
Proyección al exterior
María José Catalá ha querido recuperar la estela de Barberá y apuesta por atraer para Valencia grandes eventos que atraigan inversión, turismo y la atención sobre la ciudad. Rita apostó por la Fórmula 1 (por la que hoy sueña Isabel Díaz Ayuso en Madrid y de la que los catalanes nunca quisieron prescindir) y por la America's Cup de Vela (con la que hoy Barcelona también presume).
Partidarios y detractores tienen claro que la rehabilitación de la imagen de Rita Barberá era algo 'justo' a tenor de sus méritos en la gestión de la ciudad donde su huella es perceptible. El PP la abandonó, como a muchos otros, en el momento de máxima presión sobre las siglas nacionales por el caso Gürtel y sus derivadas.
Sin unanimidad
Esas sombras que afectan al entorno político y familiar de Barberá son las que ha argumentado la oposición para no dar su bendición al nombramiento como alcaldesa honoraria. Para los socialistas, con Sandra Gómez a la cabeza, sería "prudente" esperar a ver si los tribunales determinan qué dinero público se pudo utilizar para campañas electorales del PP local.
Además, añade que "una alcaldesa que pudo ser investigada y condenada por corrupción no merece tener hoy un trato de honores en nuestra ciudad” y afea que Catalá trate de "blanquear" esa situación.
En el ojo de ese huracán esta José María Corbín, cuñado de Rita, y que es uno de los principales sospechosos de haber impulsado las prácticas irregulares. Su mujer, Asunción, era la jefa de gabinete de Rita Barberá y falleció este pasado verano.
En su entorno político quien peor parado sale es Alfonso Grau, durante años mano derecha de Rita Barberá en el Ayuntamiento y que está juzgado por delitos de cohecho y malversación de fondos públicos para financiar las campañas electorales del PP de Valencia de 2007 y 2011.
Pese a todo, la postura del PSOE de enmendar la gestión de 24 años de Rita Barberá no evita que uno de sus candidatos que se enfrentó sin éxito a la entonces imbatida alcaldesa Rafa Rubio, es también uno de los principales sospechosos de prácticas ilícitas en el caso Azud que investiga mordidas a cambio de adjudicaciones de Administraciones Públicas.
Compromís, con Joan Ribó a la cabeza se limita a decir que rehabilitar a Rita Barberá "no es una prioridad" y emplaza también a la finalización de los procesos judiciales.
Para Ribó, Barberá también fue una pesadilla política a la que no pudo 'hincar el diente' hasta 2015 (tenía ya 68 años y tres legislaturas como diputado autonómico a sus espaldas) con el derrumbe del PP a nivel nacional, autonómico y local por la 'causa general' por casos de corrupción que acabó pasándole una seria factura a los populares.
Vox pide más
Por conta, Vox, sí ha apoyado el nombramiento de Rita Barberá y, en este caso, entiende que se ha quedado "corto". Su portavoz local Juanma Badenas entiende que poner el nombre de Barberá al Puente de las Flores es algo "escaso para los merecimientos y el trabajo que hizo por la ciudad".
Estos elogios son entendibles porque cuando el PP arrinconó a Barberá, una parte del legado político de la exalcaldesa se refugió en estas siglas a nivel local.
El paso del tiempo y los gestos del PP para colocar la figura de Rita Barberá al nivel que correspondería en función de su gestión en la ciudad de Valencia han ido mitigando ese trasvase.
Mazón y Feijóo
Esos pasos hacia la reconciliación no habrían sido posibles sin la colaboración plena tanto del presidente autonómico del PP, Carlos Mazón, como el nacional, Alberto Núñez Feijóo, que han ensalzado su figura en actos de partidos de carácter local, autonómico y nacional (como el homenaje realizado en la XXVI Convención Intermunicipal del PP celebrada en Valencia el pasado mes de febrero.
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