Los políticos son las personas que menos confianza generan en la sociedad mundial. Así ha quedado demostrado en los estudios de los últimos años de ‘Trustworthiness Index - Professions’ realizado por Ipsos. Solo el 15% de la población global confía en los trabajadores gubernamentales y militantes, de acuerdo con los datos de 2024.
El descontento de la sociedad se debe en parte a una descoordinación entre la oferta y la demanda; es decir, entre el perfil de político que hay y el que pide la gente. En las últimas décadas ha crecido exponencialmente el número de titulados universitarios -a nivel general- gracias a la universalización de la educación y el acceso a la universidad. Dentro de la política, el incremento de titulados se ha dado en todos los rangos, desde el Gobierno central hasta ayuntamientos.
Sin embargo, "el aumento cuantitativo, por ejemplo, de titulados universitarios o de gente con altos niveles educativos dentro de la clase política no necesariamente va asociado de un aumento de la calidad", comenta a Vozpópuli Javier Martín Merchán, polítologo y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Pontificia Comillas. "Precisamente porque el título universitario hoy día no es sinónimo, como si lo era hace 30 o 40 años, de una elevada formación en diferentes materias de preocupación pública", explica.
Por otro lado, "la demanda varía, porque la ciudadanía no ha demandado siempre el mismo perfil de político", apunta el politólogo. Anterior al 15-M, los españoles estaban acostumbrados "al político tradicional de un entorno bipartidista relativamente 'aburrido', encargado de la política pública". Con la popularidad de las redes sociales en auge y el Movimiento 15-M, "se abre una nueva etapa que la capitaliza muy bien Podemos, incluso hasta con elementos descriptivos y puramente estéticos, como la documentaria que empezaron a llevar en las excursiones, en el Congreso de los Diputados, el episodio, por ejemplo, de Bescansa llevando a su hijo al propio Congreso", desarrolla Martín Merchán.
En ese momento, la población estaba más empobrecida debido a "la crisis financiera y afectada por las políticas de autoridad" provenientes de la UE y "quienes se desprestigiaban eran los políticos con corbata, a izquierda y a derecha, que hacían lo que les decía Bruselas y que no iban a la calle a escuchar lo que decía la gente", dice Javier Martín.
Con su apariencia más 'humanizada', Podemos consiguió conectar con la "demanda que había en ese momento por un tipo de político diferente", señala el politólogo. No obstante, "ahora parece que, desde un punto de vista nostálgico, volvemos a reclamar ese político 'aburrido', que se encarga de solucionar problemas, que sea eficiente con la gestión de la política pública, que no se deje llevar tanto por la espectacularización de la campaña política en un entorno digitalizado, etc", observa.
En línea con la manifestación del 15-M, las reacciones ante la falta de gestión por la DANA y los sucesos vistos en la visita de los reyes, Sánchez y Mazón a Paiporta son una imagen del descontento social con la política actual. "Ha habido un montón de eventos políticos muy polarizadores y muy relevantes en los últimos 13 años, desde el 15M en 2011, pero probablemente ninguno de ellos ha sido tan transversal a la hora de demostrar un rechazo tan generalizado a la clase política como concepto, como ente casi unitario, izquierda, derecha, centro, a nivel autonómico, a nivel nacional, todo", comenta el politólogo. "La clase política como enemigo", añade.
El enfado que se vio en los vecinos de Paiporta iba más allá de la falta de gestión de la DANA, sino general ante el panorama político actual. "Sin que sea frívolo esto en absoluto porque se trata de una tragedia sin precedentes, pero la DANA es la gota que colma el vaso a una situación ya generalizada de desafección con la política y, de nuevo, con un contexto de polarización", dice Martín Merchán.
En el mundo de la investigación hay una falta de estudios y estadísticas que midan la calidad política y el contento de la población con ella. Esto se debe a que "habría que crear un índice que, hasta cierto punto, es subjetivo y el mundo de la academia suele ser bastante reacio", ya que se trataría de "elementos subjetivos que serían difícilmente interpretables", explica Javier Martín Merchán. Actualmente, el ámbito investigativo prima las cuestiones metodológicas ante las sustantivas.
Los datos de ‘Trustworthiness Index - Professions 2024’
7 de cada 10 españoles desconfían de los políticos. Unas cifras similares a la del resto de países preguntados, ya que en todos se encuentra entre las tres profesiones con menor credibilidad. La población parece haber equiparado a los políticos con los influencers; ambos comparten el puesto al final de la cola.
Esta desconfianza o falta de credibilidad no es exclusiva de una generación, sino que es un sentimiento general. En todos los grupos de edad ocupa el último puesto, siendo los más jóvenes (Generación Z) los que más se fían de los políticos -23%- y la Generación X los que menos -18%-.
No obstante, cabe destacar que el porcentaje de confianza ha ido creciendo, muy levemente, en los últimos años. En 2018, solo el 9% de la población creía en los políticos. Actualmente es el 15%.
Ipsos ha realizado la encuesta ‘Trustworthiness Index - Professions 2024’ a 23.530 personas menores de 75 años procedentes de 32 países. La muestra por cada país es de 1.000 o 500 personas y preguntan sobre 21 profesiones diferentes.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación