España

Los otros Diana Quer: 5 personas desaparecen cada día en España sin dejar rastro

La desaparición de joven Diana Quer hace casi un mes no es un caso aislado, sino uno de los 1.270 registrados este año en los que se mantiene activada la búsqueda, lo que supone la desaparición de 5 personas al día de las que no se tiene ningún rastro.

La desaparición la madrugada del lunes 22 de agosto de la joven madrileña Diana Quer, de 18 años, cuando regresaba a su casa de veraneo en A Pobra do Caramiñal (A Coruña), ha generado un enorme revuelo mediático, pero su caso no es único. Cada año se denuncian una media de 25.000 desapariciones en nuestro país, y aunque tras la inmensa mayoría no hay un delito y se resuelven en un plazo de días, en lo que va de año se han registrado 1.270 de las que aún se desconoce el paradero de la víctima, a razón de cinco desapariciones sin esclarecer cada día. Una cifra que el año pasado fue de 907 casos.

Uno de esos casos es el de Paco Molina, un chico de 16 años, de cuya desaparición en Córdoba se cumplió un año el pasado 2 de julio. Desde entonces, sus padres intentan encontrar una explicación a lo ocurrido. “Salió de casa a las siete de la tarde con cuatro euros en el bolsillo y lo que llevaba puesto –cuenta Isidro Molina, su padre-. Mi mujer le vio desde la ventana marcharse en compañía de varios amigos que le estaban esperando. A las 22,30 horas recibí un whatsap en el que me decía que esa noche no venía a dormir, que se iba a casa de unos amigos de confianza donde ya se había quedado en otras ocasiones. Recuerdo que le dije que no se acostara tarde, porque solían quedarse hasta tarde jugando a la playstation. A la mañana siguiente le llamamos al móvil, pero estaba apagado o fuera de cobertura, y a mediodía empezamos a preocuparnos porque no sabíamos nada de él –continúa el relato su padre-. Telefoneé a sus amigos para preguntarles si estaba con ellos y me dijeron que no, y que tampoco había dormido en su casa. Fue entonces cuando acudí a comisaría a denunciar su desaparición”. 

Las indagaciones policiales consiguieron días después el testimonio de un conductor de la estación de autobuses de Córdoba que dijo reconocerle como uno de los pasajeros que cogió un autocar rumbo a Madrid. “Ese es el único dato que tenemos sobre su paradero, y el hecho de que sólo llevara 4 euros nos hace pensar que alguien tuvo que pagarle el billete. Yo personalmente hablé meses después con el conductor y por la descripción física que me hizo de mi hijo creo que, efectivamente, era él. El problema es que cuando se quisieron revisar las grabaciones de las cámaras de la estación ya habían pasado muchos días y se habían borrado”. El caso, clasificado “de alto riesgo” al estar implicado un menor de edad, es uno de los que investiga el Grupo de Desaparecidos de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía. “Nos han dicho que disponen de varias líneas de investigación, algunas de los cuales ya han desechado, pero no sabemos más –señala Isidro-. Nosotros creemos que a mi hijo se lo llevaron a Madrid; ¿por qué? Esa es la pregunta que nos hacemos todos los días”.

Casos sin respuesta. 

Los listados de las distintas asociaciones de desaparecidos están llenos de historias como la de Paco Molina. Personas reducidas a una fotografía y unos datos con sus características físicas, cómo vestían, y cuando y como desaparecieron. Inter SOS, la organización catalana pionera en la asistencia a familiares de personas desaparecidas sin causa aparente (fue fundada en 1998), recoge en su página web (www.inter-sos.com), algunas de estas historias, como la de Cristina Bergua Vera, hija de los fundadores de la asociación, que desapareció hace casi veinte años, el 9 de marzo de 1997, cuando tenía 16 años. Salió de su casa en Cornellá de Llobregat (Barcelona) por la tarde y se la vio por última vez en la Carretera de Esplugues. O el caso de Juan Angrill Alsinet, un joven de 27 años, que desapareció el 18 de noviembre de 1998 en la Seu d´Urgell. Estaba en el hospital con su madre y le dijo que se iba a dar una vuelta. Ya no volvió. O el de María Teresa Fernández Martínez, de 18 años, desaparecida el 18 de agosto de 2000, a la que se vio por última vez en la avenida de Andalucía de Motril (Granada), en pleno centro de la ciudad, donde iba a encontrarse con unos amigos para acudir al recinto ferial de la localidad granadina. Y así, uno tras otro, hasta sumar varios centenares.

Hay muchas desapariciones como la de Diana Quer, e incluso más complejas, pero unas trascienden a los medios de comunicación y se vuelven mediáticas y otras no", dice Iciar Iriondo, de SOS Desaparecidos

“Hay muchos casos como el de Diana Quer, e incluso más complejos, pero unos trascienden a los medios de comunicación y se convierten en mediáticos y otros no”, dice Iciar Iriondo, criminóloga y coordinadora en Madrid de SOS Desaparecidos (www.sosdesapaarecidos.es), asociación constituida en 2010, aunque sus trabajos se remontan a 2007, que en 2015 consiguió una difusión en las redes sociales de 57 millones entre descargas de fichas y personas que las compartieron. “Llevamos tiempo pidiendo una estadística oficial al Ministerio del Interior, que se hagan estudios y se acuerden protocolos de búsqueda, que se creen unidades específicas en Policía y Guardia Civil y que se habiliten ayudas a aquella familias de desaparecidos en el que la persona ausente era la que generaba los ingresos, y aunque algo se va avanzando, aún estamos lejos de conseguir lo que reclamamos”, sentencia Iriondo.

Un caso más reciente es el de David Gómez, de 39 años, desaparecido el pasado 4 de julio en la localidad madrileña de Tres Cantos, donde trabajaba como jardinero del ayuntamiento, aunque tenía su residencia en Colmenar Viejo. “A primera hora de la tarde estuvimos tomando un café en el centro comercial La Rotonda –cuenta su tío Marcial- y me dijo que se iba a pasar la tarde a la piscina con unos compañeros, aunque hemos descubierto que no estuvo con ellos. Sabemos que sacó 70 euros en dos cajeros de la zona y que a las 21,30 horas se tomó un par de cervezas en el bar Niza. A partir de ahí, nada. Esa noche no fue a dormir a casa ni al día siguiente acudió al trabajo”. La familia descarta que David haya desaparecido por su propia voluntad, una hipótesis que, dicen, la Guardia Civil también ha desechado. “Han pasado ya muchos días sin noticias suyas –dice Marcial-. Estamos que no vivimos”.

Quién sabe dónde.

“La ausencia de información es la que provoca la alarma”, dice el periodista Paco Lobatón, presidente de la Fundación Europea para las Personas Desaparecidas QSB Global (qsdglobal.com). “Las familias no están suficientemente atendidas y en ocasiones se han sentido humilladas en el trance de denunciar la desaparición de un ser querido ante las instituciones oficiales. Han sufrido descoordinación y falta de sensibilidad en el trato y han constatado las grandes carencias, tanto en recursos humanos como técnicos, de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado”. Lobatón dirigió y presentó de forma ininterrumpida entre 1992 y 1998 un programa en TVE, “Quien sabe dónde”, que recibió 10.000 peticiones de búsqueda, de las que 1.500 se trataron en antena por un equipo de 68 profesionales que consiguieron resolver el 70% de los casos investigados gracias a la colaboración ciudadana. “Este –dice- fue el embrión de la actual fundación, que nace tras la constitución en el Senado en 2013  de una comisión para abordar la problemática de las personas desaparecidas”.

En lo que va de año se ha presentado 14.473 denuncias por desaparición, de las que 1.270 permanecen activas

Los datos facilitadas por el Ministerio del Interior a Vozpópuli cifran en 14.473 las denuncias por desaparición presentadas entre el 1 de enero y el 2 de septiembre del presente año, de las que 13.203 se habrían resuelto y 1.270 están por esclarecer, es decir, el 9%. El año pasado las denuncias ascendieron a 24.995, de las que 907 siguen sin resolver. Estos datos, sin embargo, no coinciden con las que figuran en el convenio de colaboración suscrito el pasado 31 de marzo entre las secretarías de Estado de Justicia, Seguridad, Servicios Sociales e Igualdad y la Fundación Europea por las Desapariciones QSD Global. Cifras también oficiales que, sin embargo, distan mucho de las arribas enunciadas. Según dicho documento, las denuncias se reducen a algo más de 10.000 por año, es decir, menos de la mitad de las ahora reconocidas, de las que un 10% se mantienen ‘vivas’ y no puede demostrarse si los desaparecidos siguen vivos o han fallecido, “y más de 100 de éstas no se localizan nunca”. “Es imposible que hayamos pasado de 9.869 denuncias por desaparición de media en los años 2010, 2011 y 2012, según dijo el ministro del Interior en rueda de prensa el 15 de enero de 2013, a la escalofriante cifra de 24.995 en el año 2015 –dice Joaquin Amills, presidente de SOS Desaparecidos y padre de un joven de 23 años desaparecido hace 8 años-. ¡Un incremento de más de 15.000 denuncias! ¿Cuándo nos han mentido, en el 2013 o ahora?”. Amills sostiene que hay más de 15.000 personas desaparecidas durante los últimos 20 años de las que no se tienen noticias.

“Hay que ser muy prudentes con las estadísticas –señala el responsable de la Sección de Desaparecidos de la Guardia Civil-. Un porcentaje muy elevado de ellas son menores que se han fugado de centros de acogida o adolescentes que se marchan de casa y vuelven al cabo de unos días. Hay otro número significativo de extranjeros, inmigrantes, que se han marchado a otro país o han regresado al suyo. También figuran en los listados personas que viajaban en pateras y desaparecieron en el mar, y no faltan aquellos en los que las desapariciones son voluntarias. Otra tipología es la de las personas mayores con algún tipo de enfermedad mental que salen a la calle y se despistan. Las desapariciones tras las que hay un delito son las menos”. Fuentes de Interior añaden, además, que muchas denuncias no se retiran cuando se encuentra al desaparecido.

Los datos de las asociaciones

A falta de datos oficiales desglosados, los únicos disponibles son los de algunas asociaciones de desaparecidos que, obviamente, trabajan con los casos que llegan hasta ellas, aunque son orientativos de la tipología existente. SOS Desaparecidos ha activado 380 búsquedas entre el 1 de enero y el 30 de agosto del presente año. La mayoría, el 64% (244 casos) se resolvió con la localización del desaparecido en buen estado, en el 23% de los casos los desaparecidos fueron encontrados muertos, y 50 denuncias (13%) son casos pendientes de resolver. Por edades, la mayoría de las desapariciones el 55% (209) corresponden a adultos; en 91 casos (24%) se trataba de personas mayores de 70 años, muchas de ellas con problemas mentales, y el restante 21%, 80 casos, era de menores que suelen volver a su domicilio en las 24 o 48 horas siguientes a su desaparición.

La desaparición es peor que la muerte. Para las familias que llevan 5, 10 o 15 años sin noticias de su ser querido sería mejor tener la certeza de que ha muerto", dice Joaquín Amills, presidente de SOS Desaparecidos

La desaparición es peor que la muerte –dice Amills-. Para las familias que llevan 5, 10 o 15 años sin noticias de su ser querido sería mejor tener la certeza de que han muerto. Sólo así tienes todos los datos, sabes si hay un culpable o fue un accidente, y estas certezas te ayudan a cerrar un capítulo doloroso, pero el paso de los años sin respuesta te provoca crisis emocionales terribles. Pasas de una etapa inicial de negación porque no das crédito a lo ocurrido, a otra de enojo y a autoinculparte porque no puedes culpar a otro. El siguiente paso es el odio, a cada mañana, a no saber la verdad, y por último entras en una fase de aceptación, que no supone bajar los brazos, sino asumir la situación y aprender a sobrevivir con ella”.

"No tenemos dudas de que está muerta".

Esa es la situación de Antonio Zurera, de 53 años, que está convencida de la muerte de su hermana Ángeles, desaparecida el 2 el marzo de 2008 en Aguilar de la Frontera (Córdoba). En su caso “no tenemos dudas de que está muerta, pero vamos a seguir buscando hasta que la encontremos”, dice la familia, que ha distribuido 40.000 carteles con su rostro. “Nunca hemos barajado la posibilidad de que se marchara por su voluntad –dice Antonio-. Se había divorciado de su marido de manera amistosa y había iniciado una nueva relación sentimental, momento en que su ex quiso volver con ella y la agredió. La última pista que tenemos es una llamada de su exmarido a las 1,20 horas de la madrugada del día 2. A la mañana siguiente no fue a trabajar y cuando fuimos a su casa nos encontramos con que allí estaban sus gafas y las lentillas (era miope), el bolso, los móviles, todo”.

Dos años después de su desaparición un juzgado imputó a su exmarido por su presunta implicación en el caso, sin que el mismo se haya resuelto aún. El pasado 6 de febrero tuvo lugar la última batida en su busca en el Polígono del Cebollito de la citada localidad cordobesa ante la sospecha de que estuviese allí enterrada. “Hemos revisado más de 250 pozos, hemos removido tierras, hemos hecho batidas con cientos de voluntarios, hemos revisado todo el alcantarillado de Aguilar de Frontera, han actuado perros especializados en detectar cadáveres y hemos utilizado georradares para intentar localizar un posible lugar de enterramiento, todo sin éxito”, concluye Antonio.

Las desapariciones son para la Policía los casos más complicados porque no hay escenario del crimen, cuya inspección siempre aporta algún dato con el que arrancar la investigación. El único camino es reconstruir la vida de la víctima, sus relaciones, si tenía problemas… para intentar encontrar una justificación a su desaparición. “Las 48 horas anteriores a la desaparición son cruciales pare reconstruir lo que puede haber pasado –señala el jefe de la Sección de Desaparecidos de la Benemérita-. Lo mejor para predecir conductas futuras son las conductas pasadas”.

El problema es cuando todas esas indagaciones no conducen a nada. Los investigadores se encuentran entonces ante un callejón sin salida.

HUGO DESAPARECIÓ EN BRASIL

Si las desapariciones sin motivo aparente representan una enorme dificultad para las fuerzas de seguridad, el problema se incrementa cuando la persona desaparece en otro país. Es el caso de Hugo Ferreira, de 27 años, nacido en Barcelona y viajero pasional, que el 11 de diciembre del año pasado viajó a Brasil con intención de pasar cinco meses desplazándose por este y otros países suramericanos. 

“Mi hermano desapareció el 20 de diciembre del año pasado en el Parque Nacional de Chapada Diamantina, en Brasil –cuenta desde Barcelona su hermana Paola-. Había llegado a Sao Paulo el 11 de diciembre. Desde allí se comunicó con nosotros y sabemos que visitó el parque de la Chapada Dos Veadeiros. Es la última vez que fue visto, aunque por la geolocalización de su teléfono sabemos que viajó de Brasilia a Chapada Diamantina y que visitó el parque nacional. Tenemos constancia de que entró en él porque su nombre aparece registrado en la entrada de Valle de Capao. La ruta que supuestamente iba a seguir conduce al pueblo de Lençóis, donde no existe registro de salida. Allí había quedado con un amigo en el hostal que tenían reservado, pero Hugo no se presentó. Mi hermano es muy viajero y en un principio no nos preocupó demasiado no tener noticias suyas, pero pasaron los días y nos alarmamos. El 13 de enero una amiga denunció su desaparición en Brasil, yo lo hice en Barcelona al día siguiente, y el día 19 en Italia (los hermanos son hijos de madre española y padre italiano y tienen la doble nacionalidad). La hipótesis que manejamos es que le haya pasado algo accidental o que le haya asaltado un grupo de ladrones, algo relativamente frecuente en ese parque, que se resistiera y fuese agredido”.

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