Una empresa de seguridad, amenazas, un despacho en Mónaco y ocho cajas con documentos sensibles salvados in extremis. Estos son algunos ingredientes de la acusación más grave que Corinna zu Syan-Wittgenstein lleva años dirigiendo contra los servicios secretos españoles y el entorno del rey emérito. La examiga de Juan Carlos I acusa al exresponsable del CNI Félix Sanz Roldán de urdir una “operación de barrido” y recurrir a “mercenarios” para robarle información comprometedora sobre la monarquía española.
Los hechos se remontan a los meses de abril y mayo de 2012, justo unos días después del accidente del rey emérito en Botsuana. El entonces jefe del Estado sufrió una caída en la que se rompió la cadera durante un viaje de caza al que acudió en compañía de esta ciudadana germanodanesa. El incidente sacó del secretismo la relación entre ambos. Corinna zu Sayn-Wittgenstein relata que comenzó a notar que su presencia incomodaba: “Me quedó claro que estaba siendo percibida como persona no grata y como una amenaza para la Familia Real”.
El accidente de Botsuana fue el fin de una relación que llegó a ser “romántica” -siempre según la versión de ella- y el inicio de una guerra que ha empezado a tener ahora consecuencias para el reinado de Felipe VI. Atrás quedaron años de confidencias y viajes entre Juan Carlos I y su amiga. “Durante el transcurso de esa relación recibí información y documentos relativos a negociaciones financieras y empresariales del rey emérito y otros miembros de la Casa Real. Esa información es confidencial”, dice.
Una operación de "barrido"
Ella cree que recuperar esos documentos se convirtió en un objetivo para Sanz Roldán, jefe del espionaje español durante una década (2009-2019). Veterano militar de 75 años, había sido antes jefe del Estado Mayor de la Defensa. Siempre fue considerado una persona muy cercana al Rey emérito. Corinna le acusa de haberla amenazado personalmente por esas fechas en un hotel de Londres, tanto a ella como a su familia. En declaraciones a este periódico, el general lo niega. Pero en cualquier caso, ese episodio tuvo lugar después del presunto intento de robo de documentación confidencial.
Sanz Roldán organizó una operación encubierta en la que mi hogar y oficina en Mónaco fueron ocupados por guardias armados
La citada operación de “barrido” tuvo lugar en un despacho propiedad de Corinna zu-Sayn Wittgenstein. “El general Roldán organizó una operación encubierta en la que mi hogar y oficina en Mónaco fueron ocupados por guardias armados de la empresa de seguridad Algiz de Mónaco. También se envió a un equipo del CNI español en repetidas ocasiones”. Todo este relato viene recogido en una declaración jurada que presentó hace menos de un año en la notaría pública Cheeswrigths, situada en la calle Leadenhall, en pleno corazón de la City londinense.
“El verdadero propósito de la operación era utilizar la empresa de seguridad de Mónaco como tapadera para que el equipo de inteligencia española pudiera acceder a mi hogar y oficina y llevarse los documentos y otras pruebas”, narra Corinna. Recuerda que comenzó a sospechar de estos movimientos tan solo una semana después de Botsuana. Estando ella en Brasil, el 22 de abril de 2012 recibió un SMS de la empresa Algiz de seguridad. Decían haber sido contratados por sus “amigos de Madrid” para prestarle “protección”. La referencia a Madrid le llevó a vincular el mensaje con el rey emérito.
Una llamada del rey emérito
Decidió reenviar el texto que acaba de recibir al número de teléfono de Juan Carlos I a quien guardaba en su listado de teléfonos como “John Smith”. “Me llamó (el entonces rey) para decirme que se aplicarían medidas de seguridad para protegerme y para evitar que los paparazzi se presentaran en mi hogar o en mis oficinas”. Corinna Zu-Sayn Wittgenstein no aporta pruebas de que esa conversación se produjera, pero sí del SMS reenviado al presunto teléfono del monarca, así como documentos para respaldar su versión ante notario.
La participación de antiguos mercenarios en una operación coordinada por el jefe del servicio secreto me puso muy nerviosa
Entre ellos hay un correo del consejero delegado de la empresa de seguridad Algiz, Sascha Kunkel. Se lo envió un día después y le informaba de que ya habían estado en su casa y en su oficina de Mónaco: “Descubrimos que todas las ventanas estaban cerradas pero no bloqueadas, por supuesto que lo arreglamos, algunas de las cerraduras fijas ya no funcionan y deben repararse”. Fue en ese momento cuando Corinna dice que empezó a dudar de todo. Su apartamento está en un decimoséptimo piso de un edificio muy seguro.
“Con el tiempo Algiz me envió los currículum del personal que propuso enviar a mi piso, pero sus antecedentes mercenarios parecían totalmente excesivos para tal tarea. El rey emérito también me dijo que general Roldán estaba coordinando la operación. La participación combinada de antiguos mercenarios en una operación coordinada por el jefe del servicio secreto me puso muy nerviosa”, sostiene la examiga del rey, que aporta los perfiles de los presuntos “mercenarios”.
Uno se llama Kryzistov Sokalski, nacido en 1978, oficial de seguridad polaco, experto en seguridad marítima, explosivos o protección personal, entre otras materias. El otro el Christophe Arnould, francés, nacido en 1967, experto en seguridad marítima, armas, seguridad de eventos… Este periódico se ha puesto en contacto con la empresa para contrastar su papel en este encargo, pero no ha recibido respuesta. En su página web dicen prestar seguridad y haber surgido hace dos décadas en el seno de la Legión Extranjera francesa. Tras dejar el Ejército, sus miembros siguieron operando en Europa, Medio Oriente, África "y en todo el mundo en entornos complejos, de alta amenaza y hostiles".
Otro de los documentos aportados en la declaración jurada es un correo electrónico remitido el 27 de abril de 2012 por “un tal Paul Bon”. Le insistía en que estaban tomando medidas para protegerla. Corinna sospecha que detrás de esa identidad estaba realmente el propio Sanz Roldán. Lo cree porque también recibió un SMS en el que solo aparecía la dirección de correo “pbon12321@gmail.com”. El número de teléfono desde el que recibió ese mensaje -acabado en 836- corresponde al que usa el exjefe del CNI, tal y como ha podido confirmar Vozpópuli.
Hubo más comunicaciones. Lo que le decían es que necesitarían unos días para hacer un barrido en sus instalaciones. En uno de los mensajes también le informaron de que “iban a transportar las 8 cajas negras 16 cajas fuertes al apartamento”. Ella explica que se referían a “documentos que probaban asuntos personales y privados así como correspondencia oficial, informes políticos confidenciales y transacciones financieras y comerciales en las que se había involucrado al rey emérito y a otros miembros de la Casa Real”.
“Con estas cosas crean un peligro. Si dejan a una persona tranquila, no pasa nada”
Ella se negó a autorizar la entrada en sus dependencias y como respuesta recibió otro correo del tal Paul Bon en la que se le advertía de que no estaría segura hasta que no le diese esas cajas. “El equipo español iba a tener acceso a mis instalaciones con el pretexto de protegerme, pero probablemente sería para robar mis documentos (...) el 19 de mayo de 2012 salí de Mónaco en un vuelo a Londres. Posteriormente dispuse que los documentos se trasladaran a Londres para que los custodiaran mis abogados”, relata en esa declaración jurada a la que ha tenido acceso este periódico.
Se lo contó todo a Villarejo
Corinna afirma haber dado este paso para defender al omnipresente excomisario José Manuel Villarejo, preso desde hace más de dos años y acusado de delitos que van desde el cohecho hasta la organización criminal. Le espera un juicio por calumnias precisamente por contar en televisión que Sanz Roldán amenazó a Corinna. A este mando policial fue al primero al que le reveló estos hechos en una conversación mantenida en 2015. La charla contiene frases que, escuchadas con perspectiva, encerraban claves que ayudan a entender el momento actual.
“Con estas cosas crean un peligro. Si dejan a una persona tranquila (por ella), no pasa nada”, le dijo a Villarejo sin saber que la inseparable grabadora oculta del policía lo estaba captando todo. La cita tuvo lugar en su casa de Londres. El comisario tomaba un poleo-menta mientras escuchaba la narración de Corinna Zu Sayn-Wittgenstein a la que acababa de conocer por mediación del empresario Juan Villalonga, amigo de ambos y presente en la reunión. Ella quería ayuda para acabar con la presión a la que se sentía sometida. Él buscaba munición contra su archienemigo Sanz Roldán.
Ahora, más de siete años después, el rey Felipe VI ha anunciado que le ha retirado a su padre la asignación económica que le correspondía en los presupuestos de la Casa del Rey. Lo hace después de que The Telegraph y Vozpópuli publicasen que el nombre de Juan Carlos I y del propio rey Felipe VI figuran como beneficiarios de dos fundaciones con cuentas en paraísos fiscales. Por medio de un comunicado, el jefe del Estado anunciaba su renuncia a cualquier herencia de ese tipo y negaba tener conocimiento alguno de las gestiones que pudiera haber hecho su padre.
En su comunicado, la Casa del Rey informaba además de que Felipe VI supo hace un año que su nombre figuraba en una de las fundaciones. Concretamente, tras recibir una carta informando de ello de la firma británica Kobre&Kim. Se trata del bufete de abogados al que Corinna dice que dejó como custodio de la documentación que el general Sanz Roldán no pudo recuperar.
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