Cómo desplegar a las Fuerzas Armadas contra el coronavirus y cómo hacerlo en el menor tiempo posible. Esa es la incógnita a la que se enfrentaron el Ministerio de Defensa y la cúpula militar al comienzo de la pandemia cuando se disponían a esbozar un plan de choque de máxima urgencia; lo que a la postre se llamaría Operación Balmis y que incluiría labores de protección, seguridad, desinfección y apoyo sanitario. Los mandos no partían de cero. Desempolvaron de su archivo cuatro planes militares que consideraron apropiados y que adecuaron a la circunstancia de emergencia sanitaria.
Es sábado, 14 de marzo. 13 horas. El coronavirus, que comienza a adquirir una magnitud desbordada, es ya una amenaza para la seguridad nacional. Defensa asume que sus capacidades son de utilidad ante esta situación de crisis: los analistas del Mando de Operaciones se reúnen para analizar en qué modo pueden contribuir las Fuerzas Armadas en la lucha contra la pandemia.
El Mando de Operaciones detalla en su Informe Operación Balmis el modo en que se desarrollan los primeros compases de la misión. Defensa asume que ninguno de sus planes abarca las necesidades que exige la lucha contra el coronavirus, pero sí hay una serie de despliegues ya testados que pueden ser útiles, siempre que se encajen entre sí de manera eficaz.
“No se disponía de un plan de contingencia frente a epidemias que diera cobertura a la variedad de apoyos que iban a ser requeridos en esta crisis sanitaria, por lo que se emplearon como base varios COP [planes de operaciones] ya disponibles y previamente aprobados”, detalla el informe. Y esos cuatro planes que Defensa guardaba en su archivo tenían un nombre.
Los cuatro planes de Defensa
El primero que cita el Mando de Operaciones en su informe es el COP Ébola. El primer contagio fuera de África en la crisis sanitaria de 2014 tuvo lugar en España, cuando una enfermera se infectó al tratar a un misionero español que trabajaba en Sierra Leona y que fue repatriado tras contagiarse. Por eso, Defensa y las Fuerzas Armadas desarrollaron un plan para evacuación y transporte de pacientes altamente infecciosos.
“Es un plan que contempla una epidemia localizada en la que hay varios contagios puntuales por parte de personal militar español desplegado en el exterior o destinados en la Ciudades Autónomas”, detalla el informe”. “El plan no da cobertura a la entidad de la crisis provocada por el Covid-19”, pero sí que sirve de base para hacer frente a ese enemigo silencioso.
El segundo plan al que recurrieron Defensa y la cúpula militar fue el COP Cota de Malla. Porque además de hacer frente al virus era necesario blindar determinadas infraestructuras críticas, como centrales nucleares, para liberar a Policía Nacional, Guardia Civil y cuerpos autonómicos en el cumplimiento de otras misiones.
“Es un plan que da cobertura a apoyos a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la protección de infraestructuras en el territorio nacional”. Como contrapunto, el plan “no contempla apoyos sanitarios”. Pero los mandos militares compensaron esta carencia con otra operación que ya habían puesto a prueba.
Así es como se puso sobre la mesa el COP Respuesta Solidaria. “El plan responde una catástrofe en el exterior en el que se contribuye con un importante número de capacidades sanitarias y logísticas en una región o país que ha sido azotado por una catástrofe natural”. En el contexto de pandemia presentaba ciertas carencias, como lo era “la defensa de infraestructuras críticas, ni la presencia en la zona de agentes víricos contagiosos”; pero para paliar esas necesidades ya estaban el COP Ébola y el COP Cota de Malla.
Con todo, la mesa se quedaba coja con sólo esas tres operaciones. El Mando de Operaciones consideró que un despliegue de esta envergadura en territorio nacional debía incorporar ciertos elementos de trato con las autoridades civiles. Por eso desempolvaron un cuarto plan, el CEP Emergencias.
“Es un plan que contempla el apoyo a las autoridades civiles por parte de la UME y con un mando y control conjunto”. Esta operación quedó sin efecto tras la reestructuración orgánica de la Unidad Militar de Emergencias; sin embargo, las lecciones aprendidas servían para incorporarlos a la lucha contra la pandemia.
El mayor despliegue
A partir de esos cuatro planes, la cúpula militar esbozó la Operación Balmis, que el Ministerio de Defensa prolongaría durante 98 días y que se adaptaría en función de las necesidades que plantease la pandemia. Porque en esa fecha, 14 de marzo, aún no se contemplaba que la desinfección de residencias de ancianos sería una de las ocupaciones principales de las Fuerzas Armadas en el transcurso de la misión.
Lo que ocurrió después es de sobra conocido. Los diferentes cuerpos militares acometieron 20.000 intervenciones en el mayor despliegue militar en la historia reciente de España, con un acumulado de casi 189.000 efectivos desplegados en el cumplimiento de las diferentes misiones asignadas.