Quedan cinco semanas escasas para las elecciones generales y en la dirección de Convergencia se tiene claro que la única posibilidad de garantizar que Artur Mas siga siendo presidente de la Generalitat es convenciendo a la CUP de que apoye su investidura antes del 20-D ante el riesgo de que ERC protagonice el sorpasso y tenga que darse por enterrada la carrera política de quien fue fiel escudero de Jordi Pujol y continúa todavía velando por sus intereses y los de su familia.
El entorno de Mas ve difícil que sobreviva si no cierra el pacto para su investidura antes de que arranque la campaña electoral
Fuentes de Convergencia explican que si no se consigue antes del 4 de diciembre el salvoconducto de la CUP para formar Gobierno, habrá que culpar en la campaña a esta formación de haber paralizado el proceso soberanista, pues la principal beneficiaria de este parón sería Esquerra Republicana, dispuesta a seguir contemplando el espectáculo circense desde la barrera mientras engorda su bolsa de votantes.
La secuencia electoral de Convergencia desde que Artur Mas cogió sus mandos en 2004 es demoledora, sobre todo en su trayecto final. Después de adelantar las elecciones, en 2012 obtuvo 50 escaños, 12 menos que en la anterior legislatura, quedando en manos de ERC que, con 21 diputados, 11 más que en el anterior mandato, logró condicionar desde el minuto cero la tarea de Gobierno. El adelanto electoral del pasado 27-S también fue un estropicio para el nacionalismo independentista. Pese a disfrazar su debilidad con la candidatura de Juntos por el Sí, se quedó con 30 escaños, menos de la mitad de los que obtuvo CiU antes de consumar su ruptura matrimonial, convirtiéndose en prisionera de la CUP.
El núcleo duro de Convergencia teme que este desastre tenga continuidad en el Congreso de los Diputados y en el Senado a partir del 20-D, donde ERC trabaja para conseguir el sorpasso. Es un escenario que no puede descartarse, pues la conducción del proceso soberanista desde la aprobación por el Parlament de la resolución a favor de la independencia pactada con la CUP ha roto muchas costuras agravando la sangría de votos de los convergentes. Su agotamiento vuelve a reflejarse en el afán que han puesto en enterrar su marca, rebautizada con el nombre de Democracia y Libertad, decisión que, según temen diputados cercanos a Mas, apenas podrá frenar el trasvase de votos a ERC y también a Unió, pues la aspiración de Josep Antoni Durán i Lleida, sin representación en Cataluña, es precisamente absorber el votante de Convergencia más moderado que, después de lo visto, aspira reconducir la relación con el Estado abriendo nuevos cauces de diálogo.
Ventaja de los republicanos en intención directa de voto
En el barómetro del CIS de octubre, el sorpasso de ERC ya se reflejaba en la intención directa de voto. El sondeo dio a los republicanos el 1,9% de los apoyos y a Convergencia el 1,2% en el conjunto de España. En la legislatura que acaba de agonizar, ERC ha operado en el Congreso con tres diputados y los convergentes con 10.
Si los vaticinios del último CIS se cumplieran el 20-D con Artur Mas fuera de la presidencia efectiva de la Generalitat, tendría que asumirse su muerte política y ceder a las exigencias de la CUP de buscar otro candidato o bien ir a nuevas elecciones en marzo, aseguran en Convergencia. Ello explica el interés que hay ahora en su núcleo duro por acelerar el calendario, facilitando a los cuperos todo lo que pidan salvo el sacrificio anticipado de Mas. En el singular abanico de sus exigencias, figura desde colocar a Raúl Romeva como candidato a la Generalitat a proclamar la república catalana en 18 meses, pasando por tramitar de urgencia una constitución, una seguridad social y una hacienda propias, sin olvidar que cualquier acuerdo tendría que ser sometido siempre al veredicto asambleario.
ERC aspira desde su cómodo silencio a dar el 'sorpasso' y conseguir más votos que Convergencia el 20-D
En el entorno de Mas se confía en que, finalmente, la CUP transija antes del 20-D con la propuesta de ‘presidencia coral’ ofrecida por Mas, que convertiría a Oriol Junqueras, Raúl Romeva y Neus Munté en una especie de guardia pretoriana. Lo importante, insisten en Convergencia, es que el pacto se cierre antes del 4 de diciembre, fecha de arranque de la campaña electoral, pues de lo contrario sería muy difícil investir a Mas con los decibelios del 20-D al máximo volumen.
En todo caso, el 10 de enero es el día que está fijado en el calendario como la frontera a partir de la cual no habrá más remedio, si se sobrepasa sin acuerdo, de ir a nuevas elecciones, posibilidad que no interesa a casi nadie, tampoco a la CUP.
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