España

Diego Valencia, el sacristán asesinado: mujer, dos hijos y dedicado a los barrios deprimidos

Al fallecido, que ronda los setenta años de edad, se le reconoce haber realizado una "gran labor" para atraer a la Semana Santa de Algeciras a una numerosa cantera de cofrades provenientes, muchos de ellos, de barrios deprimidos a los que quiso alejar de "las malas compañías"

Diego Valencia Contreras, el sacristán asesinado, tenía 65 años de edad y era una persona muy querida en Algeciras. Su muerte ha ocasionado una enorme conmoción en esta ciudad del Campo de Gibraltar, donde estaba muy involucrado especialmente en dos grandes tradiciones, completamente distintas entre sí: La Semana Santa y el Carnaval.

El fallecido regentaba una floristería en la calle Tarifa, de nombre Floristería del Carmen, por encontrarse al lado de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen. Este algecireño de pro, muy enraizado en la sociedad, deja viuda y dos hijos, además de nietos. Llevaba casi una década al frente de la sacristía de la iglesia de La Palma, en plena Plaza Alta, centro neurálgico de la villa portuaria.

Un vecino al que ayudó y que le conocía muy bien asegura que la víctima mortal de este suceso "se hizo sacristán porque nadie quería asumir ese rol y se trata de un cargo que suele ser desempeñado por personas mayores, que ya no tienen ocupaciones, y lo asumen", relata.

A Diego Valencia se le atribuye haber hecho una "gran labor" entre muchos adolescentes, la mayor parte de ellos miembros de familias desestructuradas y residentes en barrios deprimidos. El floristero, luego sacristán, atrajo a los muchachos al mundo cofrade para alejarles de las "malas compañías". Son jóvenes que ahora rondan la treintena de años. Se trata de la generación que nació a mediados de los años noventa del pasado siglo. De hecho, "muchos de los cofrades que ahora tienen en torno a 25 y 30 años pasaron por allí", recalcan personas vinculadas a la Semana Santa algecireña al recodar "la escuela y afición" que creó el difunto.

Uno de los méritos más importantes que se le reconoce al fallecido es haber logrado aglutinar en torno a una cruz de mayo, propia de las que se exhiben cada quinto mes del año en muchos rincones de Andalucía, a toda una cantera de jóvenes cofrades algecireños que la portaban previamente en Semana Santa como costaleros de un paso que salía de la capilla de San Antón.

La cruz era elaborada con flores de la floristería de Diego y él mismo corría con todos los gastos. Uno de los dos hijos que deja el fallecido se ha convertido, con el paso del tiempo, en uno de los cofrades más relevantes de esta ciudad de más de 120.000 habitantes.

El eje vertebrador que representó para la Semana Santa de Algeciras la floristería del sacristán también lo fue para el carnaval. Durante muchos años Diego Valencia cedió, de forma desinteresada, su local comercial para que ensayaran allí diversas agrupaciones, chirigotas y comparsas.

No muy lejos de donde fue asesinado Valencia, a menos de un kilómetro de distancia, en la capilla de San Isidro, era herido de gravedad el sacerdote Antonio Rodríguez Lucena, de 74 años de edad, también muy conocido en la ciudad, sobre todo por haber impartido clases en un colegio de Los Salesianos.

El alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, cuya candidatura presentaba en la tarde de este miércoles en la ciudad el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha indicado que el sacerdote "está fuera de peligro" tras salir de quirófano. Fue intervenido en el Hospital Punta Europa, al que fue trasladado en una ambulancia desde el lugar de los hechos. El primer edil cree, incluso, que podría ser dado de alta en las próximas horas "si todo va bien".

Tras asesinar a Diego Valencia y herir de gravedad previamente –también con su enorme machete– a Rodríguez Lucena, el detenido de origen magrebí, Yassin K. de 26 años de edad y que se encontraba en España en situación irregular, intentó acceder a la capilla de Nuestra Señora de Europa, ubicada también en la Plaza Alta, enfrente de la iglesia de La Palma, pero el templo estaba cerrado en ese momento y no pudo entrar, tras aporrear la puerta.

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