Una sopa de tomate a los girasoles de Van Gogh; un puré de patatas a un cuadro de Monet; un doble tartazo a la figura de cera de Carlos III o una lata de tomate a la 'Joven de la Perla'. Parecen gags de una película mala al más puro estilo 'Noche en el Museo', pero es la realidad de las últimas semanas en los museos europeos. Parece que entre las filas de los grupos ecologistas se ha puesto de moda atacar importantísimas obras de arte para reivindicar la necesaria e inmediata intervención de los gobiernos para evitar el cambio climático.
Pese a la gravedad de los hechos, como han denunciado en varias ocasiones los expertos, los partidos ecologistas españoles, tanto Equo como Alianza Verde, se muestran a favor de estas actuaciones de los activistas porque consideran que es la "única manera" y la "única vía" que les queda para "llamar la atención" de los políticos y de la sociedad por su inacción ante un problema como el cambio climático.
"El debate no es si esta es la vía; el debate es por qué han tenido que recurrir a ella para intentar que los gobiernos reaccionen antes de que sea demasiado tarde", explican a Vozpópuli fuentes de Equo. Estas mismas fuentes aseguran además que la acción es más necesaria que nunca, después de que este mismo miércoles "conocíamos un informe de Lancet Countdown que alertaba del aumento de los daños del cambio climático en la salud, mientras las inversiones en combustibles fósiles continúan. La transición ecológica no puede esperar", argumentan.
La misma línea de pensamiento tiene Juan Antonio López de Uralde, uno de los activistas más reconocidos en España y fundador y coordinador federal del partido Alianza Verde. "Es la respuesta lógica de una generación preocupada por el medio ambiente ante la pasividad de todos los políticos", señala en conversaciones con este periódico.
Ambas formaciones se posicionan a favor de los actos de estos jóvenes contra diversas obras de arte y recuerdan que el activismo siempre ha sido provocador. "Estos actos responden a la desesperación y se está lanzando un mensaje con el que vienen a decir: «Os importa mucho una obra de arte pero luego no os importa nada el planeta». Es una manera de ponernos frente al espejo y una de las pocas vías que han encontrado para que los políticos escuchen. Y no hay duda de que han sido efectivos llamando la atención porque han abierto todos los telediarios y todos los periódicos", justifica López de Uralde.
Este mismo jueves, en el ataque a la 'Joven de la Perla', los activistas que llevaron a cabo el acto, vandálico para algunos, necesario para otros, defendieron sus acciones con las siguientes palabras: "¿Cómo te sientes al ver algo tan bonito y valioso siendo aparentemente destrozado ante tus ojos? Nos sentimos indignados. Este cuadro está protegido por un cristal. Está bien, pero la gente vulnerable alrededor del planeta no está protegida. El futuro de nuestros hijos no está protegido. Las personas en extrema pobreza tienen que elegir entre calentarse o comer, y no están protegidos".
Desde importantes asociaciones ecologistas, como Greenpeace o WWF, que también tienen mucho que decir al respecto, "no entran a valorar las acciones de otro colectivo", como han declarado fuentes de Greenpeace a este periódico.
La línea roja de los partidos ecologistas
Ambas formaciones políticas señalan, eso sí, que la línea roja que no pueden permitir es que con estas acciones se dañe alguna obra de arte que forma parte del patrimonio cultural colectivo.
"Nos gustaría aclarar que los activistas climáticos que han llevado a cabo estas acciones reivindicativas no pretendían, en ningún caso, dañar las obras de arte, sino llamar la atención ante la inacción de los gobiernos ante la crisis climática. Por ello han elegido obras que están protegidas", señalan las fuertes internas de Equo contactadas por este periódico.
Por su parte, López de Uralde defiende que de momento, afortunadamente, actúan solamente de manera simbólica y que "hay que destacar que hasta ahora no han provocado ningún daño a ninguna obra". Aunque no sepa cuál es la hoja de ruta que van a seguir y no saben cuándo van a parar de realizar estos actos, confía en que siempre y en todo momento se quede en algo simbólico y que nunca lleguen a dañar ninguna pintura, porque eso sería "su línea roja".
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