La Unión Europea prohibirá la venta de coches de combustión en 2035, pero la realidad del mercado hace pensar que el sueño de un continente 100% eléctrico no será fácil de alcanzar. Porque todo son malas noticias para el vehículo 'verde': el litio, la materia prima indispensable para la fabricación de baterías, ha aumentado desde 2020 un 900%, con un ascenso de precios especialmente acelerado en 2022: han crecido en apenas 8 meses un 500%.
Esta subida de precios repercute, de forma directa, en el cliente: por poner un ejemplo, el Renault ZOE, en 2019, tenía un precio de partida de 30.448 euros, mientras que ahora, la versión más básica del eléctrico francés cuesta 34.780 euros. Una subida, en apenas dos años y medio, de 4.332 euros que no cualquier bolsillo está dispuesto a asumir y que amenaza con ralentizar el crecimiento de esta tecnología, llamada en Europa a sustituir a los motores de combustión tradicionales. Un fenómeno que no es exclusivo de la marca gala: es algo que se está produciendo en todas las casas.
Los motivos para este crecimiento tan abultado son, principalmente, tres: el aumento del precio de las materias primas, la fuerte sequía que también se ha vivido en China y las restricciones covid tan severas que aún mantiene el país asiático. Si a ello le sumamos que allí se produce el 80% de las baterías de litio que existen en el planeta, el problema es todavía más abultado, ya que la cadena de suministros está en un momento de tensión máxima.
Para evitar la dependencia de China, la Unión Europea ya ha trazado un plan: hacer extracciones de litio por todo el continente. El problema es que estas no se construyen de la noche a la mañana: algunas tienen previsión de funcionar a pleno rendimiento dentro de siete años. Es por esto que no hay una solución cortoplacista que permita reducir los precios de los coches eléctricos en un continente que tiene prisa por transformar en verde su transporte.
Hasta entonces, la esperanza de los fabricantes de automóviles se reduce a esperar que vuelva la normalidad en China. Porque allí se mantiene la política de 'Covid 0': es decir, que si hay un brote en una compañía minera, todos los trabajadores se ponen en cuarentena, lo que implica un parón súbito de la productividad, lo que impide entregar las baterías en el tiempo requerido por las distintas marcas que producen vehículos sin emisiones.
La tormenta perfecta se ha producido gracias a la sequía. Esta no solo ha hecho estragos en España, ya que Francia, Italia o China también han tenido problemas para abastecerse de agua. El problema del país asiático es que su 'mix' energético depende, en gran medida, del sector hidroeléctrico: cuatro plantas chinas están en el 'top 10' de las hidroeléctricas más grandes del planeta y generan un 16% del total de energía que se consume en todo el mundo.
Ante la falta de agua, el gobierno chino ha decretado limitar la generación de electricidad mediante las plantas hidroeléctricas, lo que ha producido que muchas empresas mineras tuviesen que reducir sus jornadas laborales y, en algunas zonas, echar el cierre durante unos días. Otro motivo más para que las entregas de baterías se retrasen un produzcan un 'tapón' en el proceso de producción de un coche y un encarecimiento.
La situación del coche eléctrico, a corto plazo, irá a peor
Porque la demanda de vehículos eléctricos no deja de aumentar y la situación, según prevé Benchmark Mineral Intelligence, va a ir a peor si el problema que de sequía no se soluciona y las restricciones covid no se suavizan. La consultora estima que la demanda de litio aumentará un 36%, mientras que la oferta solo aumentará un 33% durante el próximo año. Por tanto, la brecha oferta-demanda crecerá y por tanto, el litio mantendrá su escalada de precios, siempre según este análisis.
Si las previsiones de Benchmark Mineral Intelligence se cumplen, la transición hacia el coche eléctrico solo puede ir a peor: los fabricantes, con tal de mantener sus márgenes, tendrán que subir los precios de sus coches, lo que tendrá una consecuencia directa sobre la venta de este tipo de vehículos entre la clase media europea y, especialmente, en países donde el nuestro: aquí, el ciudadano español gasta de media 18.000 euros en un vehículo nuevo y el modelo eléctrico más barato, el Dacia Spring (apenas 45 CV), ya supera esa cifra: tiene un precio de salida de 19.565 euros.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación