El comisario Villarejo declaró en mayo algo más de una hora ante la Audiencia Nacional. Llevaba ya siete meses en prisión y durante su interrogatorio advirtió para quien quisiera oírle del riesgo que para el Estado tendría su detención. Se refería a la profundidad del archivo incautado en su casa fruto de años de reuniones con grabadora y a la confianza que desde ministros hasta grandes empresarios le otorgaron siempre para que les solucionase problemas.
Entre ese archivo estaban las grabaciones de Corinna Larsen y las de la ministra de Justicia Dolores Delgado, pero hay muchos más que ahora saben que pudieron ser grabados y que desde hace meses contienen la respiración ante el temor a nuevas publicaciones. En los últimos años Villarejo acumuló una lista interminable de enemigos, aunque a la cabeza de todos estaba el responsable del CNI, Félix Sanz Roldán.
Su enfrentamiento con el jefe de los espías fue el que llevó a Villarejo a reunirse en Londres con la ex amiga del rey Juan Carlos, Corinna Larsen en 2015. El comisario buscaba datos comprometedores del exjefe del Estado para armarse en ese duelo con el general. La consultora germano-danesa le ofreció detalles sobre las presuntas actividades ilícitas cometidas por el rey emérito, pero también le reveló que se había sentido amenazada por Sanz Roldán durante una visita que le realizó en 2012, después de que el accidente de Botswana airease la relación con el monarca.
Según le contó, el CNI desplegó dos operaciones con la colaboración de mercenarios en el extranjero para recuperar la información comprometedora que pudiese tener del rey. Una de ellas fue en Londres y otra en su despacho de Mónaco. Según publicó en julio El Español, los servicios secretos niegan estas operaciones, pero Corinna precisaba en su charla con Villarejo que permanecieron durante tres semanas y que eso generó incluso malestar entre las fuerzas de seguridad monegascas.
Denuncia contra el CNI
Las confesiones de Corinna Larsen sirvieron luego al comisario para armar una denuncia presentada contra Sanz Roldán en mayo de 2017 ante la Audiencia Nacional. En su escrito afirmaba tener pruebas del uso de mercenarios por parte del CNI para robar en Mónaco información de “C” (Corinna Larsen). También las amenazas de muerte a “C” por parte de “persona muy próxima a alta personalidad del E” y una larga lista de agravios que incluye la apropiación de fondos reservados para el pago de rescates en el extranjero o un presunto boicot a la investigación contra la familia Pujol.
Tal y como ha publicado Vozpópuli esta semana, el comisario afirmaba tener información también sobre la existencia de un burdel próximo al Congreso para espiar a políticos o la existencia de informes de SEPBLAC “para chantajear a enemigos políticos”. Ningún juez admitió a trámite su denuncia, pero el comisario había lanzado su primer aviso. “Se aportará documentación de todo ello si lo considera de interés su señoría para acreditar tales antecedentes”, garantizaba la denuncia.
La caída de Villarejo deja tras de sí una larga lista de enemigos, algunos de ellos recientes y otros larvados en el tiempo como el que mantiene desde hace décadas con Margarita Robles, actual ministra de Defensa de la que depende ahora el CNI, todavía con Félix Sanz Roldán. El comisario ya jubilado desenterró el hacha de guerra contra la socialista el día que decidió salir del segundo plano en el que siempre se movió más cómodo para conceder una entrevista al programa de Jordi Évole de LaSexta.
El informe Véritas
El periodista le preguntó por el informe Véritas, la primera vez que el nombre de Villarejo aparecía vinculado a prácticas poco ortodoxas. Aquel trabajo consistió en vincular al exjuez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, con fiestas a las que asistía invitado por traficantes de armas con prostitutas y cocaína. Era un momento en el que el magistrado acaba de regresar a su Juzgado tras abandonar el Gobierno de Felipe González y reactivó la investigación sobre los GAL.
Tal y como admitió Villarejo ante las cámaras los datos de aquella investigación eran falsos y la persona que le encargó ese trabajo fue Margarita Robles, entonces secretaria de Estado de Seguridad en el Ministerio del Interior. La actual ministra de Defensa siempre ha negado en privado haber realizado tal encargo. Esta semana, casi 20 años después, los nombres de Villarejo y Garzón han vuelto a acaparar las portadas fruto de la publicación de las grabaciones de la comida con mandos policiales a la que el exmagistrado acudió con la ahora ministra de Justicia.
El juez que investiga la actividades de Villarejo en la Audiencia Nacional, Diego de Egea, se ha comprometido a hallar al filtrador de estos archivos, lo que evidencia que la operación Tándem que le llevó a registrar todas sus pertenencias no ha sido suficiente para controlar las bombas que pudiese tener su extenso archivo sonoro y evitar la amenaza velada que deslizó el día que declaró en su despacho.
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