España

Cristina Seguí: "Me desean la muerte al menos un par de días a la semana"

El día que Cristina Seguí presentaba su último libro (titulado La mafia feminista), publicó un mensaje en sus redes sociales que generó un aluvión de críticas. "Pocas imágenes reflejan mejor

El día que Cristina Seguí presentaba su último libro (titulado La mafia feminista), publicó un mensaje en sus redes sociales que generó un aluvión de críticas. "Pocas imágenes reflejan mejor la decadencia moral de esta gente y sus discursos buenistas. Oenegista abrazando a un ilegal tras pasar 4 min en las “gélidas” aguas mediterráneas, y él aprovechando la turgencia de sus senos", afirmaba.

No es la primera vez que Seguí se sitúa en el centro de la polémica. De hecho, se mueve con bastante soltura en ese terreno, hasta el punto de que, según denuncia, le ha costado algunos despidos laborales. En esta entrevista, habla de España, de la batalla cultural, del feminismo y de su situación personal. Lo hace sin contemplaciones, pese a que, a la misma hora, le estaban llamando de todo en Twitter.

Pregunta. ¿Se ha arrepentido alguna vez de algo de lo que ha dicho o publicado?

Respuesta. ¿Arrepentido? Jamás. Es cierto que recientemente uno de ellos, que se llamaba Frivolidad para dummies me llevó a los tribunales. Fui a aquel juicio y, de hecho, estoy imputada por aquel artículo. Hoy la verdad es polémica y estar en el lado de la incorrección política te puede llevar a la mínima a la Fiscalía anti-odio.

P. Usted fue chica Interviú...

R. Fue en 2014 o en 2015, cuando estaba en el Comité Ejecutivo Nacional de Vox. La entrevista levantó ampollas. También las fotos, que eran muy heteropatriarcales. Pero bueno, a mí el heteropatriarcado siempre me ha fascinado. Incluso a quienes lo niegan, como Irene Montero, que llegó a ministra de Igualdad gracias a la cuota carnal del exvicepresidente del Gobierno.

P. A los pocos años se fue y vaticinó cuatro años de vida para Vox por haber dado entrada al ala ultraconservadora del PP...

R. Es cierto que en 2019 di una entrevista a ABC de la Comunidad Valenciana; y me referí al partido en esa región, que entonces lastraba la idea de liberalismo que yo defiendo. Era el peor momento del partido y se dejó llevar por la influencia del Opus Dei en ese lugar. Estoy convencida de que Vox puede llegar a ganar Valencia en la medida que decidan, en el futuro, implantar un liderazgo potente.

P. Hablando de liderazgo, ¿cómo ve el fenómeno de Isabel Díaz Ayuso?

R: Ese fenómeno se ha producido porque la gente, en la calle, ha percibido que alguien débil, con todo en contra, se levantó y dijo 'basta' ante la maquinaria picadora de carne mediática. Díaz Ayuso se ha opuesto al feminismo marxista que hoy en día arruina y revienta la vida de las personas. También a la hegemonía moral de una izquierda que no es democrática y que pretende implantar sus axiomas morales al resto. Yo vivo en la Comunidad Valenciana y veo que la gente malvive. Cuando llegas a Madrid percibes que esto es otra cosa. En Madrid, podría llevar a mi hijo, de 9 años, a un colegio concertado por 300 euros al mes, cuando en Valencia debo gastar 1.000 euros para hacerlo y apartarle del pancatalanismo que se transmite en la educación pública.

Cristina Seguí en entrevista con Vozpópuli.
Cristina Seguí en entrevista con Vozpópuli. Clara Rodríguez

P. Un partido que no restrinja la forma de emplear el dinero, de tener sexo, de rezar o de planificar la vida. ¿Hay de eso en España? ¿Se siente huérfana en ese sentido?

R. Bueno, ya ves mi éxito. Fui presidenta de un partido a nivel autonómico y ahora no tengo ninguna red política ni organizativa que me ampare en esta España negra, influida por el comunismo. Yo comparto muchísimos preceptos ideológicos con Vox y, en gran medida, Vox sí que exige que se le devuelva a la gente su derecho a elegir sobre su propia vida, pero es imposible asumir todo el ideario de un partido. También reconozco que soy bastante indisciplinada.

Díaz Ayuso se ha opuesto al feminismo marxista que hoy en día arruina y revienta la vida de las personas.

P. Hablemos de su libro. Lo titula La mafia feminista...

R. Para mí, ese título resume todo el libro. Una mafia es una organización criminal que extorsiona, que agrede, que coacciona y que provoca la muerte civil y física de las personas. Y creo que la actualidad está llena de todos esos problemas. El feminismo es el órgano político juzgador de las personas hoy en día y el responsable de juicios sumarísimos a hombres. No sólo de la derecha. Te pongo el ejemplo de aquel concejal de Más Madrid (Pablo Soto) al que expulsaron por un supuesto acoso sexual a una militante. ¿Qué ha sido de ese proceso? Nunca más se volvió a saber nada, pero él no volvió al partido. Mira, el feminismo hoy condena a los hombres y se ha convertido en una excusa para confiscar los activos privados de las personas y decir a las empresas a quién tienen que contratar. O para dejarme a mí sin trabajo.

P. A usted...

R. Sí, claro. Yo dije en un programa que existen las denuncias falsas por maltrato y se me llamó al orden. Sólo por decir la verdad tienes que discutir o pasar un mal rato en una mesa porque tienes al lado a periodistas mediáticas que son feministas y que sienten una pulsión carnal hacia terroristas como Otegi. Me estoy refiriendo a Cristina Fallarás o a Elisa Beni. Todo eso lo comparten todas las feministas.

P. ¿No es usted demasiado dura?

R: No, es que el feminismo ha llegado a convertir España en un paraíso de secuestradoras parentales. Aquí ha habido en 10 años 3.100 denuncias por secuestro parental. El Centro Nacional de Desaparecidos eleva este dato al 73% de los secuestros totales. La Conferencia de La Haya, al 78%. En esos casos, siempre es la mujer.

P. ¿Hay alguna parte del feminismo que considere necesaria?

R. No, no sé por qué. Yo he trabajado desde los 17 años y sólo ahora veo peligrar mi trabajo. Nunca me han expulsado del trabajo por quedarme embarazada, siempre he podido negociar con mis contratantes si hacía media jornada o completa...Y he sido camarera en restaurantes chinos, paseadora de perros, traductora para una empresa, azafata de vuelo... Sólo ahora no se me permite decir lo que pienso. Por no ser socialista, ser de derechas y desmentir todos los axiomas femi-marxistas. Te recuerdo que a mí se me despidió de Onda Cero a petición de Julia Otero por poner un tuit que no le gustó. También me censuraron este libro en una anterior editorial por miedo a que les llevaran a la Fiscalía de Odio. Fue La Esfera de los Libros.

A mí se me despidió de Onda Cero a petición de Julia Otero por poner un tuit que no le gustó.

P. ¿Pero no considera que hay parcelas de la sociedad en la que las mujeres pueden estar en desigualdad de condiciones con respecto a los hombres?

R. No, al revés. Hay una asimetría penal clarísima y eso es algo objetivo. Hay penas distintas cuando el que maltrata es un hombre y cuando lo hace una mujer.

P. ¿Y la brecha salarial?

R. Pues mira, un ejemplo de brecha salarial es el que hay entre Susanna Griso, que cobra 2 millones de euros al año y el copresentador que la sustituye cuando va de vacaciones, que ingresa mucho menos. Y luego va al 8-M. También hay desigualdad entre ella y yo, que llego a 1.000, con mucha dificultad, porque me he negado a acatar ese discurso.

Cristina Seguí en entrevista con Vozpópuli.
Cristina Seguí en entrevista con Vozpópuli.Clara Rodríguez

P. ¿Cree que los movimientos sociales de masas imponen, a la larga, diferentes formas de puritanismo?

R. Sobre todo los marxistas. El marxismo clásico y el comunista de antes se emborrachaba en los bares mientras sus mujeres trabajaban en las cadenas de explotación laboral. Y el Ministerio de Igualdad se gasta su presupuesto en perseguir la desigualdad y diferentes delitos cuando hacen caso omiso a casos que no les convienen, como el de la prostitución de menores de centros de acogida en Baleares.

P. ¿Pero no cree que los juicios sumarísimos que denuncia no son tanto responsabilidad del feminismo como de los medios de comunicación -cada vez más sensacionalistas- y de nuestra atávica costumbre de señalar al vecino? Es decir, ¿puede que en esta cuestión no tengan tanto peso las ideologías?

R. (Ríe) Eso tiene mucho que ver, que todos tenemos dentro una pequeña vieja del visillo. Eso se ha visto mucho durante la pandemia, cuando todo el mundo vigilaba a todo el mundo... Pero yo creo que aquí lo que más influye es el miedo de los periodistas a salir del circuito profesional si dicen determinadas verdades. Acatan la autocensura como un mal menor. En cualquier caso, los medios de comunicación tienen muchísimo que ver, no sólo por el negocio y por las subvenciones que reciben, sino también por el sentimiento de pertenencia que genera este movimiento feminista.

Lo que más influye es el miedo de los periodistas a salir del circuito profesional si dicen determinadas verdades. Acatan la autocensura como un mal menor.

P. Cuénteme ejemplos que haya vivido de eso...

R. Pues mira, recuerdo un día en el programa Espejo Público en el que se preparó a una redactora para que saliera a la calle y, extrañamente, todos los hombres que se cruzaban con ella le decían piropos. Cuando pasaron unas semanas, se descubrió que los hombres habían sido pagados y que, además, eran gays. Era todo un montaje.

P. Confiese: ¿es rentable ir contracorriente o conduce a la ruina?

R. Conduce a la ruina (ríe), pero genera un pico de adrenalina adictivo y provoca mucha satisfacción. Además, yo me marco una obligación casi única desde que soy madre. Mira, tengo un hijo de nueve años y me niego a que dentro de otros nueve pueda caer en manos de una desaprensiva y le metan una pena de cárcel más gorda que a un etarra. Eso ha pasado en casos como el de los futbolistas de la Arandina C.F. o en el de La Manada. Aquí se llegó incluso a apoyar a Juana Rivas, que cometió todo tipo de fechorías; y a la que la 'fiscal vaginal del Estado' ha salvado de la cárcel.

P. ¿Quién le va a contratar dentro de diez años? ¿Lo ha pensado?

R. Eso me lo dicen mucho. Mi familia me pide prudencia porque yo lo he pasado muy mal. La última vez que me han pedido prudencia ha sido una hora antes de hacer esta entrevista. Mira, el día que me puso la demanda el PSOE, que me llevó a la Fiscalía por llamar 'mataviejas' a Pedro Sánchez, cosa que es totalmente cierta, y por llamarle cerdo, cosa que también, yo perdí mi trabajo en Okdiario. Pero bueno, tengo mi Twitter. Hasta que me lo bloqueen... (ríe).

P. Twitter... ¿Se ha planteado dejar las redes sociales después de episodios como el de la semana pasada?

R. Nunca.

P. ¿Y cómo se siente uno cuando es trending topic por un mensaje tan polémico como el que ha puesto hoy (el pasado miércoles)?

R. Hombre, da la medida de lo que piensa una parte mínima de la sociedad y del periodismo. Yo lo que dije es que hay una cooperante de una ONG que es Cruz Roja que recibe 30 millones de euros este año por transportar o hacerse cargo de los inmigrantes ilegales -liberticidas y absolutamente abusivos contra las mujeres, y me da igual lo que me digan, también me pueden llevar a la Fiscalía por eso-. Y hay un momento en el que esta chica intenta apartarse y no puede cortar el abrazo. Esto lo lleva a hacer Santiago Abascal y estaría imputado. En fin, me han deseado la muerte muchísimas veces. No voy a decir que todos los días, pero sí que un par de veces a la semana.

P. ¿Alguna vez ha tenido algún episodio de peligro real?

R. Sí, el 9 de octubre de 2018, en una manifestación liderada por el PSOE y Compromís, me agredieron, me rompieron el móvil, me vaciaron una botella de agua en la cabeza y me hicieron un moldeado con saliva. En Cataluña, en 2017, también. He tenido incluso que soportar que amenacen a mi hijo. Pero bueno, no es todo tan negro. Habiendo mucha más gente más preparada que yo en el periodismo, la gente por la calle es cojonuda.

P. ¿Hay espacios para la concordia?

R. Ha habido demasiada concordia y demasiada cobardía. Y ha habido demasiado miedo a dar la batalla cultural. Y no hay un punto intermedio entre la gente que entrevista a Otegi en TVE y la gente que dice que Venezuela que dice que es un régimen democrático, y los que dicen que Otegi es un terrorista. No hay un punto intermedio ahí.  

Cristina Seguí en entrevista con Vozpópuli.
Cristina Seguí en entrevista con Vozpópuli.Clara Rodríguez

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