El nuevo Gobierno de Pedro Sánchez ha arrancado con el propósito de cambiar la política de fronteras. El nuevo ministro del interior, Fernando Grande-Marlaska, ha anunciado la voluntad de quitar las cuchillas, llamadas concertinas, de las vallas que separan a Ceuta y Melilla de Marruecos. “Me parece un anuncio exagerado, aquí apenas quedan. Los dirigentes políticos no conocen la realidad que pasa aquí”, explica un policía que ha pasado la mayor parte de su vida laboral en Melilla.
En 2005, cuando se producían saltos masivos en la frontera y cinco personas murieron en uno de ellos, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero decidió colocar las cuchillas como medida preventiva. Una forma de ‘ahuyentar’ las ganas de llegar a España de manera ilegal. Dos años más tarde se retiraron para sustituirlas por una sirga tridimensional, un entramado de cables de acero, situado entre las dos vayas, donde los inmigrantes quedaban atrapados. En 2013, con Jorge Fernández Díaz al frente de la cartera de Interior, volvieron a coronar la parte alta de la frontera, pero solo en un tercio del recorrido.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que trabajan en Melilla ven con buenos ojos el anuncio de Marlaska de realizar un estudio para paliar la llegada de personas con otras medidas. “Pero no podemos quitar medios de contención porque estaríamos provocando un efecto llamada. Es como si quitásemos toda la valla”, dice un guardia civil con destino en Melilla.
“Es un error total quitarlas. Toda la política que ha hecho el nuevo Gobierno hasta ahora provoca efecto llamada”, dice otro agente que ha se encuentra en Ceuta, en referencia a la decisión de coger a las 629 personas que se encuentran a borde del barco Aquarius. El policía dice que al otro lado de su puesto de trabajo, en los montes africanos, se agolpan entre 500 y 600 subsaharianos preparados para saltar. “Ellos tienen el objetivo de entrar en España y lo van a intentar por todos los medios. Si se lo ponemos más fácil…”.
Desde los sindicatos y asociaciones mayoritarios de la Policía Nacional y la Guardia Civil aplauden la medida por su carácter humanitario, pero también piden más efectivos para poder controlar la llegada de personas desde el país vecino. “Hay que darle cobertura a quienes están a diario conteniendo los saltos en la valla”, dice un agente del Instituto Armado, que también incide en las pocas cuchillas que quedan en Melilla.
El problema de la falta de agentes en ambas ciudades se incrementará en los próximos meses, con los periodos vacacionales y con la Operación Paso del Estrecho, en la que se esperan que un millón de personas y 250.000 vehículos vayan desde el sur de la península hasta África, pasando por las dos ciudades autónomas.
“El problema se sale ya del ámbito local y hay una falta de cooperación de Europa. Marruecos hace lo que puede, si no colaborase entrarían 2.000 o 3.000 personas”, dice un agente policial. Los agentes ponen el foco en las mafias que traen a personas desde distintos puntos de África, “personas que sólo quieren vivir mejor”.
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