En el argot de los servicios de información hay una palabra para referirse al hecho de que un agente encubierto ha sido descubierto por el entorno que investiga: "Mordido". Ese término supone una alerta roja de primer nivel, toda vez que el agente en cuestión debe abandonar por su propia seguridad el grupo en el que está infiltrado. Y eso es precisamente lo que le ocurrió a Dani, el agente de la Policía Nacional que, tras asumir un notable cambio físico e inventar una nueva existencia vinculada al radicalismo, accedió a grupúsculos del independentismo catalán.
En las últimas jornadas se ha convertido en una de las imágenes más reconocibles del país. Un extremo que, para un agente encubierto, significa el fin de sus investigaciones subrepticias. Al menos hasta que deje de estar en el foco mediático y no sin antes asumir un nuevo cambio radical que impida su identificación. Todo ello, siempre que la Comisaría General de Información considere que aún puede trabajar en este ámbito y él esté dispuesto a emprender nuevas pesquisas como agente infiltrado.
No parece que eso vaya a ocurrir en un corto periodo de tiempo; máxime cuando cinco mujeres del entorno okupa y anticapitalista que aseguran haber tenido relaciones con el agente se querellan ahora contra el policía, al que acusan tras revelar su verdadera identidad de los delitos de abusos sexuales continuados, tortura o contra la integridad moral, descubrimiento de secretos e impedimento del ejercicio de los derechos civiles.
Una polémica que ya ha saltado del ámbito judicial al político. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha urgido por carta al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, a que ofrezca "explicaciones esclarecedoras y completas" sobre el caso. "Las operaciones policiales que con motivaciones políticas criminalizan y estigmatizan movimientos sociales legítimos y democráticos merecen no solo el más firme rechazo sino que requieren de una respuesta rápida y contundente", señaló Colau este viernes.
La historia de Dani
La historia de infiltración de Dani se remonta al año 2020. Este agente se instaló en el barrio de Sant Andreu de Barcelona con el objetivo de recoger información sobre el movimiento sindical antisistema, según reveló el semanario La Directa. Contactó con unas mujeres 'in situ' pero también hizo uso de la aplicación de contactos OkCupid, una plataforma de citas que une a los usuarios según su ideología política. De ahí el sobrenombre que se le ha puesto en algunos ámbitos: Cupido o Poli Cupido.
A una de esas mujeres, con la que mantuvo una relación de más de un año y medio, la conoció en una asamblea de 'La Cinétika', un espacio okupado y mantenido por estos activistas. Con esta pareja -cortaron en octubre de 2021- llegó a viajar a Mallorca. Pero ahora hay otras mujeres que aseguran que mantuvieron relaciones con él; las mismas que alzan la voz y denuncian abusos al no conocer su verdadera identidad.
Todo ello, supuestamente, en el marco de su infiltración para obtener información sobre los movimientos radicales. Dani abandonó el barrio en octubre de 2022. Explicó a sus 'amigos' que se iba a Granada con su familia para asentarse en Mallorca donde había conseguido un nuevo trabajo.
Tres meses después de su marcha, cinco mujeres se han querellado contra este policía con el que mantuvieron "relaciones sexoafectivas" ya que consideran que el consentimiento ha sido vulnerado.
Un libro basado en un agente infiltrado
El papel del policía infiltrado siempre ha sido del agrado de los directores cinematográficos y de los escritores. Muchos de ellos han intentado plasmar con espectacularidad sus acciones. Uno de los acercamientos más realistas a estos agentes se encuentra en el libro Operación Protector, de Iñaki SanJuán. "El 90% del libro está basado en hechos reales", afirma el autor, Inspector Jefe de los Servicios de Información de la Policía Nacional. Es el máximo responsable de la sección operativa de terrorismo internacional.
El libro detalla las andanzas de un policía infiltrado que tiene que introducirse en las mafias y entre los traficantes de la Costa del Sol. El objetivo es interceptar un cargamento de armas que iba a ser adquirido por terroristas yihadistas, comprometiendo su integridad en varias ocasiones. El agente del libro llega a un acuerdo con una de las principales 'madames' de Marbella y acuerdan ser su pareja, con el objetivo de evitar futuras disputas con mujeres que pudieran generar tensión en el devenir de la misión.
También relata cómo, en un lujoso restaurante de la Costa del Sol y durante una negociación con dos traficantes franceses, al protagonista se le acerca un antiguo compañero de instituto. Otros dos agentes que estaban de apoyo en el local tuvieron que iniciar una sonora pelea para desviar la atención. "Estos infiltrados están sometidos a pruebas insoportables para la mayoría de las personas", añade su autor.
Un guardia civil en ETA
La infiltración de Joseph en la cúpula de ETA es otro de los casos más recordados entre los agentes españoles. El Guardia Civil se adentró en los mundos de la violencia callejera del País Vasco hasta que la banda terrorista lo captó para integrarse en sus filas. Durante su trayectoria dentro de la organización, Joseph -que había vivido durante años en Francia pero cuya verdadera identidad correspondía al nombre de José Antonio- superó todas las pruebas a las que le sometían los jefes terroristas, demostrando que era objeto de su máxima confianza.
Llegó a convertirse en la mano derecha de Mikel Antza, uno de los máximos dirigentes de ETA, y extrajo información de gran valor que ayudó a la Guardia Civil a entender el funcionamiento interno de la organización. Hasta que un día un terrorista al que conocía, Zorion, se presentó a las puertas de su vivienda familiar en Estrasburgo. Es difícil saber qué hacía allí, pero lo cierto es que el etarra se dio de bruces con la foto de jura de bandera de José Antonio. El Guardia Civil ya estaba "mordido". Inmediatamente se le sacó del entorno terrorista y se le buscó un lugar seguro. El periódico Egin le dedicó una portada al día siguiente con su fotografía.
El infiltrado destinado a una embajada
Y ahora Dani, el agente encubierto en Cataluña, también está "mordido". Según detalla El Español, el Ministerio del Interior le ha buscado acomodo en una embajada en el extranjero, con la intención de mantenerlo alejado de los focos durante la polémica, que ya ha alcanzado hasta las esferas políticas.
"El apoyo al agente representa el 90% del éxito de la operación y el 10% es la actuación del individuo", según informan fuentes policiales a este diario. En el caso de Barcelona este efectivo de seguridad fue identificado por las redes sociales. La vida de este tipo de investigadores es "muy voluble" y "tarde o temprano" tienen que protagonizar una "extracción"; o lo que es lo mismo, que se le retire del lugar donde estaba infiltrado.
Las fuentes consultadas por este diario hablan sobre su estado de ánimo tras haber sido "mordido". Afirman que se encuentra "francamente mal" con motivo de las campañas que se están moviendo en torno a su persona en redes sociales: las que le critican e incluso las que ensalzan su actividad. "Internet se ha llenado de 'memes' incluso con fotografías de su rostro", denuncian estas fuentes, que ensalzan la fortaleza mental de estos agentes.
Dani, el agente encubierto, lamenta que se haya descubierto su condición. Porque la discreción es la máxima de estos agentes especializados. Y él, en estos momentos, se ha convertido en una de las figuras más conocidas del país.
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