La Audiencia Provincial de Sevilla ha condenado a veinte años y tres meses de cárcel al joven acusado de asesinar a su bebé de seis meses en junio de 2017, mientras que a la madre del pequeño le ha impuesto tres meses de prisión por un delito de abandono de familia.
Tras el veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular el pasado 3 de marzo, la Audiencia condena a B.S.R. por un delito de asesinato con la agravante de parentesco y a tres meses de cárcel por abandono de familia, según ha informado la oficina de comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA).
La Fiscalía solicitó inicialmente la pena de prisión permanente revisable para el joven, pero durante el juicio rebajó su petición a 25 años de cárcel.
En la sentencia, la Audiencia recoge como hechos probados que los investigados tuvieron un hijo que nació prematuro a las 28 semanas de gestación y pesó 1,145 kilogramos.
Cuando recibió el alta, el bebé pesaba 4,60 kilogramos y estaba sano, de modo que los servicios sociales lo entregaron a sus padres con una hoja en la que "se especificaban los cuidados a seguir y el programa de citas pediátricas".
"Zarandeó violentamente al bebé en repetidas ocasiones y golpeó su cabeza, provocándole una fractura en el cráneo"
Sin embargo, los acusados no procuraron a su hijo los cuidados que le eran necesarios, no siguieron las pautas de alimentación, no acudieron a siete citas programadas en neonatología y tampoco tramitaron la tarjeta sanitaria del menor, según la sentencia.
El 12 de junio de 2017, el padre se quedó a solas con el bebé, que no cesaba de llorar, lo que "agotó la paciencia" del encausado, quien "con intención de acabar con su vida o sin importarle ponerla en riesgo, lo zarandeó violentamente en repetidas ocasiones y golpeó su cabeza contra una superficie planta, lo que le produjo una fractura del cráneo.
El acusado llevó al menor a Urgencias y contó a los pediatras que se había atragantado cuando le daba el biberón, algo que según la sentencia no se ha acreditado.
El bebé murió de un traumatismo craneoencefálico
Tampoco se ha probado que una amiga de los acusados, que cogió al pequeño para llevarlo a la calle, "le propinara un golpe en la cabeza al caérsele por las escaleras, ni tampoco con la barandilla de hierro ni con ningún otro elemento".
El niño falleció el 17 de junio de 2017 como consecuencia de un traumatismo craneoencefálico severo que le provocó una triple fractura craneal.
La Audiencia argumenta que existe alevosía porque el bebé estaba "absolutamente desvalido sin posibilidad de defensa frente al ataque de su padre", pero rebaja la calificación al estimar que el progenitor no actuó "de manera preparada y premeditada", sino como fruto de una "irrupción súbita e irreflexiva en su mente", como prueba su "actuación posterior de intentar salvar la vida de su hijo".