Si el 8-M de hace cinco años fue la catapulta que utilizó Pedro Sánchez para aterrizar en Moncloa, este miércoles 8-M va camino de ser la sepultura de la coalición con Podemos que encabeza el líder del PSOE. El feminismo, partido en dos, se olvidó de abarrotar las calles de España en una jornada menos multitudinaria de lo que fue otras veces. Y, aunque no es la primera vez que el movimiento llega dividido, este año, a diferencia de lo que ocurrió en 2018, la ola feminista ha ensangrentado a la izquierda tras una guerra a navajazo a limpio entre los socios de Gobierno. Los datos de la Delegación del Gobierno en Madrid hablan por sí solos: la marcha de la Comisión 8-M congregó a 17.000 personas frente a las 50.000 de 2022. Mientras que la del Movimiento Feminista de Madrid, contra ‘ley Trans’, citó a 10.000 personas frente a las 6.000 de hace un año.
En efecto, las previsiones se cumplieron y hubo abucheos y silbidos a los socialistas y a Pedro Sánchez en la marcha principal. Y también hubo un clamor pidiendo la dimisión de Irene Montero en la macha convocada por el Movimiento Feminista de Madrid, afín al PSOE. El grito que lanzaron cientos de miles de mujeres hace cinco años en una manifestación cuya magnitud entonces pocos previeron se ha convertido hoy en un altavoz en el que el PSOE y Podemos airean sus diferencias sobre algunas de las iniciativas impulsadas desde el Ministerio de Igualdad. No solo el 'sólo sí es sí', también la 'ley Trans'.
Y, pese al lío, destacadas fuentes socialistas aseguran a este diario que no hay arrepentimiento por haber cedido Igualdad a Podemos cuando se negoció el Gobierno. No obstante, las ministras de Unidas Podemos -excepto Yolanda Díaz- y las del PSOE participaron en la misma marcha, aunque avanzaron separadas y rodeadas de sus respectivos hinchas políticos.
Golpe a golpe
Nada nuevo bajo el sol tras el delirante intercambio de exabruptos que protagonizaron ambos partidos en el Congreso 24 horas, cuando se votó la toma en consideración de la propuesta socialista para reformar la ley del 'sólo sí es sí'. Golpe a golpe, los morados ven al PSOE como un partido de "fascistas" y en Ferraz están cansados de sus "peroratas" y de sus discursos "impresentables".
Así las cosas, la izquierda política en el poder ha desaprovechado la ocasión, por una cuita interna, de utilizar el 8-M como un propulsor de las opciones para repetir coalición. Máxime, cuando otro pacto con Yolanda Díaz es la única salida posible para Sánchez. Y, como alerta el núcleo duro de Moncloa cada vez que tiene ocasión, no hay mayor adversario que la desmovilización.
En cualquier otro Gobierno sensato, y así lo insinúan fuentes gubernamentales socialistas, Irene Montero dimitiría. Pero en Ferraz cuentan con que eso no pasará. Y tampoco están por la labor de agitar el avispero y forzar su salida. No, al menos, antes de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo. Y todo en aras de proteger a Yolanda Díaz. Todavía dependen muchos alcaldes y presidentes autonómicos de las relaciones entre las dos grandes centrales de Moncloa. Pero una vez las urnas escupan el resultado, será Sánchez quien tenga la última palabra.
La 'huida' de Sánchez
Los progresistas son especialmente sensibles a las peleas entre los suyos. Y la batalla del 'sí es sí', para más inri, no es si quiera un discusión política, sino técnica. Aunque Podemos, instigado por el exvicepresidente Pablo Iglesias, se ha echado al monte seguro de que debe garantizar la supervivencia de sus dirigentes ante la OPA de Yolanda Díaz a base de ruido y guerra. Mientras, Sánchez también está seguro de que debe alejarse de los morados.
Solo así se entiende que este 8-M el presidente 'huyera' del acto organizado por Igualdad, que un grupo de feministas contrarias a la ley trans boicoteó, y optara por codearse en Moncloa con un grupo de mujeres empresarias tras sacar del horno del Consejo de Ministros un anteproyecto de ley de paridad cocinado directamente por Presidencia sin las manos moradas del Gobierno. Sánchez se vio con la presidenta de la asociación de ejecutivas Woman Action Sustainability (WAS), Mónica Chao; con la directora global de Operaciones de Llorente y Cuenca, Luisa García; con la directora de Sostenibilidad de Iberia, Teresa Parejo, y con la directora de Financiación Estructurada del grupo Elecnor, Ángela Pérez.
Lo que está claro es que en Ferraz quieren cerrar la herida por la que supuran las opciones del presidente del Gobierno de seguir en Moncloa. Aunque no sé esté dando cuenta, en aparencia, de que la suerte está echada. Las encuestas no remontan y el nerviosismo cunde. El núcleo duro de Sánchez detectó que el goteo de rebajas de penas no podía continuar sin remiendo. Y aunque son conscientes de que por el mero cambio en la norma no se va a frenar la avalancha, pues el Poder Judicial advirtió de hasta cinco años de revisiones, Moncloa quiere, al menos, zanjar el asunto mediáticamente. Mientras, Podemos cree haber encontrado un filón con el que castigar al PSOE y diferenciarse de él. En pleno año electoral, los morados saben que no les queda más remedio que hacer todo lo posible por blandir sus diferencias respecto al socio mayor y mostrar su utilidad ante el electorado. Aunque sea a costa de permitir que la coalición siga viviendo.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación