Cometer una infracción al volante es algo en lo que, en ocasiones, todo el mundo puede caer. Desde saltarse un semáforo hasta exceder la velocidad permitida en una vía, todas estas infracciones están en el menú particular de los conductores. Sin restarle importancia debido a las consecuencias que puede tener una decisión así, no es nada comparado con la situación que se encontraron agentes de Policía de Zaragoza el pasado 11 de mayo.
Fue entonces cuando el cuerpo armado recibió el aviso de un hombre denunciado el robo de su coche, interceptando los agentes el vehículo a las 7 horas en la calle Pedro II el Católico, en el barrio del AVE de la capital aragonesa. La sorpresa fue mayúscula. El joven, S.B., de 23 años, acumulaba no una ni dos, sino siete infracciones al volante, varias de ellas sancionables con pena de cárcel.
Tras dar el alto al vehículo, los agentes se cercioraron de que circulaba sin hacer uso del cinturón de seguridad, obligatorio desde hace décadas. Pero es que además, llevaba auriculares, algo que también está prohibido, ya que limita las capacidades del conductor para reaccionar ante sonidos de aviso como claxon, sirenas de vehículos de emergencias u otras advertencias. En el primer caso, la sanción es de 200 euros y la pérdida de 4 puntos del carnet; en el segundo, se repite el montante a pagar, además de perder otros 3 puntos del carnet, según el régimen sancionador que contempla la Dirección General de Tráfico (DGT).
A partir de ahí comenzaron a llegar toda una cascada de sorpresas más desagradables. Las primeras comprobaciones arrojaron que no disponía de carnet de conducir. Algo que da un salto cualitativo en las sanciones, ya que implica penas de prisión de 3 a 6 meses y una multa de 12 a 24 meses.
Tampoco quedó ahí el asunto. Los agentes sometieron al conductor a test de alcoholemia y de drogas. El resultado fue pleno. Pleno de positivos. En un caso implica una multa de 1.000 euros y prisión de 3 a 6 meses o multa de 6-12 meses y en el otro solo la segunda parte de estas sanciones.
Para rematar, el vehículo no era suyo, sino de un compañero de piso, pudiendo unir a todo ello la posibilidad de un delito de hurto, dependiendo de las circunstancias que rodearan al suceso. Además, el varón portaba las llaves de otro vehículo que tampoco estaba bajo su propiedad. El vehículo fue devuelto a su propietario y el detenido pasó a disposición policial.