La presencia de los drones en las noticias como causantes de algún incidente aéreo son cada vez más frecuentes. Uno de los más llamativos tuvo lugar en el aeropuerto londinense de Gatwik el pasado 2 de julio, cuando uno de estos aparatos causó un verdadero caos y estuvo a punto de provocar un accidente por su cercanía e interferencia con el funcionamiento correcto de la terminal. El incidente obligó a cerrar la pista, a desviar varios vuelos, otros sufrieron demoras y algunos pasajeros perdieron sus conexiones a otros destinos.
Unconfirmed reports of a drone sighting led to runway suspension for a total of 14 mins. Operations fully resumed and police investigating.
— London Gatwick LGW (@Gatwick_Airport) July 2, 2017
El de Londres no es un incidente aislado. La Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA) ha abierto hasta la fecha un total de 135 expedientes sancionadores, de los cuales ya han salido 119 sanciones por un importe de más de 600.000 euros, según los datos proporcionados a Vozpópuli. Por otra parte, los últimos datos de la Comisión de Estudio y Análisis de Notificaciones de Incidentes de Tránsito Aéreo (CEANITA) (link) son de 2015 y detallan que ese año se produjeron 1,37 incidentes por cada 100.000.
Estos son sólo algunos de los titulares relativos a España en lo que va de año: “Un dron sobre Peguera entorpece el paso de un helicóptero médico” (Diario de Mallorca, 12 de agosto); “Un dron se cuela en un rescate con helicóptero en Vitoria” (SER Euskadi, 23 de julio); “El uso inadecuado de drones pone en alerta a los Mossos” (La Vanguardia, 2 de mayo; “Un avión, a punto de chocar contra un dron en el aeropuerto Tenerife Sur” (La opinión de Tenerife, 26 de febrero); “La Policía Nacional derriba un dron que sobrevolaba la comisaría de Castellón” (Levante, 5 de enero).
Eduardo Blanco, portavoz del Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial (COPAC), explica a Vozpópuli que “La proliferación de drones a nivel mundial ha incrementado de manera drástica los avistamientos o cruces de drones en las servidumbres de aeropuertos, zonas de extinción de incendios o áreas en las que se realizan labores de búsqueda y salvamento, distrayendo o interfiriendo en las labores de la aviación tripulada”.
Para nosotros, son fases críticas del vuelo, que exigen nuestra máxima concentración; cualquier aspecto que reduce los estándares de seguridad supone un riesgo potencial
Los problemas con estos dispositivos tienen lugar durante las operaciones de aterrizaje y despegue. “Para nosotros, son fases críticas del vuelo, que exigen nuestra máxima concentración; cualquier aspecto que reduce los estándares de seguridad supone un riesgo potencial”.
Grave incidente en Bilbao
Blanco recuerda “uno de los incidentes más graves de los que se ha tenido constancia pública”, el de un avión de Lufthansa que, en mayo de 2016, se encontró con tres drones a unos 900 metros de altura durante la fase de aproximación al aeropuerto de Bilbao, “lo que obligó a la tripulación a realizar una maniobra para evitarlos”.
En otras ocasiones, sin embargo, los drones no suelen ser percibidos. “Uno de los principales problemas es que no se detectan ni por los radares que poseen los controladores ni por los instrumentos a bordo que llevamos los pilotos en el avión”, explica el portavoz, que añade que el avistamiento directo desde la cabina por parte de la tripulación es la única forma de detectarlos. “A la velocidad a la que vamos, el tiempo de reacción es muy corto”, lamenta.
Aquí abajo, se puede ver el efecto que provocó el dron de Gatwick en el tráfico aéreo.
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Gatwick drone incident - 2 July from NATS on Vimeo.
¿Qué daños pueden causar?
La presencia de estas aeronaves en zonas no permitidas no sólo tiene consecuencias en retrasos el cierre del espacio aéreo de forma temporal. “Tarde o temprano”, expone el piloto, “esos cruces se convertirán en impactos (...) y desconocemos las consecuencias reales que puede tener un choque entre un dron y una aeronave”.
Sin embargo, estudios como el realizado en Reino Unido por su Departamento de Transporte, la Military Aviation Authority y la British Airline Pilot’s Association, indican que las consecuencias “pueden ser catastróficas, ya que con un dron se puede provocar más daños a una aeronave que un pájaro con la misma masa y velocidad”, especialmente cuando se trata de helicópteros y aviones ligeros.
Sanciones
Otra dificultad añadida es la de encontrar al responsable de un incidente provocado por un dron, ya que se pilotan de forma remota, son difíciles de avistar y pueden seguir su camino sin ser interceptados.
Pero, de serlo, las multas por el uso indebido de drones pueden alcanzar los 225.000 euros en el caso de drones de uso lúdico, y los 4,5 millones en caso de uso profesional y en función de la gravedad. En España, los datos facilitados por AESA reflejan que el importe que más ha llegado a pagar un infractor ha sido de 600.000 euros, y el mínimo, 360 euros.
Actualmente, la normativa impone que no se pueden volar drones a una distancia mínima de 8 kilómetros de un aeropuerto, aeródromos, helipuertos o donde se realicen vuelos con aeronaves de baja altura, como los parapentes. Tampoco sobre las ciudades y aglomeraciones de personas al aire libre, ni de noche, ni a una distancia de 120 metros de altura.
Sin embargo, la normativa está a punto de cambiar, aunque todavía no hay fecha prevista. En concreto, se permitirá el sobrevuelo de zonas urbanas y aglomeraciones de personas si es un dron de menos de 10 kilos y a un máximo de 100 metros del piloto y 120 metros de altura. También las operaciones nocturnas y los vuelos más allá del alcance visual del piloto con aeronaves de más de dos kilos, y operaciones en espacio aéreo controlado. Todo ello, implicará a su vez nuevos requisitos.
Desde el COPAC insisten en que esta nueva normativa “debe priorizar la seguridad de todas las aeronaves que comparten el espacio aéreo”, y solicitan una mayor formación de los profesionales “para contar con los procedimientos adecuados para reportar la presencia de drones y actuar de forma correcta”.
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