La detención de un líder musulmán por parte de tropas de Estados Unidos en una región bajo dominio del Ejército español desencadenó fuertes fricciones entre las Administraciones de George W. Bush y José Luis Rodríguez Zapatero en la guerra de Irak, de la que este 20 de marzo se cumplen 20 años. Con motivo de esa efeméride, Vozpópuli recupera una serie de documentos internos del Ministerio de Defensa español en los que se refleja el malestar que supuso la forma de actuar del contingente norteamericano. El episodio desencadenó, a su vez, la conocida batalla de Najaf, donde los militares de nuestro país se vieron asediados por miles de rebeldes que arremetieron con violencia contra la base en la que permanecían acuartelados.
Los acontecimientos tuvieron lugar en 2004. José Luis Rodríguez Zapatero ya había ganado las elecciones ante José María Aznar, en un momento convulso marcado por los atentados del 11-M y la promesa de la retirada de las tropas españolas de Irak. Esta última decisión no sentó bien en la Casa Blanca, que había encontrado en España un aliado fundamental para lanzar las tropas contra Sadam Husein, al que se responsabilizó de albergar armas de destrucción masiva que, a la postre, nunca serían localizadas.
Nuestro país llegó a tener más de 1.300 efectivos en suelo iraquí, pero la anunciada decisión de retirar los contingentes enrareció el ambiente en la misión. Militares españoles desplegados en esas fechas recuerdan el cambio de actitud de las tropas estadounidenses en su presencia. El Ejército español, además, tuvo que compaginar las misiones asignadas en el marco de la coalición internacional con los preparativos para un repliegue inminente de esa envergadura.
La detención de un líder religioso
En ese contexto, Estados Unidos lanzó una ofensiva para capturar a Mustafa al-Yaqubi, líder religioso y lugarteniente de Moktada al-Sadr. Éste último era uno de los hombres fuertes en el complejo equilibrio de poderes que definía Irak tras la caída de Sadam Husein. A sus mandos tenía al Ejército de al-Mahdi, compuesto por una cantidad indefinida de individuos -los informes varían entre 10.000 y 60.000 personas- que sometían a las tropas internacionales a constantes campañas de hostigamiento.
Un informe redactado el 25 de octubre de 2004 por el Puesto de Mando del Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), entonces dirigido por el general Félix Sanz Roldán, evidencia el malestar que supuso aquella operación estadounidense en la cúpula militar española, así como las fricciones entre las dos administraciones.
"A raíz de la detención por parte de fuerzas del Ejército de los Estados Unidos de Mustafa al-Yaqubi, líder religioso próximo a Muqtada al-Sadr, en el área de responsabilidad de la Brigada Multinacional Plus Ultra [de la que formaba parte España], detención que no fue consultada ni comunicada hasta después de efectuada, se produjeron reacciones violentas en toda el área de mayoría chiita, provocando un empeoramiento sustancial de la seguridad", reza dicho informe.
La falta de comunicación respecto a esta operación no fue el único elemento que abrió una brecha entre España y Estados Unidos. Según el mismo informe, el teniente general Sánchez, de Estados Unidos, ordenó a sus unidades subordinadas que lanzaran una serie de ofensivas contras las milicias de Muqtada al-Sadr, exigiendo "el arresto o muerte de sus líderes".
El mando norteamericano tuvo que ajustar los cometidos asignados a la brigada Plus Ultra, limitándolos a "misiones de apoyo dentro de sus posibilidades"
La Brigada Plus Ultra, con destacada participación española, trasladó a Estados Unidos que este tipo de operaciones quedaba fuera del marco legal de su despliegue. Y que tampoco se ajustaban a las reglas de enfrentamiento autorizadas, que rigen el modo en que los militares se enfrentan al enemigo en zona de operaciones. De este modo, el mando norteamericano tuvo que ajustar los cometidos asignados a la brigada Plus Ultra, limitándolos a "misiones de apoyo dentro de sus posibilidades".
"[Las] fuerzas españolas nunca han participado en acciones ofensivas que incluyesen encontrar ‘vivo o muerto’ a un líder musulmán", concluye el informe redactado por el puesto de mando del JEMAD, incluido en el archivo personal del exministro de Defensa, José Bono, cedido a la Fundación Pablo Iglesias.
La batalla de Najaf
La detención del líder musulmán fue el desencadenante, además, de la batalla de Najaf, en la que los militares españoles desplegados en esta localidad se enfrentaron a una turba compuesta por miles de personas que clamaban por la liberación de su jefe capturado, al creer que se encontraba retenido en las instalaciones donde permanecían las tropas de nuestro país.
El combate, al que se conoce como la batalla de todas las batallas del Ejército español por la envergadura de los enfrentamientos -o la del 4/4/4, por el día, mes y año en que tuvo lugar- estuvo marcado por la salida de un grupo de militares del Ejército de Tierra entre la multitud, bajo fuego enemigo, para rescatar a unos soldados salvadoreños e iraquíes que habían quedado atrapados en el corazón de la ciudad. La acción supuso la concesión de varias condecoraciones en reconocimiento de la hazaña.
Otro informe interno de Defensa detalla las consecuencias de la detención del líder musulmán para la seguridad en la región en la que operaban las tropas españolas. "El otro hecho importante fue la detención de uno de los lugartenientes del líder religioso chiita Muqtada al-Sadr, que ha provocado enfrentamientos entre fuerzas de la Coalición -desde Bagdad hasta Basora-, con una implicación especial de las tropas de la Brigada Plus Ultra en la ciudad de Najaf. Las unidades de nuestra Brigada han tenido que repeler, empleando la fuerza, diversas manifestaciones y ataques de miembros del Ejército Mahdi (Ejército dirigido por Sadr) causando varios muertos iraquíes y un soldado salvadoreño".
Las consecuencias de aquel episodio han alcanzado la más reciente actualidad. Con el paso de los años, aquel líder religioso al frente del Ejército de al-Madhi, Muqtada al-Sadr, se ha convertido en uno de los hombres más influyentes del país: se trata de un clérigo chií que cuenta con una fuerte representación en la cámara iraquí.
El pasado verano movilizó de nuevo sus huestes en diversos puntos como medida de presión para que se celebrasen unos nuevos comicios. En el transcurso de esas jornadas se registraron sabotajes en yacimientos de gas al norte del país y enfrentamientos en las zonas de mayor seguridad de Bagdad, donde actualmente permanecen las tropas españolas, aunque en una misión diferente a la de hace dos décadas.
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