¿Un despligue policial para matar moscas a cañonazos o necesario para evitar la violencia callejera? El operativo dispuesto ayer por el Ministerio del Interior para impedir que los concentrados bajo el lema 'Asedia el Congreso' se acercaran a la Carrera de San Jerónimo movilizó a 1.400 antidisturbios, la mitad de la plantilla de toda España de esta unidad. Una exhibición policial que obligó a traer a Madrid a más de medio millar de estos agentes de otras ciudades de España, lo que finalmente supondrá al erario un gasto de aproximadamente 120.000 euros sólo en dietas. Una cifra a la que habrá que sumar otros costes extras ocasionados, como el consumo de combustible de los vehículos terrestres y aéreos utilizados durante las seis horas que duró la protesta. "Son cantidades elevadas, pero difíciles de cálcular", reconoce a este diario un mando policial. Enfrente, finalmente, sólo tuvieron a 1.500 personas.
Interior decidió mantener el amplio y costoso dispositivo policial pese a prever desde hace días que la asistencia iba a ser escasa por la amenaza de violencia
Pese a que desde hace días las previsiones ya apuntaban a que el número de manifestantes iba a ser muy inferior al de anteriores convocatorias precisamente por la amenaza de violencia que había hecho desmarcarse a los principales movimientos ciudadanos, Interior decidió mantener un despligue que superaba en número al dispuesto para el 25-S e, incluso, al puesto en marcha durante la última huelga general. De hecho, destinó al dispositivo a 28 grupos de las Unidades de Intervención Policial (UIP, los conocidos como antidisturbios), de los cuales 11 procedían de otros puntos de España. En total, nada menos que 550 agentes desplazados a Madrid que tenían orden de llegar a Madrid el miércoles antes de las ocho de la noche.
Ocho de ellos, según las previsiones de Interior, permanecerán en la capital hasta este viernes, día en el que partirán de vuelta a sus ciudades de origen. Sin embargo, tres de estos grupos estarán aún durante todo el fin de semana en Madrid en previsión de que se produzcan nuevos incidentes, según detallaron a este diario fuentes policiales. Por cada una de las jornadas que permanecen fuera de sus bases, estos policías reciben una dieta que se sitúa entre los 80 y los 100 euros, dependiendo de si pertenecen a la escala básica, a la de subinspeción o a la ejecutiva. En total, una cifra cercana a los 120.000 euros. No obstante, esta cantidad es sensiblemente inferior a la que Interior tuvo que gastar el pasado mes de septiembre. Entonces, los grupos de la UIP desplazados a Madrid fueron 16 y estuvieron en Madrid hasta cuatro días. Coste final: 230.000 euros en dietas.
Movilización descafeinada
El masivo despliegue, que hizo que por momentos se amontonaran en la Carrera de San Jerónimo 45 fugonetas, una veintena de coches y tres camiones de transporte de caballos de la Policía, provocó que durante largo rato en el lugar hubiera más agentes que manifestantes. Convocados por la Plataforma En Pie para las cinco de la tarde en diferentes puntos de la capital, los manifestantes iniciaron su recorrido hacia la Plaza de Neptuno, a sólo un centenar de metros del Congreso de los Diputados. El objetivo: pedir la dimisión del Gobierno. En esos primeros momentos de la concentración, en el lugar había más periodistas que manifestantes, que iban llegando con cuentagotas desde las calles adyacentes después de que la Policía les registrasen las mochilas y revisasen su documentos de identidad. Ese primer filtro permitió a los agentes detener a las cuatro primeras personas: una de ellas por estar en busca y captura por violencia de género, y otros tres por portar objetos arrojadizos, un arma blanca y fuegos pirotécnicos. Uno era menor de edad.
Mientras en las primeras filas de la concentración jóvenes antisistemas insultaban a los antidisturbios, en la parte de atrás se entonaba el 'himno' de la revolución de los claveles portuguesa
Hubo un primer momento en el que los manifestantes concentrados eran principalmente personas mayores, algunas de las cuales gritaban contra la estafa de las preferentes. Las primeras banderas republicanas comenzaban a ondear y no faltaban las célebres camisetas verdes en defensa de la educación pública. Sin embargo, ese variopinto paisaje fue cambiando poco a poco según llegaban al lugar grupos de jóvenes, muchos de ellos luciendo estéticas antisistema. Pronto, varios de ellos coparon la primera fila del entramado de vallas que les separaban de los agentes. Muchos de ellos cubrieron a partir de ese instante sus rostros con capuchas, pañuelos y caretas de anonymus. En ese momento comenzaron los primeros gritos y, sobre todo, insultos hacia los agentes, mientras en la parte de atrás de la concentración algunos cantaban La Internacional o el himno de la revolución de los claveles portuguesa, la Grandola Vila Morena.
Durante largo rato, la concentración se mantuvo en calma hasta que poco antes de las siete de la tarde llegaron al lugar un grupo numeroso de manifestantes procedentes de la cercana Plaza de Cibeles. Su presencia fue recibida por una salva de aplausos y los gritos se recrudecieron. Uno de los laterales del Paseo del Prado ya estaba cortado al tráfico y las banderas y cartelones con un escueto 'Así no' comenzaran a proliferar. A partir de ese momento, se vivieron momentos de tensión, sobre todo cuando los manifestantes creían identificar a un supuesto policía camuflado entre sus filas. Sin embargo, el momento de máxima tensión se vivió a las 20:30. A esa hora, una lluvia de botes, botellas, petardos e, incluso, una pequeña bola de billar cayó sobre los policías. Instantes después, éstos cargaban contra los manifestantes.
En pocos minutos, un importante número de agentes con cascos, escudos y porras despejaban la Plaza de Neptuno. Muchos de los concentrados optaron por abandonar el lugar. Mientras que otros intentaron hacer frente a los antidisturbios. Durante varias horas se sucedieron las carreras y los incidentes en lugares cercanos. En las cercanas Gran Vía y la calle Alcalá encapuchados quemaron contenedores. Al cierre de estas líneas, ya eran quince las personas detenidas y cerca de una treintena los heridos. La amenaza de violencia se había cumplido, aunque con mucho menos intensidad de lo que auguraba Interior.
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