En España ha habido varios crímenes que han conmovido a la nación entera. Marta del Castillo, de quien aún no se ha encontrado el cuerpo, Diana Quer o el caso Alcàsser son algunos de los más mediatizados y que más preocupación han generado en la sociedad española.
Hoy 21 de septiembre se cumplen diez años del crimen de Asunta Basterra, otro de los casos que ha causado interés en nuestro país. Las incógnitas, aún sin resolver, que acogen esta investigación -y las de los otros casos- son la razón detrás de la agitación que importunan este tipo de sucesos en la población.
Parecían la familia ideal, o al menos eso querían aparentar. Rosario Porto Ortega y Alfonso Basterra Camporro adoptaron a Asunta en 2001 en China. Pese a la separación de la pareja debido a un amorío de Rosario con un empresario, los padres de la joven mantenían una buena relación.
Inclusive Alfonso estuvo cuidando de ella cuando enfermó y tuvo que ser ingresada en el hospital. Este fue el momento en el que los padres de Asunta planearon el asesinato y todo el complot para poder cubrirse -fallidamente- las espaldas.
Rosario denunció la desaparición de su hija el 21 de septiembre alegando que la había dejado sola en casa y al volver Asunta Basterra ya no estaba. Ambos padres participaron en las búsqueda del cuerpo de la niña, el cual apareció al día siguiente en el lateral de un asfalto próximo a la casa familiar de Teo.
A lo largo del juicio, el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia y por el Supremo consiguió resolver la mayoría de preguntas: qué, quién, cómo, cuándo, con qué y dónde, pero nunca el porqué. Sus padres fueron condenados como culpables de la muerte de Asunta Basterra y, especialmente a Alfonso, jamás se le vio ni un ápice de arrepentimiento.
Durante los interrogatorios Rosario Porto llegó a demostrar ciertas flaquezas tras descubrir algunas mentiras en las declaraciones que hicieron creer a los policías que confesaría toda la verdad, pero no fue el caso. A la policía le llamó la atención que el 4 de julio de 2013 no denunciase los actos que describió durante las primeras declaraciones de la desaparición de Asunta Basterra.
Según la madre de la joven, una noche descubrió a un hombre vestido de ropa oscura y guantes de látex que estaba ahorcando a su hija. De acuerdo con sus confesiones, cuando intentó ir a por él, este huyó por el pasillo. Esto causó grandes dudas en la investigación debido a que no tenía sentido que no hubiese denunciado este evento peligroso en su momento. Rosario Porto se ahorcó en su celda con el cinturón de su bata el 18 de noviembre de 2020. Según se comenta tenía una actitud alterada y llegó a realizar dos intentos previamente sin éxito.
Alfonso Basterra llamó la atención de los investigadores porque en su ordenador se encontró pornografía de mujeres jóvenes y asiáticas, a esto se le suman fotografías de Asunta Basterra en posturas provocativas. En muchas de estas imágenes la joven aparecía con lágrimas en los ojos y las pupilas dilatadas, lo que da a entender que estaba bajo los efectos de alguna sustancia.
Alfonso intentó borrar las pruebas que le incriminaban, para que en todo caso la culpa recayese en su exmujer y no en él: intentó borrar las fotografías y archivos de su ordenador -las cuales recuperaron los técnicos-. El padre de Asunta Bastera no aparece en ninguna de las imágenes que culpabilizaban a Rosario, lo que pensó que le iba a librar de la condena.
Pero el padre de la niña se despistó y fue visto por una compañera de clase de francés de Asunta junto a la niña en el cruce entre las calles General Pardiñas y República del Salvador de Santiago. La niña decidió acudir a testiguar después de que viese que el padre había dicho que no había salido de casa en toda la tarde.
El caso Asunta Basterra
Asunta Basterra fue drogada y asfixiada el 21 de septiembre de 2013, a punto de cumplir los 13 años de edad. Rosario Porto y Alfonso Basterra habían suministrado una alta dosis de lorazepam, medicamento que somnolienta y seda al paciente (principalmente usado para tratar ataques maníacos en diagnosis de bipolaridad y otras enfermedades mentales).
Según descubrió la investigación policial, Alfonso había sido pillado comprando al menos tres veces un total de 125 comprimidos de orfidal en una farmacia de una de las calles céntricas de Santiago de Compostela. Esto sugirió a los investigadores que Asunta Basterra ya había sido drogada con anterioridad, se desconoce si con el objetivo de acabar con su vida.
La joven ya tenía ciertas sospechas. Un día en la escuela le comentó a su profesora de música que sus padres le estaban engañando y que le habían dado un "polvos blancos" que habían hecho que estuviese dormida durante dos días.
Las pruebas confirmaron que Asunta Basterra había sido drogada ya que se encontraron restos en su pelo. Sin embargo, Alfonso se mantuvo fiel a sus declaraciones en todo momento negando que la hubiesen drogado. De acuerdo con sus confesiones le daban un medicamento para una alergia que nunca fue diagnosticada.
Los últimos movimientos antes del crimen
La noche anterior al día del asesinato Asunta Basterra durmió en casa de su padre. A las 9:30 regresó a la casa de su madre, con quien vivía habitualmente desde la separación, para su clase de chino. A las 13:55 la joven regresaría a casa de Alfonso para la comida, saliendo un poco antes que su madre.
Comen juntos los tres -momento en el que se supone que suministraron la dosis de orfidal- y están jugando a las cartas hasta las 17:21, hora a la que regresa a casa de Rosario, quien vuelve también unos momentos más tarde.
Para las 18:12, Rosario se encuentra con el coche esperando a Asunta y a los diez minutos son pilladas por una cámara de una estación de servicio, en la que se demuestra que la joven iba en el asiento copiloto junto a su madre -desmintiendo las primeras declaraciones que dio-.
A las 18:31 se registra la desactivación de la alarma del chalet familiar de Teo. De acuerdo con la autopsia, Asunta Basterra falleció entorno a las 19:00 horas con una dosis de orfidal 17 veces superior a la considerada como tóxica.
Además de la sobredosis, el examen reveló varios puntos de erosión y marcas de asfixia por el cuerpo de Asunta Basterra. Cuando Rosario llegó al chalet con la niña, le tapó la nariz y la boca con un clínex asfixiándole, además de atarle de piernas y brazos con una cuerda de plástico naranja. Esto impidió cualquier mínima oportunidad -considerando su estado- que tuvo la joven para defenderse.
Una vez Asunta ya no respiraba, Rosario Porto dejó el cadáver en una pista forestal cercana y continuó el camino hasta su casa para seguir el plan que había previsto junto a Alfonso Basterra: fingir que la niña había desaparecido.
En la plataforma streaming de Prime Video se encuentra disponible el documental 'Lo que la verdad esconde: El caso de Asunta' (2017). En tres episodios recopilan todos los datos y plantean nuevas preguntas y perspectivas al asesinato de Asunta Basterra.
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