El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, nunca digirió bien que Ximo Puig optara por Susana Díaz frente a su figura en la disputa por el cetro del PSOE allá por octubre de 2016 y hasta mayo de 2017. Esa relación con el presidente autonómico valenciano nunca ha sido fluida por mucho que desde el Palau de la Generalitat se afanan en asegurar a Vozpópuli que "actualmente no es mala".
El caso es que aquellos roces (o colisiones) orgánicas originarias provocaron que Sánchez, una vez recuperada la secretaría general del PSOE patrocinará a Rafa García como alternativa a Puig en la lucha por el liderazgo del PSOE valenciano en 2017. A la primera oportunidad Sánchez intentó cobrarse la factura contra quienes no le apoyaron en su carrera hacia el liderazgo del partido.
Los 'puñales' de Sánchez hacia Puig llegaron incluso a temas tan sensibles como la desescalada en el confinamiento de la población por la pandemia de coronavirus y en mayo de 2021 la Comunidad Valenciana no entró en la fase 1 como sí lo hicieron otras regiones con indicadores similares a los que se registraban en Valencia, Alicante y Castellón.
La candidata en Valencia ciudad
Esta legislatura Pedro Sánchez aún ha lanzado otra 'puyita' a cuenta de la candidata socialista en Valencia ciudad, ya que intentó (inicialmente) que Sandra Gómez no fuera la cabeza de lista y Puig sí la apoyó. Al final Gómez siguió gracias al respaldo del 100% de la agrupación local con lo que Sánchez se quedó desarmado y su intención de que Diana Morant o la propia consellera de Justicia, Gabriela Bravo, fueran las candidatas no pudo prosperar.
Los desencuentros han atravesado el umbral del partido en este segundo mandato de Puig y se han enfocado en temas de gestión que son más peliagudos a la hora de encarar los procesos electorales que se avecinan. A falta de cuatro meses para las elecciones Sánchez ha abierto varias vías de agua en el intento de Ximo Puig por revalidar una tercera edición del Gobierno valenciano sustentado con Compromís, básicamente.
El peligro social del Tajo-Segura
La más llamativa por la peligrosidad que alberga el tema desde el punto de vista sentimental y económico es el recorte del trasvase Tajo-Segura. Esta realidad de solidaridad hídrica consolidada desde hace cuarenta años moviliza (siempre lo ha hecho) a la sociedad alicantina, sobre todo a las comarcas del centro y el sur de la provincia.
El líder de la oposición, Carlos Mazón, ha visto una oportunidad de agitar una larga precampaña cuenta de esta disensión entre Sánchez y Puig que, quizás no habría conseguido por un método más tradicional, ya que pese al caso Azud que apunta a una posible financiación irregular del PSOE (valenciana) en todo caso prescrita, no hay todavía una pulsión ideológica en la calle típica de los meses anteriores a la cita con las urnas.
Consolida la posición del PP en Alicante
Esa oportunidad de 'mercado' para Mazón se puede traducir en votos en tierras alicantinas para el PP que pueden resultar fundamentales para consolidar el Ayuntamiento de Alicante, la Diputación provincial y estrechar más el cerco a nivel autonómico donde la contienda parece bastante igualada. En un Parlamento autonómico de cuatro partidos, en vez de seis como los actuales por la segura salida de Ciudadanos y la posible de Podemos, ser primera fuerza puede resultar vital y eso Sánchez se lo esta poniendo más complicado a Puig.
Al agravio hacia tierras alicantinas con el recorte del trasvase se han sumado a otras situaciones como la falta de inversión en los Presupuestos Generales del Estado en la provincia que se han tenido que 'compensar' parcialmente con los Presupuestos autonómicos. Y tampoco ha ayudado el hecho de que las agencias de Inteligencia Artificial y la Espacial acabaran en otras ciudades pese a las candidaturas de Alicante y Elche.
Este tema, no obstante, preocupa menos a la Generalitat que lidera Ximo Puig porque están convencidos de que llegarán otros organismos que el Gobierno de Sánchez quiere descentralizar en un futuro.
La reforma fiscal que Sánchez no olvida
En el seno del PSOE valenciano se preguntan porqué Sánchez ha adoptado estas decisiones 'castigando' un territorio que se pondrá en juego en las elecciones de mayo y la realidad es que más bien parece una situación de enfado hacia Puig. Todas las fuentes consultadas por Vozpópuli en el Gobierno valenciano admiten que el momento más difícil de esta legislatura fue cuando Ximo Puig decidió abordar una reforma fiscal en contra de la línea que estaba marcando Pedro Sánchez y avisó a última hora de ella.
Esa fractura puede haber originado ahora que Sánchez no haya hecho fuerza en favorecer los intereses de los regantes alicantinos en el tema del trasvase y sí beneficia al presidente castellano-manchego. Esa fricción entre ambos dirigentes socialistas ha aumentado con este desencuentro, ya que en Moncloa no esperaban la escalada de tensión desde tierras valencianas, mientras que desde la Generalitat admiten que "no queda otra salida que defender desde el territorio la pervivencia del trasvase y de las familias que dependen de él".
También hay otros frentes que el Gobierno tiene abiertos esta legislatura con la Generalitat. Es el caso de la reforma de la financiación autonómica, cuyo modelo Sánchez no ha sido capaz de actualizar, y no ha podido sacar a la Comunidad Valenciana de la última posición en cuanto percepción de fondos que contribuyan a mantener la calidad asistencial educativa y sanitaria en la región.
Desencanto en el sector cerámico
Las ayudas al sector cerámico del Gobierno ante la escalada de precios del gas tampoco ha llegado en la cuantía que Ximo Puig había previsto y anunciado a los representantes de la patronal que están radicados en la provincia de Castellón y ha abierto una brecha de confianza que también incomoda al presidente valenciano a las puertas de la precampaña electoral.
Incluso el proyecto de la gigafactoría de Volkswagen en Sagunto estuvo en el aire hasta el último momento por la lentitud en la gestión de los fondos europeos del Gobierno de Sánchez y obligó a redoblar los esfuerzos a los departamentos de la Generalitat involucrados en las conversaciones con el grupo automovilístico.
En este caldo de cultivo ni Sánchez ni Puig ganan, a priori. Al presidente valenciano se le han abierto flancos que a finales de 2002 no tenía y va a tener una precampaña y campaña electoral más agitada de lo que calculaba. Y a Sánchez no le vendría nada bien para las elecciones generales perder unos meses antes el Gobierno de un territorio como el valenciano que puede ser decisivo en clave nacional y que después de la pérdida de Andalucía es el más notorio para el PSOE.
Puig intenta tender 'puentes'
Es por ello, que desde la Generalitat ya han tendido 'puentes' para que Sánchez pueda estar presente en la carrera electoral de las autonómicas y municipales en territorio valenciano porque hasta última hora puede haber ayudas económicas o de proyectos desde el Gobierno de los que se puede beneficiar el propio Puig. "Hay muchas decisiones del Gobierno que han beneficiado a millones de españoles", reconocía esta semana Puig a la Cope en una entrevista, en un claro intento de acercar posiciones.
Sea como sea, el presidente del PP valenciano, Carlos Mazón, tiene en ese rifirrafe que emerge entre Sánchez y Puig periódicamente, un valor añadido a sus argumentarios de campaña donde la mejora de la sanidad, la libertad educativa, la reforma de la financiación, la defensa de las señas de identidad valencianas, blindar el trasvase Tajo-Segura, ampliar el Puerto de Valencia o evitar conflictos como los que han mantenido PSOE y Compromís esta legislatura, serán sus puntales.
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