España

Distensión en Palacio: "Ahora el que está jorobado es Puigdemont"

Distensión en los salones del Palacio Real en la recepción por la Fiesta Nacional. Rostros más tranquilos en los miembros del Gobierno. El más severo, el Rey. 

El luto por el piloto fallecido en el accidente aéreo de Albacete se extendió por los rincones del Palacio Real. Mil trescientos invitados abarrotaban los salones en la recepción de la Fiesta Nacional. Mariano Rajoy y Dolores Cospedal, tas saludar a Sus Majestades, viajaron al lugar del siniestro. El Gobierno en pleno, salvo De Guindos de viaje oficial en Washington, estaba allí presente. Rostros más relajados que hace tan sólo un par de días. El 155 parece producir efectos balsámicos. "Ahora el agobiado, el que está jodido, es Puigemont", decía un ministro, cerveza en ristre. 

Don Felipe se prodigó en los corrillos. Tenía ganas de hablar. Escuchaba parabienes por su valiente discurso de hace diez días. Se mostraba muy afectado por la muerte del militar. Y no disimulaba su inquietud por los suceos de Cataluña. No se hablaba de ota cosa. El golpe de Estado y Puigdemont se convirtieron en el monotema. Pedro Sánchez, descorbatado, lideraba la vastísima representación socialista. "La conversación con Rajoy sobre cómo se habrá de aplicar el 155 fue muy larga. Hablamos mucho". Parece que, llegado el caso, será una fórmula light. Dirección de los Mossos y convocatoria de elecciones. Cristina Narbona, presidenta del PSOE, se hacía la estrecha con el artículo de marras. "El acuerdo con el Gobierno esta siendo muy difícil", declaraba en tono solemne, como de gastroenteritis.

Sáenz de Santamaría confesaba que, hasta ese instante, aún no ha recibido respuesta de la Generalitat al requerimiento del Gobierno. Sólo vale el 'no'. Es decir, el reconocimiento explícito de que o hubo proclamación de independencia. No valen ni copias de las actas ni PDF del texto suscrito por los diputados secesionistas. Si llega esa respuesta, se rebobina la película y la jugada vuelve al momento anterior al pleno del Parlament de los días 6 y 7. Es decir, las leyes del referéndum y de ruptura quedarían en el límbo de lo que jamás existió. Algún ministro aventuraba que el prsidente catalán está atrapado en su propia trampa. "Si nos dice que no, que no hubo proclamación, se la juega con sus bases, con los radicales. Si nos dice que sí, se la juega con el Estado". 

El Ejecutivo se siente más fuerte. Ha consolidado la unidad de los demócratas. PSOE y Ciudadanos cierran filas en el bloque constitucional. El mensaje del Rey levantó los ánimos. La manifestación del domingo en Barcelona, mostró una faz inédita de la mayoría silenciada. "Los golpistas ya no son los dueños del saloon", comentan

Conjeturas sobre Zapatero

Josep Borrell tenía cola de admiradores deseosos de felicitarle por su discurso del domingo. "Este es el PSC que no tenemos", comentaba una ciudadana de Cataluña. Felipe González, que estaba en Alemania cuando el referéndum fantasmagórico, animaba a Rajoy a no arrugarse y tirar hacia adelante con el 155. Ya que se ha hecho tarde, ahora se trata de no ceder, comentaba. Rubalcaba también recibía algún elogio hacia un artículo publicado días atrás que, reconocía, "no se si lo habrán leído". Zapatero, con su extraño rictus de personaje oscuro, buscó un encuentro breve con el Rey. ¿Le hablaría de Maduro?. No quiso responder. 

Todos los presidentes autonómicos pululaban animosamente entre la multitud. Núñez Feijóo, delfín eterno, padre reciente, advertía contra los nacionalismos. Los conoce bien. Tres ausencias entre los líderes regionales. Cataluña, País Vasco y Uxue Barcos. Los secesionistas no gustan de acercarse a Palacio cuando los españoles celebran su fiesta. Optan siempre por quedarse en su aldea, a la sombra del campanario, con la boina calada hasta las cejas.  

¿Qué pasará con Trapero?

"Esto va a ser muy largo. Y muy difícil. Y muy fastidiado", aseguraba un alto miembro de la magistratura. "La situación es endiablada". Quizás el 'mambo' de verdad, empiece el lunes, si Trapero no vuelve a casa después de declarar ante la Audiencia. "Medidas cautelares y, padentro", añadía. Pablo Casado acaparaba las palmaditas en la espalda. Dijo el lunes que Puigdemont puede acabar como Companys. Es decir, entre rejas. Luego le atribuyeron el fusilamiento, sobre el que nada había dicho. A él sí que le están fusilando. 

Los Reyes prosiguieron su deambular por el intransitable salón durante casi dos horas. Para eso están aquí, decían desde la Casa, sin dejar de comentar el espantoso tufillo que desprende cierta prensa internacional. 

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