Ninguno bajó al barro. La moderación en las intervenciones de los principales candidatos a la presidencia del Gobierno durante el debate a cuatro de este lunes fue tal que la que apuntaba a ser la 'controversia del siglo' entre los políticos nacionales derivó en una suerte de mesa redonda adormecedora. Pero algunas de las muecas y aspavientos a los que recurrieron los líderes de los partidos que se disputan el Ejecutivo rompieron la apariencia de calma que pretendían trasmitir a los espectadores a través de sus discursos. Así, las sensaciones de enfado, apuro o nervios de quienes se aferraron a un atril o a un bolígrafo en busca de amparo y comodidad se vieron delatadas por repetidos gestos que un grupo de expertos en comunicación política repasa para Vozpópuli.
Mariano Rajoy
La comunicación no es su punto fuerte, pero supo transmitir la imagen presidencial que quería. Así lo considera Marta Rebolledo, profesora e investigadora de Comunicación Política de la Universidad de Navarra. "No miraba a los demás y, aunque la ubicación en el plató no ayudaba, esto puede deberse a la intención de mostrarse por encima de sus adversarios", considera Rebolledo. "Este gesto fue acorde a su discurso, donde expresó que al Gobierno 'no se viene a hacer prácticas'.
Con ella coincide Carmen Galbete, consultora en Redondo y Asociados. "Rajoy dio una imagen presidencial impecable. Parecía que estaba en el atril del Congreso de los Diputados y se sintió cómodo", considera. Sobre la apertura de ojos, un gesto que realizó cuando los moderadores dieron inicio al bloque de corrupción, Galbete explica que se trata de algo que le caracteriza y que "quizás debería ser controlable".
"Se esparaba un todos contra Rajoy y, finalmente, salió vivo del debate", considera Diego Crescente, socio de Mas Consulting. "Al principio, cuando comenzó leyendo datos desde el atril, estaba incómodo, pero a medida que fue encontrando su sitio, se relajó y comenzó a ser él mismo, usando esa ironía que le caracteriza", añade. Tanto es así, continúa, que al finalizar el encuentro, estaba contento y aliviado.
Pedro Sánchez
"Educado, contenido y clásico. Sánchez se mostró como el yerno ideal", opina Carmen Galbete. "Ha controlado más sus gestos que en anteriores debates, pero en ocasiones esto le ha llevado a parecer robótico", agrega. Para Rebolledo, el hecho de que "todos llevasen muy bien preparado el debate", derivó en una pérdida de "frescura".
Según Rebolledo, Sánchez controló más la sonrisa "prefabricada" que despertó una lluvia de críticas en el debate del 20D. "A través de la sonrisa también se transmite calma y, aunque la usó, la controló bastante más. tenía una postura relajada y no miró tanto los papeles como sí hicieron Rajoy o Rivera", compara.
"Sánchez no gestionó bien la búsqueda de aliados ni identificó a sus rivales. Estaba volcado hacia Rajoy desde el atril, pero finalmente el líder del PSOE parecía la imagen del 'sorpasso' a su partido al que apuntan las últimas encuestas", resume Diego Crescente.
Albert Rivera
El uso de las diapositivas por parte del líder de Ciudadanos fue llamativo. Según Diego Crescente, socio de Mas Consulting, en lugar de mostrar estas a cámara, se las mostraba a Rajoy. "Iba señalando datos con el dedo como si se tratara de un tribunal norteamericano poniendo sobre la mesa evidencias y pruebas", dice. Para Crescente, antes de la primera pausa Rivera pasó algo desapercibido, pero considera que durante el descanso debieron asesorarle y su actitud cambió hasta el final del debate. "Se encontraba cómodo en el rifirrafe con Mariano Rajoy", señala.
"Tal vez es el que más gesticuló con las manos pero, sin duda, lo hizo mucho menos que en el debate a cuatro de las pasadas elecciones", comenta Rebolledo. Por otro lado, continúa, este movimiento puede deberse a la línea que siguió en su discurso, donde atacaba a todos los bandos. "Miraba a todos los lados, intentando acercar posiciones, pero también se mostró reivindicativo con todos en algunos momentos", considera.
Otro de los aspectos destacados en Rivera fue la mejora en el control de dos tics a los que acostumbraba en pasadas intervenciones. "Ni se agarró la mano izquierda, ni se colocó las solapas de la chaqueta", dice Galbete. Además, apunta al hecho de que el líder de C's no llevase corbata: "Apela al voto de corte más progresista del PSOE, al contrario que el 20D donde quería atraer a votantes del PP", señala.
Pablo Iglesias
Fruncir el ceño. Quizá este sea el gesto que mejor caracteriza al líder de Podemos en los debates según los expertos en comunicación política. "Aunque se mostró más calmado y moderado que en el debate de las pasadas elecciones, hubo momentos en los que subía el tono con el ceño fruncido y muchos más gestos", dice Marta Rebolledo, de la Unav. Sobre los susurros a Sánchez, en los que Iglesias le "recordaba" quién era el verdadero "enemigo" -refiriéndose a Rajoy- la académica considera que estaban "totalmente estudiados". "Repitió esta táctica en varias ocasiones, estaba estudiada. No obstante, cuando resoplaba usaba un tono condescendiente hacia Pedro Sánchez, como si le hiciese un favor y esto es algo que podría interpretarse como una humillación al PSOE", opina.
Para Crescente, las intervenciones de Iglesias la noche del lunes suponen "de las pocas veces que vamos a verle tan moderado y conservador" en lo que al manual político se refiere. "Este equilibrio solo se rompió cuando se llevó las manos a la cabeza para indicar que le estaba "pareciendo" que sus contrincantes estaban apuntando a un pacto entre PP, PSOE y Ciudadanos", detalla.
Galbete llama la atención sobre el hecho de la camisa remangada y el bolígrafo en mano. "Responde al perfil de profesor, de profesional que se pone 'manos ala obra'", dice.
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