Tan solo cinco días concedió la Autoridad Bancaria Europea (EBA, en inglés) a las entidades europeas para desnudar, actualizada a 30 de septiembre, su cartera de deuda pública soberana. Un ejercicio que concluyó el miércoles, fiesta en España, cuando los responsables financieros de cada entidad enviaron al Banco de España la plantilla de datos que, previamente, había remitido la EBA al supervisor español. Unas cifras con las que la autoridad europea espera calcular qué necesidad de capital adicional tiene el sector financiero europeo. “A partir ahora vamos a vivir un test de estrés continuo”, se tiene ya asumido en el sector.
“Lo que no tenemos conocimiento es qué tipo de estrés van a aplicar a estas carteras; qué consideración se le va a dar a la deuda pública española, es decir, si se le asimila a la de economías problemáticas, como la griega o la portuguesa; o cuánto van a subir las necesidades de capital”, reconocen desde varias entidades.
Para la mayoría del sector, el nuevo proceso se asemeja bastante a la forma de actuar de la EBA en el procedimiento de los pasados test de estrés. “Se pedían cosas, luego desaparecían del examen, para luego volver a aparecer”, aseveran desde una caja. Desde marzo a julio pasado, la EBA cambió hasta en cinco ocasiones las condiciones del examen desde que las entidades empezaron a recibir las primeras comunicaciones en noviembre de 2010. Incluso hubo alguna caja española a la que se le solicitaron cambios el día previo a la comunicación oficial de los resultados.
Una de las últimas precisiones de la EBA, en junio, fue la introducción de las carteras de deuda soberana pública a los diferentes escenarios sobre los que se planteaba el estrés. Esos datos pertenecen a la situación de junio.
“Esperemos que hayan aprendido de los test de julio porque, a la postre, se han demostrado que no han servido para nada. Plantearon unos escenarios tan adversos que, si se cumplieran, no solo se irían al traste los bancos, sino las economías. Lo lógico es que ahora se haga el ejercicio sobre la situación real”, explican desde una caja.
La preocupación en el sector financiero español es máxima ante la falta de concreción de la EBA a la que critican que, “una vez hecho el desnudo”, no se solicite también la exposición a la deuda privada que tienen las entidades en cada país. “Así no se sacrifican a los bancos alemanes y franceses que son quienes más soportan en sus balances este tipo de deuda con empresas y bancos griegos y que, irremediablemente, saben que tendrán que acudir a una quita”, explican desde un importante banco.
El futuro a corto plazo de estos números puede dar resultados insospechados. “En función de la nueva cifra de capital que se solicite podemos estar tranquilos o todo lo contrario. Ante la falta de información suministrada por la EBA es imposible hacer un cálculo y, por tanto, empezar a poner medidas que puedan mitigar sus efectos”, aseguran en el sector.
En lo que sí coincide todo el sector es en la dificultad que supondría tener que captar capital en una situación en la que el mercado mayorista de financiación está cerrado a lo que se une el castigo diario que sufren las entidades financieras en los parqués.
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