“No le voy a decir a un cliente como la Generalitat que no le admito una remesa”. De este modo se justificó ante el Juzgado de Barcelona que investiga la organización del 1-O el trabajador de la empresa Unipost que tuvo el encargo de recibir el material electoral. El empleado se vio forzado a ofrecer esta justificación después de relatar extrañas circunstancias en las en las que se vio envuelta la operación.
Francisco Fuentes Ruiz es el encargado para toda la zona de Cataluña y Baleares de Unipost. Según su declaración como testigo a la que ha tenido acceso Vozpópuli, relató este mes al juez que una persona que nunca dijo su nombre le citó un sábado por la tarde en un bar y que tras entregarle tres paléts con documentación abandonaron el lugar sin darle siquiera un albarán.
En todo momento esta persona dice que desconocía lo que había en el interior de las cajas. Tan sólo admite que vio el sello de la Generalitat en ellas. Quedaban apenas dos semanas para la celebración del referéndum y lo que había dentro eran miles de notificaciones para las mesas electorales de la consulta declarada ya ilegal por el Tribunal Constitucional.
Los hechos sucedieron el sábado 16 de septiembre por la tarde. Francisco Fuentes acudió con su coche particular a la sede de Unipost en Hospitalet de Llobregat (Barcelona) y de allí salió con una furgoneta de la empresa en dirección al punto indicado por sus interlocutores. Lo único que tenía como referencia era una voz al otro lado del teléfono que decía hablar en nombre de la Generalitat, pero tampoco llegó a identificarse nunca. Había conversado con él dos o tres veces.
"El bar Batlle"
Esta persona, tras amagar con varias fechas, le acabó citando un fin de semana. A día de hoy, este testigo todavía desconoce si aquella persona que le convocó un sábado por la tarde era una de las dos personas que luego le acabaría entregando el material electoral del 1-O en un bar, cerca de las instalaciones de Unipost. “El bar Batlle”, dijo el testigo haciendo un esfuerzo de memoria.
“Eran un hombre y una mujer con una furgoneta blanca. Yo deduje que eran las personas que me llamaron el viernes. Me llamaron de parte de la Generalitat”, relató el testigo ante el tribunal, aunque reconoció a preguntas de la abogada del Estado que nunca llegaron a decir sus nombres. “Yo creo que eran conductores, dijo minutos después. Ni siquiera hizo falta que ambas partes se diesen alguna descripción física para reconocerse en un lugar en el que podría haber más gente un sábado por la tarde: “Supongo que como yo llegué antes que ellos, vieron el vehículo de Unipost y ya se acercaron ellos”.
El trabajador reiteró en varias ocasiones ante el juez Juan Antonio Ramírez Sunyer que les advirtió a esas dos personas que dejaría el envío parado a la espera que le entregasen el albarán.
Había "mal rollo"
Reconoce que, aunque no sabían con exactitud el contenido de las cajas, el material recibido con sello de la Generalitat generó “mal rollo” entre los trabajadores de la empresa ante la proximidad del referéndum. “Todos recordaremos las noticias que había en prensa, en medios de comunicación, que si la Generalitat va a generar esto, que a ver cómo va a entrar… la discusión entre el personal fue en esos términos”, relató el testigo.
Unipost se encontraba ya en esos momentos en concurso de acreedores por lo que “el clima laboral tampoco era el deseable”. “¿Usted no sospechó de que la Generalitat le citase un sábado?”, le preguntó uno de los abogados presentes en su interrogatorio. “Simplemente lo que pensé es que no les habría dado tiempo a acabarlo y tenían prisa para que lo repartiéramos”, concluyó el testigo.
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