España

La cremallera de una mochila, clave para detener al último asesino en serie de España

Juan José Jurado Montilla ha sido detenido por la Policía Nacional cuando se encontraba a pocos kilómetros de la frontera con Portugal

"Soy un aventurero que parto de la base de que cada persona es única". Esa es la descripción del perfil de redes sociales del último asesino en serie de España. Juan José Jurado Montilla, alias 'Dinamita' de 62 años. Este hombre intentó huir a Portugal y fue detenido hace pocos días cuando estaba a solo cinco kilómetros de la frontera. Los agentes de la Policía Nacional estuvieron muy pendientes de su TikTok donde publicaba vídeos con cada paso que daba en su huida.

Montilla, un sexagenario con adicción a las redes sociales, era un viejo conocido de los policías. Estuvo en prisión durante 28 años por cuatro asesinatos en las década de los 80. Su paso por la cárcel no ha frenado sus motivaciones violentas de este despiadado asesino.

Dinamita, un apodo que se le puso en Galicia por un incidente con unos fuegos artificiales, subía prácticamente un vídeo a diario a pesar de que estaba siendo buscado por las autoridades. Ahora se le ha detenido, y ha ingresado en prisión, por el asesinato de un joven en Los Montes de Málaga hace dos años. Sería su quinto asesinato.

Las cinco víctimas del asesino en serie

Su víctima en este caso fue localizado con una "herida por arma de fuego en cabeza y cuello", el pasado 30 de agosto de 2022, en una finca. Una compleja investigación de la Policía Nacional ha logrado identificar y localizar en la provincia de Badajoz a Montilla.

Para ello, se han usado novedosos procedimientos en el ámbito de la Policía Científica que han permitido seguir la pista de los vestigios biológicos dejados por el presunto autor en la escena del crimen, y finalmente proceder a su arresto.

La operación policial, llevada a cabo por agentes del Grupo de Homicidios de la Comisaría Provincial de Málaga, se inició horas antes del hallazgo del cuerpo sin vida del joven en un paraje conocido con el nombre de Los Ciegos. Su familia había denunciado su desaparición.

La víctima se había dirigido a una casa de aperos propiedad de sus padres, en Los Montes, donde se disponía a recoger unas algarrobas. Allí, tenía el permiso de los dueños de las fincas colindantes para recoger los frutos, actividad que le permitía sufragarse los gastos de un joven estudiante.

Los últimos mensajes de WhatsApp de su víctima

Sin embargo, aquella misma tarde, el chico contactó telefónicamente con su padre, a través de WhatsApp, y le llegó a informar que se había topado con un cazador armado, junto a la casa de aperos, y que llegó a ofrecer agua al desconocido. Fue un intento de ganarse su confianza ante lo inesperado de la situación.

La víctima también se refirió en un chat de grupo compartido con unos amigos, avisando que se había encontrado con un extraño con una escopeta, en Los Montes. A partir de ese momento, ya nadie volvería a tener contacto con la víctima: solo su asesino.

Según la inspección ocular llevada a cabo por los investigadores de Policía Judicial y Policía Científica, la víctima recibió dos disparos: un primer impacto de cartuchería de postas, y un segundo, “a bocajarro”, con munición de perdigones. De esta manera, daba comienzo una complejísima investigación, en la que, de partida, no se contaba con testigos directos de los hechos ni tampoco con imágenes de cámaras de seguridad.

A pesar de ello, en la escena del crimen, los agentes recabaron una serie de indicios y vestigios que resultarían más tarde fundamentales para incriminar al sospechoso. Las primeras pesquisas se centraron en identificar y tomar declaración a todos los cazadores autorizados en los puestos de caza o aguardos de la zona, tanto los actuales como de los últimos años; agentes forestales; asociación de vecinos y de cazadores; cazadores furtivos; guardeses de la zona; vecinos de las casas y diseminados colindantes, entre otros.

Asimismo, se estudió y tomó declaración, a través del Registro de la Propiedad, a los propietarios actuales e históricos de las tierras donde ocurrieron los hechos. Durante las semanas y meses que siguieron al inicio de la investigación, se contrastaron todas y cada una de las informaciones que aportaban los vecinos. Fueron más de sesenta declaraciones e innumerables entrevistas y buceo en registros y archivos que pudieran aportar luz sobre lo ocurrido. Todos los esfuerzos eran pocos para dar con el asesino.

La cremallera de la mochila

La clave para capturar este asesino en serie estaba en el ámbito científico. Hallaron unos vestigios de tipo biológico, localizados en una cremallera de la mochila que portaba la víctima el día de su muerte, marcaban otra línea de investigación que permitiría seguir la pista de un perfil genético.

Precisamente, ese estudio científico, apoyado en las bases de datos existentes de toma de muestra de ADN a personas detenidas, permitieron identificar, inicialmente, un perfil genético de una persona que no guardaría relación con los hechos investigados, pero que sí les conduciría hasta un pariente suyo. Así se pudo llegar hasta Dinamita, el asesino. Había vuelto a actuar.

Así, diseñando un árbol genealógico a partir del perfil genético obtenido, la Policía Nacional llegaba hasta el sospechoso de la comisión del asesinato, un sexagenario afincado en Málaga, con numerosos antecedentes por delitos contra las personas, que, según las pruebas recabadas, está tras el crimen.

Finalmente, el pasado jueves, agentes del Grupo de Homicidios de la Comisaría de Málaga se desplazaban hasta la provincia de Badajoz, donde habían situado los últimos movimientos del investigado, y procedieron a su detención. El arrestado por estos hechos pasó este domingo a disposición del Juzgado de Instrucción número 9 de Málaga, habiéndose decretado su ingreso en prisión provisional. El último asesino en serie de España ya duerme entre rejas.

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