Esta semana un grupo, presumiblemente anarquista, ha atacado la tumba de la División Azul en el Cementerio de La Almudena. Hace unos días las tumbas de Antonio y Lola Flores fueron profanadas, según denunció el concejal del PSOE Antonio Carmona.
Estos dos casos son la punta de un iceberg. Se publican en los medios porque atacan sepulturas de personas conocidas.
Pero lo que se está produciendo en los camposantos españoles es un constante expolio de esculturas, cruces, marcos de fotos, y otros objetos funerarios, todo lo que pueda fundirse y producir unos pocos euros.
Javier Jara, secretario de la Asociación de Cementerios, que defiende el valor cultural de los camposantos, afirma que la crisis ha destrozado los cementerios españoles.
El bronce robado
Jara señala que el bronce, muy apreciado por los chatarristas, ha desaparecido prácticamente y es difícil ver este metal en los monumentos funerarios.
El secretario de esta asociación recuerda que los familiares de algunos fallecidos, como es el caso de la Almudena, han decidido utilizar la piedra en detrimento de los metales, que son saqueados constantemente por bandas organizadas.
El botín de los robos en los cementerios es vendido en chatarrerías, en muchos casos prefundido, para evitar que se reconozca que pertenecen a crucifijos o figuras celestiales como ángeles o santos.
El ataque de estas bandas afecta especialmente a ciudades grandes con camposantos muy extensos en los que es muy difícil establecer una vigilancia permanente.
Los pueblos o ciudades pequeñas tienen un vigilante, generalmente municipal, que desde la puerta controla toda la extensión y que vive en las mismas instalaciones.
Sin vigilancia por la crisis
Hace algunos años se lanzaron algunas medidas para evitar los robos. En la Almudena, por ejemplo, había un vigilante en la puerta y dos patrullas recorrían todas sus calles por la noche. En el año 2011 se suprimieron estas patrullas justo cuando la crisis había disparado los robos.
El Ayuntamiento anterior incluso llegó a montar un servicio especial de la Policía Municipal para evitar la entrada de los cacos. No parece que tuviera mucho éxito porque, según denuncia la Asociación de Cementerios, continuaron las entradas a robar.
Se instalaron cámaras de seguridad, que tampoco han tenido mucho éxito por las denuncias que se van conociendo constantemente.
Hace algunos días el equipo de gobierno de Ahora Madrid, que no ha repuesto las patrullas interiores de vigilancia, anunció que había reforzado la vigilancia preventiva en La Almudena. No parece que hayan funcionado la medida, ya que se han vuelto a conocer más ataques.
El día de las pintadas en la tumba de Lola Flores no sólo atacaron a la familia de ‘La Faraona’. Otra decena de tumbas y mausoleos sufrieron desperfectos realizados por desconocidos.
Grupos organizados
Javier Jara señala que las bandas están formadas especialmente por grupos de rumanos que saltan las tapias por la parte menos vigilada. Pueden trabajar durante horas porque no hay presencia policial ni vigilancia privada. Conocen perfectamente la ubicación de las cámaras, lo que evita ser detectados.
Jara recuerda otro de los fenómenos que se está disparando en la actualidad y que es el de los actos de ‘santería’ o brujería. La aparición de restos de animales es algo ya habitual en muchos de los cementerios.
Cada vez más ‘creyentes’ acuden a los cementerios para participar en este tipo de ceremonias en los que se llama a los muertos o se buscan milagros.
El pasado año, y es sólo un ejemplo de las cientos de intervenciones en todo España, la Policía de Alicante detuvo a una pareja por profanar un panteón en el que pretendían ‘romper’ los lazos afectivos con anteriores compañeros y compañeras sentimentales.
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